El 24 de enero cumplirá un año de muerte el compañero y hermano Ángel Roberto Sánchez, miembro del Consejo Directivo de la Defensa Civil. Roberto es recordado como uno de los primeros asesores que integraron la Comisión Nacional de Emergencias, cuando ese organismo fue ratificado en el decreto 874-09 hace catorce años.

Roberto nació en Santo Domingo el 7 de febrero del 1957, sus padres fueron Mercedes Percinal y Ángel Raúl Sánchez, de las Charcas de Azua. Estudió ingeniería agronómica, mención ciencia del suelo, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); allí se integró al movimiento estudiantil universitario y pasa a ser parte importante del Frente Estudiantil Flavio Suero.

Su inesperada partida ha sido un impulso para continuar promoviendo las ideas y opiniones de cambios que, desde muy joven, compartió con los que tuvimos la oportunidad de conocerle.

Quienes vimos a Roberto Sánchez en el ejercicio de la ingeniería, cuidando y protegiendo el medio ambiente, conversando sobre el cambio climático, abordando la gestión del riesgo de desastres, impartiendo docencia, o participando con él en la política, sabemos que su partida dejó un vacío en cada uno de esos escenarios.

Somos conscientes que su ausencia física nos invita a seguir su ruta de transformación social del pueblo dominicano. Un camino de emancipación social y política que él anheló y que lo colocó en el centro de múltiples jornadas y batallas.

Siempre expresó sus criterios de cambios sociales, ambientales, políticos y económicos con decisión. Posiciones apoyadas en sus ideas, esas que cuando un entorno político o de opresión amenazaban con violentar y amordazar, él las defendió con firmeza.

Roberto nunca se detuvo en el aprendizaje, realizó maestrías y estudios especializados en ciencias forestales, manejo de cuencas hidrográficas, impacto ambiental y gestión de riesgo de desastres en las universidades e institutos siguientes: UNPHU, IILA, CIDIAT e INTEC.

Su labor de docente transcurre en la UASD, INTEC, PUCMM, UNPHU, O&M, APEC y UCE, impartiendo asignaturas vinculantes al medio ambiente, al uso de suelo, a la gestión de riesgos, el manejo de cuencas, áreas protegidas, entre otras.

Por su sólida formación en ingeniería, política y académica, Sánchez fue reconocido en varias ocasiones por colegas, estudiantes y amigos; especialmente, por ser un profesional y estudioso autorizado. Poseedor de una fina pedagogía que aplicaba a sus programas de enseñanza cuando brillantemente exponía.

Roberto Sánchez fue un fajador que se levantaba en cada caída y adversidad. Una experiencia personal fue el accidente de tránsito que tuvo, del cual pudo ponerse de pie, superando los pronósticos médicos al reintegrarse con determinación a las actividades personales y colectivas.

Tengo admiración por Roberto porque mi adhesión a las ideas de protección al medio ambiente se fortaleció escuchándole en varios escenarios, y se perfeccionaron en los diplomados de educación ambiental de la Fundación Sur Futuro, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) e Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM).

Antes de esas experiencias de intercambios técnicos, tuvimos la militancia política, la cual nos unió en el Partido Frente Amplio y otros espacios organizativos, y luego continuamos viéndonos en la parte académica, tiempo en la que coordiné los diplomados de educación ambiental y cambio climático de las entidades arriba mencionadas.

Al momento de su muerte, Roberto Sánchez, laboraba para el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD), y asumía el rol honorífico de miembro del Consejo de la Defensa Civil.

El equipo de la institución de socorro aprovechó su talento para aplicarlo a las estrategias de mejora de la organización y seguir avanzando.   Recordarlo, en su primer año de muerte, y mantenerlo en la memoria, es una forma de honrarle por su legado y enseñanza.

Presente en el corazón y en las iniciativas que enfrentan las injusticias.

¡Hasta siempre Roberto!