La situación en Haití y la falta de acciones internacionales efectivas para abordarla han dejado a los dominicanos sintiéndose completamente solos y abandonados en sus esfuerzos por manejar esta crisis inmanejable durante los últimos dos siglos. Esto ha llevado a algunos a sentir que el país es víctima de un plan bien orquestado en contra del pais.

¿Sería esta la verdad?

Con toda mi simpatía al pueblo haitiano, hay que reconocer que Haití es un vecino peligroso. Un país donde el 59% de la población está sumida en la pobreza y el 60% de la población rural depende de los mafiosos para la entrega de ayuda humanitaria es como un agujero negro en el que todo desaparece sin saberse donde va, como se ve de lo sucedido. En 1994, una fuerza militar estadounidense, actuando bajo la autorización de la ONU, forzó la dimisión del gobierno militar que había depuesto al presidente electo, Jean-Bertrand Aristide. Un año después, las tropas estadounidenses fueron relevadas por una fuerza de paz multilateral de la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA). Siguió un esfuerzo internacional masivo para convertir las antiguas fuerzas armadas en una fuerza policial nacional profesional y construir un aparato estatal y un sistema electoral eficaz y funcional. Las protestas populares obligaron al reelegido Aristide a huir nuevamente en 2004, lo que provocó otra intervención estadounidense, luego reemplazada por otra fuerza de la ONU encabezada por Brasil. Un brote de cólera durante la década de 2010 se remonta a las fuerzas de paz nepalesas de la ONU, cuyas letrinas se habían filtrado en los suministros de agua de los residentes locales, lo que provocó la muerte de 12.000 haitianos. La misión terminó en 2017, después de que un terremoto masivo en 2010 matara a 220.000 haitianos y 96 cascos azules. Como se puede ver.

El avance hacia una democracia (de cualquier tipo ya que sea) es nula

Las misiones internacionales o fracasaron en curar las raíces (a lo mejor porque ni las comprenden, ni siquiera disponían de herramientas), o trataban únicamente las consecuencias sin tocar la esencia del asunto. La razón de esto es la ausencia de una nación la cual considera la soberanía el valor máximo y precondición de su existencia. Todas las acciones que son comprensibles en el contexto de un proceso de construcción de la nación avanzado son incomprensibles para las comunidades prenacionales que componen la sociedad haitiana. Sus estructuras premodernas absorberán cualquier ayuda internacional, cualquiera que sea la forma que se les dé, pero no la transforman en instituciones estables y reglas duraderas del juego político. Todo lo contrario – el único resultado es la continua desfragmentación y la dolorosa desintegración del Estado.

Hasta ahora, la República Dominicana siempre ha actuado con un espíritu de buenas relaciones de vecindad. 15.000 jóvenes haitianos se educan en universidades dominicanas, mientras que en 2023 el 16% de todos los fondos para atención médica se destinaron a servicios de salud para ciudadanos del país vecino; El 37% de las maternidades y hospitales públicos son utilizados gratuitamente por las mujeres haitianas. Pero esto no puede continuar indefinidamente.

La RD es un país con recursos limitados, su economía depende del turismo, que, por supuesto, será el primero en sufrir si el país se deja arrastrar a la crisis haitiana, en cuyo sangriento escenario juegan más de 200 maras y 4.700 delincuentes recientemente liberados. Esto obliga al gobierno dominicano a tomar medidas que de otro modo no consideraríamos humanas. ¿Pero hay alguna otra salida?

La situación de RD es extremadamente delicada. Según el derecho internacional, como país fronterizo, está obligado a proporcionar asilo a los refugiados. La mala suerte es que es el único país fronterizo, debido a la situación insular de los dos países. Los refugiados haitianos no tienen otro lugar adonde ir que la República Dominicana, y ésta, a su vez, no puede compartir la carga económica con ningún país vecino; simplemente no hay ninguno. Este precedente difícilmente puede resolverse legislativamente. Su única respuesta puede ser política: más publicidad del problema en las organizaciones internacionales y regionales, más financiación, más misiones. Eso es exactamente lo que está haciendo el gobierno dominicano. Pero, como señaló el ministro de Asuntos Exteriores de la República Dominicana en una entrevista el año pasado, no se puede responsabilizar a los dominicanos de resolver la crisis haitiana. Esta crisis no es suya.

El que tiene que actuar es la comunidad internacional. Pero ¿puede esta realmente ayudar con las herramientas que tiene actualmente a su disposición?

Нaití, al igual que Afganistán, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Libia, Malí, Myanmar, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria е Yemen, es un Estado fracasado. Un Estado fracasado es aquel que ya no puede reproducir las condiciones de su propia existencia. ¿Existe al menos un solo caso de intervención exitosa de la comunidad internacional para resolver una crisis en un Estado fracasado? Por triste que sea, la respuesta es más bien no. El RD de Congo es una de las mayores catástrofes humanitarias del mundo, que se prolonga desde hace más de 60 años. Somalia ha sido azotada por el caos, la guerra civil y la ruina económica durante 20 años, y los esfuerzos internacionales de estabilización han fracasado estrepitosamente. La guerra civil de Sudán, que dura casi un año, pronto "causará la peor crisis de hambre del mundo", según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Siria, Libia, Mali y Yemen están sacudidos por actos terroristas. En Afganistán, Estados Unidos de hecho reconoció que no podía derrotar a los talibanes y se retiró, devolviendo al país al lugar donde se encontraba en 2002.

¿Qué hacer?

Antes de cualquier discusión, una cosa debe quedar clara: Haití no puede enfrentar el problema por sí solo. Necesita una intervención militar bajo el mandato y los auspicios de las Naciones Unidas. Haití debería de ser declarado un protectorado internacional que retenga y garantice el control sobre el país, pero respete y aliente aquellas formas de vida política que sean comprensibles para la población y características del proceso inacabado de construcción de la nación. ¿Cuánto duraría esto? No lo sé. Largo. Como hemos visto, las elecciones por si solas no cambian las cosas; estas siguen siendo tan malas como antes, si no peores. De toda manera, hay que superar la falta de interés por parte de la comunidad internacional, la cual de momento no tiene ningún interés en pacificar a Haití.  El país no dispone ni de petróleo ni gas, ni dе diamantes y uranio. El interés sólo puede surgir del entendimiento de que si se retrasa la intervención internacional, Haití puede convertirse en el primer territorio totalmente controlado por la mafia. En otras palabras, la mafia obtendrá su estado. Y esto tiene consecuencias impredecibles.

No creo que contra la RD haya un plan bien orquestado inventado por alguna fuerza hostil externa.  Mas bien, es víctima de una falta de práctica internacional sobre cómo proceder con un flujo de refugiados que, debido a circunstancias naturales, no tiene adónde ir sino que solo fluye hacia un país vecino. Es víctima de la falta de voluntad o de la incapacidad de la comunidad internacional para repensar su experiencia pasada y desarrollar nuevas herramientas de intervención. Porque no se trata de la coexistencia de países con regímenes diferentes, sino de países que viven en épocas históricas diferentes con diferentes visiones del mundo. El proceso de acomodación no es fácil. Me permito llamar su atención de los lectores a un factor de que poco se habla y puede parecer excéntrico: la ciencia.  El arquitecto del proceso de la paz en Centroamérica en la década de 90s fue un destacado académico estadounidense que dejó su huella en los estudios sobre la paz y los conflictos: Paul Lederach. La nueva constitución sudafricana,  escrita despues de la liquidación del apartaid, fue redactada por Donald Horowitz, una de las autoridades absolutas en el campo de los estudios étnicos. ¿Podrían estudiosos ser útiles para investigar cómo se podría resolver el problema sin violar las normas de la humanidad y al mismo tiempo, sin poner en peligro la seguridad de un país vecino, como es la RD? No podemos decir si o no antes de intentarlo.