Recientemente, la ONU anuncio que la población mundial alcanzo la cifra récord de 8 mil millones de habitantes. Dicha cantidad, representa un incremento significativo puesto que en el 2010 la humanidad contaba solamente con 7 mil millones. De igual modo, este hito nos brinda la oportunidad de replantearnos como sociedad los mecanismos necesarios que nos permitan estimular y profundizar la sostenibilidad del planeta ya que, si no cuidamos del mismo, corremos el riesgo de destruir los recursos que aun poseemos. De ahí que los retos, oportunidades y riesgos nos obliguen a tomar medidas políticas lo suficientemente robustas para contrarrestar los problemas asociados. ¿Contaremos con la suficiente capacidad productiva para alimentar la población? ¿Estaremos preparados para contrarrestar de manera efectiva los embates de una nueva pandemia? Ante las inclemencias del cambio climático, ¿qué haremos?
Según los cálculos de las Naciones Unidas mas de la mitad de los 1.7 billones de almas que habrán de incrementarse de aquí al 2050 tendrá lugar en la República Democrática del Congo, Egipto, Etiopia, India, Nigeria, Pakistán, las Filipinas y Tanzania; que de acuerdo con el Banco Mundial son países de bajo o medianos ingresos. Los demógrafos indican que serán las zonas urbanas donde se absorberá casi todo el crecimiento futuro. Hoy por hoy mas de la mitad de la población mundial vive en ciudades y pueblos. En el 2050, esta cifra alcanzara el 70%. El futuro de la humanidad es sin duda alguna un futuro urbano.
Ello significa que a más inundaciones producto del cambio climático, nos abocaremos a un gran riesgo de contraer más enfermedades infecciosas producto de la mala calidad del agua y los hábitats indeseables que seguramente continuaran propagándose por las naciones anteriormente citadas y mas vulnerables a las inundaciones y otros fenómenos atmosféricos.
Wolfgang Lutz, investigador del Centro de Demografía y Capital Global Humano de la Universidad de Viena, opina que la educación, especialmente de niñas y mujeres, bien pudiera acelerar la transición demográfica ya que según sus observaciones, empoderando a las mujeres y jóvenes con oficios y carreras, la enseñanza de los métodos contraceptivos y la consiguiente voluntad de posponer el embarazo y la vida hogareña contribuirán a una reducción significativa de la población en la medida que nuestras jóvenes continúen en procura de metas más allá del simple rol de ama de casa.
Todo esto, claro está, siempre y cuando los países implementes políticas públicas propositivas y eficaces que garanticen la construcción de una infraestructura, eficaz, con servicios básicos en donde el crecimiento de la población se planifique. Esto implicará la formulación de un nuevo contrato social que involucre a toda la ciudadanía y en donde las agencias de desarrollo, la ONU, el FMI y el Banco Mundial se comprometan a invertir en planes de desarrollo que introduzcan servicios básicos de vivienda, salud, aprovechamiento de los espacios públicos, reciclaje, y que sean además resistentes a los temblores y huracanes. Es hora ya de que prestemos más atención y seriedad a una planeación más acorde con los cambios que enfrentamos en la actualidad de modo que podamos garantizar un mejor futuro y calidad de vida para los 8 billones de almas que hoy pululamos la faz de la tierra.