Esta semana, el Congreso de la República Dominicana fue escenario de un acto de manipulación moral sin precedentes. Colocaron un “regalo” en las 190 curules de diputados y diputadas, consiste en una caja que incluye un pequeño muñeco que simula a un feto, una bandera azul que reza "RD es provida", la Constitución y el Ideario de Duarte. Cuando me enviaron la noticia, llegó a mi pensamiento el libro de los Proverbios, cuando el en capítulo 6, entre otros asuntos dice:
“El ‘hombre’ malo, el ‘hombre’ inicuo, anda en perversidad de boca. Perversidades hay en su corazón, anda pensando el mal en todo tiempo, siembra la discordia.
Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.”
Si buscan la definición de lo perverso encontrarán muchas referencias a maldad, maledicencia, a lo pérfido, malévolo, vil, cruel, maldito, diabólico, endemoniado… La perversión remite a la idea de lo retorcido y cruel. No como patologías, sino como deshumanización, odio, destrucción, dominio, crueldad, todo lo negativo de la libertad.
Definitivamente este regalo, que contó con la anuencia y complicidad de personal de la Cámara de Diputados, quienes aparentemente consideran factible negar la autonomía sobre sus vidas a las mujeres e intimidar a la clase política para forzar a que piensen como de esa misma forma, no son más que una ofrenda macabra, un intento grotesco de manipular la compasión de los legisladores mediante la explotación de imágenes “tiernas”. Mientras tanto, prefieren “olvidar”, y no traer como ejemplo perfecto del maniqueísmo del feto como “regalo”, el caso de la niña con parálisis cerebral, violada, infectada de una enfermedad de transmisión sexual y embarazada. Situaciones como esas no producen la maravilla, esas preferimos obviarlas.
¿Cómo puede una acción tan llena de odio y manipulación llamarse defensa de la vida?
Su mayor chantaje es decirnos cómo nos debemos sentir frente a un embarazo, como si todos los embarazos fueran iguales. Y no, no lo son. Mientras para una pareja que decide procrear, lograr un embarazo es una maravilla; para una niña violada por su padre es una pesadilla de la que no le permiten despertar.
Por lo regular un embarazo se describe desde la construcción imaginaria del amor, de lo sagrado, de lo bello, ergo, es mejor no pensar en violaciones y abusos, productos inviables y mujeres en peligro de morir a las que se les niega la posibilidad de tomar decisión por su vida, alegando que le corresponde a profesionales de la medicina.
En fin, que desde tiempos inmemoriales sabemos que hay personas que consideran que “el fin justifica los medios” y en consecuencia no se dan cuenta de la perversión y la perversidad de sus acciones. O si se dan cuenta, lo consideran como parte de sus “estrategias”.
Desde la comprensión de una acción perversa vinculada a unos regalos, me puse a pensar en el amor de Dios y en lo que afirma el nuevo testamento, que es la base del cristianismo, cuando explica el mandamiento del amor: El amor es benigno, el amor no procede con bajeza, no se alegra de la injusticia, el amor se regocija con la verdad. Y en la obviedad de que la definición cristiana del amor no valida la instrumentalización de las ideas y el uso de truchimanerias intimidantes. Este tipo de actos no solo distorsionan el verdadero mensaje de amor y compasión, sino que también profundizan la desigualdad y el sufrimiento de las mujeres más vulnerables de nuestra sociedad.
Cabe resaltar que la Organización Mundial de la Salud ha afirmado que los datos demuestran que las políticas muy restrictivas sobre aborto no reducen el número, y afectan seriamente la posibilidad practicarlos de forma segura. Que las tasas de aborto son de 33 por mil mujeres en edad reproductiva en África y 32 por mil en América Latina y Caribe, regiones donde el aborto está severamente restringido. Y que los abortos disminuyen donde hay una adecuada salud sexual y reproductiva, pero, las mismas personas que entregan estos “regalos” en el Congreso, se oponen a que haya educación sexual integral en las escuelas.
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Nos quieren imponer una agenda de manipulación y control desde un discurso de odio que disfrazan como “defensa de la vida”. El miedo no puede dictar las leyes de un Estado Social y democrático de Derechos. No es posible permitir que personas con una ideología supremacista y negadora de derechos se impongan y afecten la vida de millones de mujeres dominicanas.
Por último, me gustaría consultar a las honorables personas que componen el Congreso Nacional, sobre cómo es que resultó tan fácil introducir estos paquetes en el hemiciclo. Tengo mucha curiosidad, porque conozco muchas personas que tratan de entrar al edificio del Congreso y se les hace muy difícil conseguir una cita o simplemente visitar el lugar para entregar cualquier documento. ¿Casa de la democracia?