Como pinta el panorama, a cuatro meses y medio para las elecciones presidenciales, el camino menos espinoso, si no el único, para el candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, es el de un acuerdo de primera vuelta con el ahora opositor expresidente Leonel Fernández y su Fuerza del Pueblo (FP) y aliados. Una segunda votación, el 28 de junio, sería una carrera suicida, aunque las encuestadoras Gallup-Hoy y Mark Penn/Stagwell-SIN infirieran que las ganaría igual de fácil.

Según la Mark de mediados de enero de 2020, Abinader obtendría 43% en primera ronda (50% más 1); el oficialista Gonzalo Castillo, 28; y Fernández 19%. Conforme Gallup de final de enero, los porcentajes  para estos candidatos serían: 42, 31 y 15.     

Pese a que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha sido tambaleado por la crisis posprimaria del 6 de octubre de 2019, la salida de su presidente (Leonel Fernández), e importantes dirigentes, más el desgaste provocado por 16 años corridos de ejercicio gubernamental, conserva una fuerza importante, una experiencia acumulada larga, maneja la administración pública y otras instancias estatales, y tiene dirigentes con agallas de sobra para competir en cualquier circunstancia, como el presidente Danilo Medina.

Las inferencias aireadas por las investigadoras de opinión electoral, sin embargo, han agitado las emociones en los predios perremeistas, hasta el extremo de discursear autosuficiencia para ganar solos  las presidenciales del 17 de mayo, una meta que, hasta ahora, luce imposible sin una alianza fuerte para primera vuelta.

Al no aprovechar los picos de la ruptura del PLD, por su tibia oposición, el PRM apenas ha rondado el 40% de la intención de los votos, porcentaje que no cierra definitivamente las probabilidades de ganar a Castillo y Fernández.

Y ese, tal vez, es el “talón de Aquiles” que sería capitalizado desde ya por la dirigencia morada y Palacio para tratar de bajarlos del primer lugar atribuido por las encuestas.

Los oficialistas cambiarían sus ataques feroces por piropos a un Fernández cuya salida, de momento, consideraron insignificante. El objetivo sería ablandar y recapturar a los peledeistas que, junto a él, formaron FP tras la crisis de octubre. Una tarea harto difícil dado el nivel de radicalismo provocado en los leonelistas por despropósitos discursivos de dirigentes de la talla de Felucho Jiménez, Francisco Javier García y el ahora presidente del PLD, Temístocles Montás.

La advertencia de Jiménez al personal de la administración pública sobre la pérdida de los empleos, podría causar estragos en las pretensiones de Abinader, si las emociones y el triunfalismo se generalizan.

Ante tal actitud, en una segunda vuelta, con Abinader en primer lugar, expeledeistas que han formado el nuevo partido Fuerza del Pueblo, podrían respaldar a Castillo, si son “persuadidos” por el discurso palaciego de cancelaciones masivas si gana la oposición. O parte importante del oficialista PLD optaría por apoyar a Fernández, dado su carisma, su condición de tres veces presidente de la República (1996-2000/2004-2008/2008-2012) y el único presidente de esa organización tras la muerte de Juan Bosch, el 1 de noviembre de 2001. Desde su partida, Fernández siempre ha dicho que su ruptura fue con la cúpula palaciega, no con las bases del PLD.

Ante esos probables escenarios de reagrupamientos, el PRM tendría graves dificultades para imponerse en una segunda jornada de votación. Al anochecer del 17 de mayo, sufriría el mayor desencanto de su corta historia, si en este momento le faltan el sentido común, la razón y las buenas estrategias. Cualquier traspié en la toma de decisiones podría mantenerlo en la banca por cuatro años más.