1.- María Ydalia Veras, mi madre, la madrugada del día domingo 25 de diciembre de 1938, sintió ser la mujer más feliz del planeta tierra, porque había parido una criatura de sexo masculino.

2.- Hasta el momento de mi nacimiento, mamá solamente había dado a luz a mis dos hermanas, Ramonita y María Petronila, por lo que para mi progenitora vine a convertirme en una dicha.

3.- El ambiente en el cual mamá me alumbró, fue un entorno lleno de limitaciones, de mucha pobreza, penurias de todo tipo. Nací en la indigencia.

4.- En todo el curso del primer período de mi existencia, aprendí lo que es carecer de lo indispensable para vivir. La niñez me resultó de pura miseria.

5.- En la adultez, dedicarme por entero a estudiar, a formarme, y a ganarme la vida bajando el lomo, me permitieron cambiar el modo de vida, en lo material.

6.- Ahora, al cumplir 85 años de edad, y estando en el último ciclo de mi estadía en la tierra, puedo decir que soy un ser humano que solo aspira a perdurar para aportar, servirle a la especie humana.

7.- Porque me siento ser un ciudadano del mundo, he subsistido tratando de cumplir con lo que me he sentido comprometido, sin tomar en cuenta que sea en mi lar nativo o en el extranjero.

8.- No he pretendido ser un santo, ni un demonio. Pura y simplemente, ser coherente, accionar conforme a lo que he predicado. El mismo en cualquier sitio y ocasión.

9.- Deseo permanecer con vida durante algunos años más, porque creo que todavía no he contribuido con lo mucho que merece mi pueblo. Quisiera que se prolongue mi estadía en este mundo.

10.- Me siento espiritualmente tranquilo, porque el odio en mi contra, obra de resentidos y cobardes, no ha cambiado mis sentimientos, los cuales conservo fruto de la formación familiar recibida y la convicción ideológica que he abrazado.

11.- En el curso de los últimos años he aprendido lo que es la deslealtad. Esta me ha golpeado. No estaba preparado para la falsía.

12.- Por momentos he sentido que la felonía ejecutada por personas que creí nunca podían fallarme, me ha dado estocadas en el corazón.

13.- En mis 85 años, cuántas experiencias, cuántas enseñanzas. He llegado a pensar que mi vida ha sido una escuela que me ha servido de doctrina, para conocer al ser humano con sus virtudes y defectos.

14.- He tomado como un éxito el hecho de que, aunque he sido anímicamente lesionado por traidores, no he dejado de querer al ser humano, no importa lo viciado que esté como víctima de un orden social moralmente degradado.

15.- A los ochenta y cinco años de haber llegado al mundo de los vivos, ya con arrugas en la cara, muchas canas y algo achacoso, aquí estoy como nuevo, haciendo lo que puedo y debo hacer sin esperar recompensa de ninguna clase.

16.- La criatura que María Ydalia Veras, mamá, parió el 25 de diciembre de 1938, se mantiene aquí, sobre el territorio nacional dominicano, donde por accidente nació, en disposición de seguir haciendo lo que ha hecho, luchar, bregar, batallar y así continuar afanando por un mundo bueno para todas y todos.

17.- Creo ser un afortunado, porque habiendo nacido a la orilla de una cañada, en la más honda pobreza, me le escapé al sistema y logré salir adelante, adquirir conocimientos y ponerlos al servicio de las mejores causas en el país y en el extranjero.

18.- Me siento ser dichoso, porque soy un hombre libre para hacer o no hacer lo que me dicta la conciencia, y estar liberado de las taras que dañan a la generalidad de los seres humanos que nacen y se desarrollan en sociedades afectadas por la desigualdad de oportunidades.

19.- He sido un agraciado, porque al llegar a los 85 años de edad, todavía me conservo entusiasmado para continuar forcejeando por un mundo mejor para mi país y la humanidad entera.

20.- Pensando con detenimiento, he llegado a la conclusión de que la vida me ha dado más de lo que le he pedido, por lo que debo considerarme más que un suertudo.