La oposición, y quienes reclaman empleo desde el partido oficial, acusan al gobierno de emplear demasiado “popis”. Implican que estos son unos privilegiados sin partidismo, que no merecen ser funcionarios. Exigen embotellar la administración pública con “wuawas”, auténticos representantes de las bases y del pueblo. Escuchando esas críticas, decidí revisar datos demográficos, históricos, y aplicar sencillos razonamientos para analizar esas críticas.  Mi conclusión es desagradable, pues afirmo que los “wuawas” han sido depredadores por excelencia.

Sociólogos, analistas e intelectuales coinciden al señalar que “ popi” se deriva de “blanquito” (una expresión de discriminación invertida, prejuiciosa  y resentida). Si bien el color de la piel no es determinante para esa estigmatización – apenas un cinco por ciento de nuestra población es blanco – siguen importando el origen del sujeto, la buena educación doméstica, y la pertenecía a clases medias y altas de la sociedad.

“Wawa”, del otro lado, tiene raíces en “chopo” y en la acertada invención del Profesor Bosch “hijos de machepa”. El pueblo simplifica el asunto en dos vocablos: “riquitos” y “jodíos”.

Examinando objetivamente a quienes han gobernado este país en el último cuarto de siglo, no cabe duda de que mayoritariamente son “wuawas”. Mirando el comité central del PLD y a los cortesanos del FP – todos bajo alta sospecha de corrupción y desgobierno – apenas aparecen unos cuantos “niños bien”; el resto son antiguos pobretones convertidos en nuevos ricos a expensas del Estado. El rostro emblemático de la corrupción dominicana, Félix Bautista, es un “wawa” de pura cepa, igual que su líder Leonel Fernández.

El maltrecho capitán peledeista, Danilo Medina y los delincuentes que bajo sus órdenes penetraron los estamentos del Estado no son “popis”.  Dentro de esa mafia morada que hoy enfrenta los tribunales, solamente en el caso Medusa destacan “muchachitos bien”, el resto son  “hijos de Machepa”; “joceadores” que utilizaron sus cargos y sus rangos para robar dinero público.

Estudiando la mancebía congresional, envidia del mismísimo demonio, sentiremos de inmediato   estar en “Wuawalandia”.  Allí se encuentra la peor calaña de políticos bajo un solo techo. La crema y nata del tigueraje popular.

El PRM, antiguo PRD, se nutre de una base popular dirigida por una mezcla de clases. Tanto esas bases como sus dirigentes han mostrado vocación de saqueo.  Ahora quieren cheques y negocios. Se los han dado y siguen dando. Quieren más. De los funcionarios de ese partido, que en apenas año y medio de gobierno han sido destituidos o sometidos a la justicia, ninguno es “popi”.

Se puede argumentar que, dada las características sociales y étnicas de nuestras mayorías, es natural que los “jodios” predominen. Pero resulta ser, que esa mayoría en la vida civil, en el extranjero y en sus vidas personales, usualmente actúan con decencia y honestidad. Es la política criolla que los degrada.

Entonces, si es innegable el predominio “wuawa” en la dirigencia de los partidos, en los gobiernos anteriores y en la delincuencia del FP y PLD, es fácil deducir que esos “hijos de Machepa”, metidos a políticos, han sido responsables de la corrupción. Por tanto, no es de extrañar que un gobierno que intente adecentar el Estado quiera cuidarse de los “wawas”, y buscar decoro en los “popi”.

Que esos “blanquitos” darán el resultado apetecido, o que entre ellos no se cuele la voracidad de élites empresariales, o hasta que muchos puedan terminar en Najayo, nadie lo sabe. Pero vale la pena probarlos, puesto que los otros no han sido de fiar.

No es complicado ni extravagante, mucho menos clasista, llegar sin prejuicios a estas conclusiones.  El que compruebe los hechos no puede llegar a otra. Aunque a nadie le guste. En fin, es tan simple como que dos más dos son cuatro: en las últimas décadas han sido los “wawas” los respónsales del saqueo público.