Una característica distintiva de nuestro modelo educativo es su tendencia a la baja en cuanto a comprensión lectora y muy escaso nivel de razonamiento matemático. Los recursos del presupuesto se han utilizado en la construcción de aulas y pago de nómina; y, como contraparte, la Asociación Dominicana de profesores se ha mantenido en franco chantaje de la autoridad para obtener mayores sueldos y salarios, a pesar de que el resultado de su actividad genera un producto de pésima calidad productiva. Esto genera una seria distorsión económica, que se extiende a todo el aparato social y productivo, dado que el salario está muy por encima del producto marginal que genera. En consecuencia, en el aula se está transfiriendo información de escaso valor a un elevado costo social.

 

A la fecha, el énfasis en el aula en nuestro sistema educativo ha sido: (i) un ejercicio repetitivo para memorizar cosas y, (ii) un conocimiento rutinario de la escritura con un bajo nivel de comprensión lectora. Esto último resulta una consecuencia directa de la carencia de un hábito lector en los niños, lo cual no solía ser un inconveniente en el pasado reciente de nuestra vida analógica; pero, además, tanto en la escuela como en el hogar se promueve la idea de la competencia y que la educación tiene como objetivo final alcanzar un posición bien remunerada en el mercado de trabajo; eso revela que se está promoviendo un falso valor de la educación desde la infancia.

Sin embargo, a partir de la teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner, se desprende que el enfoque de la educación inicial debe orientarse hacia la identificación del tipo de inteligencia múltiple del alumnado; de lo cual se infiere la necesidad de aprovechar ese activo personal como el instrumento más eficiente de aprendizaje; además, resulta evidente que, aprendemos porque tenemos inteligencia y no lo contrario, como normalmente se cree.

En cuyo caso, durante el período de los 6-10 años, la enseñanza de debe centrarse en el entrenamiento sobre razonamiento matemático, dado que dicha actividad se revela como el factor clave en todo el proceso de aprendizaje escolar a nivel inicial; la razón estriba en el efecto favorable que produce el aprendizaje de las matemáticas en el cerebro humano; de hecho, se ha mostrado que el estudio de “las matemáticas genera un químico en el cerebro que interviene en muchas funciones cognitivas[i]”, según muestra una investigación reciente de la universidad de Oxford, en Reino Unido. Ese químico no es otro que el Acido Gamma-Aminobutírico (GABA) que es un neurotransmisor del tipo inhibitorio en el sistema nervioso central.

A partir de Gardner (1983) sabemos que “la inteligencia lógico-matemática no sólo se superpone sobre los campos de las matemáticas, la ciencia y la lógica”, sino que tiene un efecto sinérgico con la inteligencia musical, puesto que se trata de otra forma de arte cuyos embriones aparecen disperso en el campo visual de la naturaleza donde habita la especie humana. Incluso, la inteligencia naturalista utiliza la capacidad lógica para ordenar y clasificar elementos de la naturaleza.

El otro elemento clave en la superación del atascadero de la educación inicial consiste en un entrenamiento intenso sobre comprensión lectora; dado que el pensamiento se construye a partir del lenguaje y, consecuentemente, un mayor dominio de la lengua y su comprensión resulta un insumo clave en la formación de un pensamiento divergente como destreza clave de una mente creativa. La tarea del sistema educativo en la infancia debe orientarse hacia la creación de un aula que utiliza procesos educativos que desarrollan las inteligencias lógico-matemática y comprensión lectora con una orientación hacia la formación de una mente creativa en los alumnos, desde el momento mismo de la niñez.

Para muchas personas resulta sorprendente que, a partir de la imposición de un 4% del PIB para la educación, se produzca un declive en los resultados de nuestro sistema educativo; pero esa correlación sólo muestra que el problema de la baja calidad de la educación no era de insuficiencia de recursos financieros, sino de un ineficiente aprovechamiento de los períodos críticos de aprendizajes (ventanas de cambio) sumados a niños mal nutridos, en donde ya existe previamente una situación de deterioro cognitivo que frena el aprendizaje.

En el primer caso, a partir de la neurociencia se sabe que,

los primeros dos años de vida son esenciales para la conformación del cableado neuronal que va a sostener todo tipo de comportamiento y aprendizaje en su vida presente y posterior”[ii].

En ese sentido, se entiende que el cerebro del niño, que ya ha adquirido la habilidad del uso del habla y su comprensión, dispone de la estructura cognitiva que le permite el aprendizaje; sobre todo, en aspectos donde la estructura del contenido de los mensajes informativos esté, en modo alguno, relacionado con su campo visual, puesto que además de las funciones motoras, la visión está bien desarrollada en la niñez y puede ser perfectamente aprovechable para el aprendizaje. Como ya ha establecido el profesor Gardner[iii]:

Si la mente del niño es cándidamente crítica, la del adolescente suele ser demasiado crítica, tanto respecto a la propia persona como hacia los demás. Este tipo de crítica exacerbada puede poner freno a los esfuerzos creativos.

Entonces, se entiende que la niñez se presenta como el momento propicio para el establecimiento de una estrategia educativa orientada hacia la formación de una mente creativa; y, como la base de la estructura mental reside en el cerebro, y este es el órgano que nos define como personas únicas y a través del cual aprendemos, debe entenderse que todo el proceso de aprendizaje inicial necesita ser acompañado de una correcta provisión de nutrientes que potencie las funciones cognitivas; enfatizar esta tarea no resulta un asunto trivial, puesto que la desnutrición desactiva la capacidad de aprender. Al respecto, es oportuno señalar que, en los casos de niños mal nutridos, se observa que:

Sus cerebros son más pequeños que lo normal debido al reducido crecimiento dendrítico, la reducida mielinización y la producción de menos glía (células de apoyo en el cerebro que siguen formándose después del nacimiento y son responsables de producir mielina). El crecimiento inadecuado del cerebro explica por qué los niños que fueron malnutridos como fetos y bebés con frecuencia sufren déficits duraderos de comportamiento y cognitivos, como desarrollo más lento del lenguaje y las habilidades motoras finas, cociente intelectual más bajo y aprovechamiento escolar deficiente[iv].

En tal sentido, el atasco observado en nuestro modelo educativo se origina en: (i) una oferta ineficiente, en tanto y en cuanto no dispone de un adecuado entrenamiento en neuroeducación, (ii) un enfoque alejado de las ventanas críticas de aprendizaje y con cargas de tiempo que sobrepasan los tiempos atencionales de los niños y, (ii) una elevada población de niños mal nutridos con efectos visibles de deficiencias cognitivas.

[i] Universidad de Oxford, departamento de sicología y publicado por la revista PNAS, 2021.

[ii] M. V, Peralta, (2004: 60): En la construcción de una pedagogía de párvulos del siglo XXI. Aportes desde Latinoamérica. Madrid, OEI”.

[iii] Gardner, H. Las cinco mentes del futuro; PAIDOS; Biblioteca Howard Gardner

[iv] https://www.zerotothree.org/resources/1859-como-afecta-la-nutricion-al-cerebro-en-desarrollo