Primera pandemia COVID-19. Al llegar al poder la gestión que encabeza el actual presidente Luis Abinader, se encontró con la pandemia del COVID-19, que hacia 5 meses y días había entrado al país, dejando a su paso un estricto confinamiento y una gran cantidad de muertos, enfermos y un país semi paralizado, por las restricciones que hubo que decretar desde el gobierno anterior, que concluyó su gestión el 16 de agosto del año 2020.

También ya se arrastraba una parte importante del presupuesto público destinado a mitigar la situación de parálisis tanto al sector formal como sector informal de la economía y compensar a los trabajadores de dichos sectores.

Un año y meses después a finales del año 2021 y a casi un año de la introducción del COVID-19 a la Republica Dominicana y gran parte del mundo, se anunció con bombos y platillos que la economía dominicana, expresado a través de su producto interno bruto, había crecido en más de un 12%.

Segunda pandemia: La inflación. Uno de los factores por el que se trataba de explicar el aumento de los precios de los bienes de consumo y servicios, desde finales del año 2020 fue el aumento de los fletes que de US$2,000 había pasado a US$13,500 por contenedor y en algunos casos había llegado hasta US$20,000, pero ya para octubre del año 2022, el precio de transporte por contenedor de mercancía importada había disminuido a US$2,500 dólares.

Otro argumento que se ha levantado desde el gobierno para justificar la inflación reinante en el país son los precios de los derivados del petróleo. En marzo del año 2022 en medio del estallido de la guerra de Ucrania, el precio del petróleo llego a cotizarse a más de US113 el precio por barril, pero resulta que a finales de febrero del año 2023 el precio del petróleo se cotizaba a US$81 el barril, una disminución de US$32, que debería impactar en el precio de la gasolina y otros derivados y en el precio de los precios de los productos en general

Una de las medidas aprobadas por el gobierno y sometidas al congreso nacional fue la aplicación de tasa cero sobre la importación de varios productos de consumo masivo, sobre todo alimenticios, pero esta medida no ha frenado los elevados precios de estos productos en el mercado local y más bien se tradujo en un sacrificio fiscal en vano.

No obstante, a estas acciones del gobierno, la inflación de los últimos dos años ha sido la más alta en quince años. El costo de la canasta familiar de las familias pobres se ha incrementado en un 21.3%. Los alimentos y bebidas no alcohólicas se han incrementado en 27.6% en promedio en los últimos 28 meses.

Pero si comparamos los precios en el año 2011, siendo presidente el Doctor Leonel Fernández, con la situación de los precios de artículos claves en el consumo de la canasta de alimentos podemos observar lo siguiente: El precio del arroz selecto paso de 19.25 pesos en el año 2011 a 35 pesos en febrero del año 2023, para un aumento de un 82%; las habichuelas 38.96 pesos en el 2011 a 90 pesos en la actualidad, 131%; el pollo matado de 45 pesos a 85 pesos, un aumento de 89%; bacalao con espina de 129 pesos a 180, un aumento de 39%; plátanos barahoneros de 12 peso en el 2011 a más de 30 pesos en la actualidad; salami de mallita de 69 pesos la libra a 150 pesos, para un aumento de 116%; guineos verdes de 2.99 pesos a 7 pesos actualmente, un aumento de 134%.

A fin de cuentas hemos tenido en estos últimos tres años dos pandemias, una que ya se ha ido superando (COVID-19), pero la otra la inflación, por ahora no se vislumbra su final, pues con las acciones que ha implementado el actual gobierno para detenerla no lo ha logrado; por lo que se plantea cambios profundos en la política económica, para poder enfrentar este fenómeno que está afectando de forma creciente la calidad de vida de la población, sobre todo el segmento  más pobre; ese es un tema que no tocó el presidente en su discurso de rendición de cuentas el pasado 27 de febrero.