El pasado 26 de julio se cumplió 70 años de la desaparición física de una de las mujeres más odiadas y admiradas al mismo tiempo. Se trata de María Eva Duarte de Perón, mejor conocida como Evita. Su coraje y manera visceral de hacer política la llevo a la cima de una nación donde las mujeres eran reconocidas para tareas domésticas y no involucradas en quehaceres políticos.

Fue “La abanderada de los pobres”, y su mito comenzó antes de su muerte por la fuerza en la defensa ideológica de los principios que la llevaron a defender aquellos olvidados por el sistema -pero necesarios a la hora de votar- así como la manera en la que irrumpió en la política Argentina para la reivindicación de la mujer en el contexto mundial.

Evita nació un 26 de julio del año 1952, que más allá de la postura de sus detractores, se convirtió en el mítico símbolo de la pobreza que accedió al palacio no para ensuciarse las manos de las prebendas del poder; sino para devolver al pueblo lo que la corrupción oligarca se llevaba, y donde ella se la jugó para devolverle la dignidad a quienes no tenían voz.

Con su fallecimiento a los 33 años, de cáncer cervical, no se opacó su legado que sigue latente no solo en Argentina donde nació y murió sino en todo el mundo donde la lucha de mujeres tan trascendentales como ella se esconde tras la tinta de quienes escriben la historia.

Ella será recordada por muchas razones, con sus singularidades y peculiaridades, seguirá despertando el interés en quienes apostamos al crecimiento inclusivo de las mujeres.

Ella “inventó” una manera de hacer política dentro de un país burocráticamente gobernado por elites de mucho poder y donde ella no encajaba; cambiando el curso de la historia Argentina para siempre. Este fenómeno que logro propagarse dentro y fuera de los límites de la nación Sudamericana. Hoy por hoy es un referente cultural que despierta sentimientos encontrados.

Quizás por su humilde origen, y la manera como transformó la dinámica política de ese tiempo. Ella sigue siendo reconocida por sus valores en el marco de la justicia social que la llevaron a trascender en el ámbito político sin tener experiencia alguna. Solo motivada por su pasado de extrema pobreza y desigualdad social.

En la administración publica desarrollo un importante papel como defensora de la justicia social, haciendo que parte de su legado continúe vivo; desde su fundación, las cientos de escuelas, hogares para ancianos y los centros para la capacitación de mujeres fueron necesarios para la creación de una sociedad diversa.

Ella, sigue siendo un fenómeno desde varios puntos de vista social, cultural, político y humano que le suministro un valor agregado a la figura de la primera dama como un necesario símbolo anti sumisión o como un icono de transformación que logro romper los límites hasta de su propio cuerpo.

Desafiando la enfermedad del cáncer que desgraciadamente terminó con su vida a destiempo. Ella será recordada por muchas razones, con sus singularidades y peculiaridades, seguirá despertando el interés en quienes apostamos al crecimiento inclusivo de las mujeres.

Al conmemorarse un aniversario de su salida de este plano, debemos celebrar que las mujeres deben aprender a defender todo en lo que ellas creen; más aún cuando esto incluye la defensa tan relevante como la defensa de aspectos sobre el compromiso social.

Considerando que gracias a su valentía, conocemos de un referencia político que despertó la conciencia de las mujeres del mundo y quien debe ser recordada con mucho respeto por las generación venideras.