Margarita Vargas (Margot)

El 9 de agosto 1974, fecha en que Bacho y yo celebramos nuestra boda. En medio siglo de convivencia ininterrumpida, es mucho lo que se vive, lo que se pasa, lo que se aprende, pero también hay muchas gratificaciones.

A nosotros nos tocó una vida muy dura, sin tregua ni pausa. Y no digo esto queriendo victimizarnos ni quejarnos, porque ese camino lo elegimos nosotros muy conscientes de que no íbamos a trillar un caminito de rosa. Esto lo hago como un acto de justeza con Bacho.

Bacho y Margot en la boda, 9 de agosto de 1974, Santiago de los Caballeros.

Cuando a uno le toca vivir esas situaciones, el ser humano es muy sabio y busca refugios y fuentes de donde nutrirse, y yo no he sido la excepción. Durante mucho tiempo utilicé como refugio el dedicarme, conjuntamente con Bacho, a la formación de los muchachos. Me gustaba escuchar música, bordar, hacer de nuestra casa un ambiente acogedor. Pero eso no me era suficiente. Me faltaban nutrientes, alimentos, combustibles… para seguir, y eso lo encontré en dos grandes poetas: Miguel Hernández y Mario Benedetti.

Bacho-y-Margot-en-la-Iglesia-Nuestra-Señora-de-las-Mercedes-728x509
Bacho y Margot en la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes (Politécnico).

De Benedetti hay un poema, Hombre preso que mira a su hijo, que tiene un fragmento que yo lo asociaba a la vida de Bacho. Ese poema dice que “es mejor llorar que traicionar, es mejor llorar que traicionarse…”, pues “una cosa es morirse de dolor y otra cosa es morirse de vergüenza… Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”. ¿Por qué yo lo asociaba a Bacho? Porque él prefirió llorar antes que traicionar, traicionarse y claudicar. Prefirió morir de dolor antes que morir de vergüenza, al pasar factura por haber participado en alguna gesta. Como su compañera, sé que no hizo todo lo que quiso. Se le quedaron muchos proyectos inconclusos. Ahora, de lo que estoy segura es de que nunca hizo lo que no quiso, aunque esto le costase la vida dura que llevó.

Bacho-y-Margot-junto-a-Rafael-Cantisano-y-Teresa-de-Cantisano-728x502
Bacho y Margot, acompañados del Dr. Rafael Cantisano y de la Sra. Teresa de Cantisano (madrina de la boda), en los Jardines Metropolitanos, Santiago.

En las diferentes etapas de nuestra existencia conjunta, compartimos con compañeros de estudio, de grupos políticos, religiosos, en fin, la diversidad de la vida. Pasa el tiempo y nos enteramos de que uno tomó un camino, el otro tomó otra ruta… Ese es el derecho de cada cual, y hay que respetárselo. Pero existen los necios, como diría Silvio Rodríguez, que quieren seguir, como los Fidelio, Narciso, Iván, Bacho, Elsa y miles más, y también tienen sus derechos, y no hay razón para etiquetarlos, para caricaturizarlos. Porque los que no tienen cómo justificar determinadas acciones buscan la manera de descalificar, muchas veces cayendo en bajezas. Esto no es resentimiento, esto es dolor. Algunos decían “ah el Bacho se quedó en la década del 60”, y yo digo: qué bueno que fue en esa década que se quedó, porque si este país tuvo algo hermoso fue esa generación y la de un poco más atrás, capaz de poner y exponer su vida, día a día, ya que vivíamos un estado de terror. En esas décadas no se buscaba posición, nombramiento, becas… Era darlo todo a cambio de que este país tuviese un mejor porvenir.

Familia-728x544
Familia Pérez Vargas:  Juan Miguel, Amaurys Giordano, Bacho, Margot y Raúl Amín.

Yo me pregunto, ¿acaso hay décadas, años, días o dimensión para la dignidad? No. La dignidad es algo muy grande por todo el sacrificio que implica, pero a la vez es muy sencilla. Tan sencilla como que se tiene o no se tiene.

A Bacho, muchas personas le reconocen el haber mantenido la memoria histórica y yo digo que eso es verdad. Pero soy de quienes creen que la grandeza no está en lo que hace. Lo que lo hace grande es las condiciones en que las hace. Son esfuerzos que requieren recursos económicos y humanos, y esto él lo hacía “a mano pelada” y en soledad. Ahí radica su gran mérito.

Bacho, te admiro por tantas cosas. Fuiste fiel a la memoria de tus compañeros. Nunca buscaste homenaje ni reconocimiento, aunque eras feliz haciéndoselos a los demás. Nunca dejaste de llorar por tus compañeros. Fiel a tus ideas, solidario, humilde. Nunca le diste importancia a los bienes materiales. Creo que todos tenemos tu imagen de caminar rápido con tu camisa verde y tu gorra 1J4. Algunos te recordarán con un galón para comprar gasolina o con el carro dañado en cualquier calle. Pero lo que más admiro, tu mejor hazaña, es haber sido capaz de multiplicarte por tres (Juan Miguel, Amaurys y Amín) dejando así tu relevo.

Bacho y Margot. Malecón 1985

Quiero darte las gracias por todo lo aprendido. Me enseñaste a ser fuerte frente a las adversidades de la vida, incluyendo tu muerte. Gracias por enseñarme el valor de la solidaridad y mil gracias por hacerme madre de tres seres excepcionales.

La Cuqui

*[Esta publicación es parte del Proyecto por la Memoria Histórica Raúl Pérez Peña (Bacho), auspiciado por sus hijos Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas].
Bacho y Margot frente al Palacio Nacional en las manifestaciones contra la corrupción de la OISOE.