Don Bernardo Vega es una de las plumas más prolíficas y respetadas de nuestro país, y sus escritos se caracterizan por moderación, independencia de juicio y profundidad.

En su reciente artículo: “Un Haití saudí”, en el periódico HOY y en Acento, se plantea un escenario hipotético: Haití descubre petróleo, como Arabia Saudita, y se relanza como país, logrando el regreso de su población dispersa por el mundo, por lo que “Santo Domingo, de pronto, se queda sin haitianos, ¿Que pasaría entre nosotros? ¿Nos convendría esa situación?” El artículo se inclina por la parte positiva: bajaría el desempleo, aumentarían los salarios, se tecnificaría la agricultura, “y seriamos una sociedad más justa y con muchos menos desempleados”. Sin embargo, con ayuda del mismo artículo me permito completar la parte negativa, y añadir una perspectiva faltante, para llegar a mi propia conclusión.

Primero, ante una salida masiva de la población haitiana el sector productivo [ingenios azucareros, colonos cañeros, dueños de fincas de café y de arroz, y constructores] se vería ante una doble demanda: reducir la producción por la salida de 1 millón de compradores (¿?), y  aumentar los salarios prácticamente al doble, para atraer al obrero dominicano a los trabajos que dejarían los haitianos, todo lo cual me huele a recesión y crisis social.

Haití.

Segundo, el gobierno tendría que aumentar sus costos, especialmente en Obras Públicas, para duplicar el salario de los obreros de construcción, y atraer mano de obra dominicana.

Tercero, habría un aumento de la canasta familiar, por el encarecimiento de los productos agrícolas, viviendas y hoteles, generando un problema inflacionario, pero -como todo el mundo anda buscando dinero, y de este lado no apareció petróleo- los economistas deben decirnos de dónde buscaremos ese dinero.

Cuarto, muchas amas de casa verían reducir su poder de compra por la inflación, a la vez que tendrían que aumentar el salario del servicio doméstico, o suprimir este servicio, con todas sus consecuencias.

Quinto, como los haitianos resolvieron sus problemas, y en lugar de ser una carga se convierten en una competencia para RD, nuestra economía recibiría golpes mortales: perdemos el mercado de Haití [nuestro principal comprador]; los turistas haitianos dejan de venir; los universitarios haitianos se quedan en sus universidades, y los inversionistas haitianos retornan sus capitales a Haití, todo lo cual, sumado a los puntos anteriores, sugiere una crisis nacional.

Sexto, el problema más serio -para Haití y para RD- es psicosocial: ¿cómo adaptarnos a ese nuevo escenario? Primero, ¡no es cierto que con hallar petróleo se resuelven los problemas de Haití!, y segundo, ¡tampoco es cierto que la salida de los haitianos nos resuelva algún problema, sino todo lo contrario!

De todas maneras, si Haití descubre petróleo, se relanza, y se van todos los haitianos, el mejor pronóstico es que de este lado entraríamos en una recesión económica, tan seria que por lo menos se lleva el gobierno de turno.

¡Y de repente se podría invertir la balanza: un Haití viviendo como los árabes ricos, y una RD inviable!