El candidato a la Presidencia por el PLD, Abel Martínez, va por el mismo camino que Gonzalo Castillo. Es incongruente, sin tacto y no tiene el perfil de un político de altura para competir en unas elecciones presidenciales, aunque eso puede tener solución.
Por esas dos diferencias la FP, encabezada por Leonel Fernández, hará añicos al PLD si su candidato continúa con ese discursos insulso, inapropiado y carente de contenido.
Abel Martínez necesita urgentemente rodearse de un buen equipo asesor para que lo prepare en términos de imagen y enriquezca el contenido de sus presentaciones públicas.
Por ejemplo, decir “este es el peor gobierno de la historia” significa que es peor que el de Trujillo y Lili y obviamente del glorioso periodo de 20 años del PLD. ¿Qué sentido tiene dar un mensaje totalmente inapropiado y sin fundamentos?
No amigo mío, esa fue una expresión fuera de lugar y más cuando se está refiriendo a un gobierno que precisamente ha sido uno de los mejores de la historia dominicana en los peores momentos de su historia y no porque yo lo digo, sino porque así piensa la mayoría del pueblo. Se han cometido errores y muchos problemas todavía subyacen en el intestino de la sociedad, pero nadie puede negar que su partido, dividido y desgatado, tiene mucha culpa de los males que nos afectan. Y me refiero al cáncer de la corrupción.
Aquí no termina todo. Abel subrayó que en el año 2020 “fuimos fruto de la campaña más grosera y despiadada que se pueda hacer en contra de un partido político. El tiempo nos ha dado la razón”.
O sea, que fue un error y una grosería que el pueblo se tirara a la calle reclamando justicia contra una banda de ladrones que se estaba robando medio país. ¿Y en qué mundo estaba Abel Martínez en el año 2020? Debería pedirle excusas al pueblo dominicano en nombre de su partido y eso le haría ganar muchos votos.
Esa expresión es definitivamente lapidaria, una tecla peligrosa, para un candidato que intenta llegar a la Presidencia, porque no se está refiriendo al PRM o a Luis Abinader, sino a la sociedad civil que encabezó ese glorioso movimiento de masa.
¿O eran perremeistas los que salían de noche a las puertas de sus casas y balcones a sonar los calderos que se oían desde Pedernales hasta Higüey? Nada de eso, Abel, era la mayoría del pueblo, sin importar sus preferencias políticas los que tocaban la campana. Un pueblo cansado de los abusos y la impunidad.
Quizás por estar aislado del ciudadano común, el candidato del PLD no se ha dado cuenta que si quiere llegar a la Presidencia jamás será por el voto de su partido. Tendrá que contar con una mayoría del voto silente, de una sociedad civil fuerte y determinada a la que está precisamente criticando por sus errores.
Lo dominante es ahora la honestidad, capacidad, transparencia, credibilidad, confianza y trayectoria política del candidato. Y alcanzar eso es como llegar a la cima del Everest.
Y le voy a dar una manito para que mejore su discurso. Hay por donde atacar al gobierno, pero hacerlo requiere dominar ciertos temas complejos que no todo político puede abordar. Hay que analizar los datos (económicos y sociales), descubrir los hoyos negros en temas estratégicos y los puntos débiles del contrincante, donde hay suficiente material para dar contragolpes.
Porque tirar piedras a trocha y mocha esperando darle al gobierno en la cabeza es apostar a la suerte y el que juega con piedras termina con una en la cabeza.
No tengo nada contra el candidato del PLD, pero su partido debe sentarlo y ayudarlo, darle consejos y habilitarle un buen equipo de campaña para que revise sus discursos. Así no saldrá mortalmente herido del proceso electoral que se avecina. Todavía hay tiempo para rectificar.