A pocos días de esa distancia, uno tiende a recordar todo aquello que está a punto de desaparecer. Se hace más consciente que ya se lanzó uno por el despeñadero y vamos en “caída libre”… No hay forma de echar para “atrás”, esto siempre ha sido un camino hacia delante y habrá un punto en donde llegaremos al “borde” de ese precipicio cargado de misterios.
De cierta manera, uno agradece el haber sobrevivido hasta este punto, 60 años son un asunto serio, ya que entramos en “la antesala” de los “agotamientos”. La máquina humana entra en un proceso de “fallas” que nos irán recordando… ¡Prepárate!
Los que logran llegar a los sesenta ¡se asustan! Nunca pensaron que llegarían a esta edad, jamás imaginaron que “envejecerían”, esto siempre fue un asunto de los padres y los abuelos. Pero no hay porque asustarse, a los 60, uno todavía goza de ciertos vigores juveniles. Todavía puede brincar, correr, patalear y deleitarse del amor. Todavía se puede soñar en pasarse, “esos 20 años que le quedan”, haciendo lo que nunca se atrevió a hacer…
Nos las hemos pasado trabajando, construyendo un futuro que se diluirá en el tiempo. Hemos pasado por matrimonios, nacimientos, crianzas, despedidas, divorcios y un sinnúmero de “piruetas” en las que hemos logrado llegar hasta aquí.
Todo lo vivido, lo sufrido, lo amargado, lo adorado, lo querido, lo amado ha quedado atrás, como un sueño del que “uno” logra captar “fugazmente” un cachito perdido. Parecería que nunca existió el pasado. Nos preguntamos ¿qué rápido pasa el tiempo? Y es que uno siempre está en el medio del pasado y del futuro. En un territorio de presencia constante donde siente como una briza conocida por detrás y otra briza a conocer por delante.
En mi caso particular debo agradecer y recordarme constantemente, que desde hace ratos estoy viviendo de “gratis”. En más de una docena de ocasiones pude perder la vida y, sin embargo, estoy aquí, escribiéndole a ustedes y jodiendo a los que me rodean.
Agradezco tanto lo vivido porque esas experiencias me han permitido conocer gente noble y gente despiadada. Me han llevado por caminos y lugares oscuros e iluminados que han forjado una “sublime” aceptación al tiempo que me queda. Vivo cada día sin pensar que es el último, ese siempre llega, pero será el último en llegar.
No me vuelvo loco por salir a conocer los lugares en donde nunca he estado, como hacen los viejitos sesentones. Un “tour” de despedida, mientras se tengan fuerzas.
Agradezco al lugar donde nací, República Dominicana, porque me creó características únicas de ese lugar, pero igual agradezco a Colombia, Perú, Nicaragua, ecuador, México, Brasil, Cuba, estados unidos o panamá, porque me bañe de sus aguas y bebí de sus placeres.
Aprendí a no tener que llorar más y solo lo hago callado cuando la nostalgia me toca. Suelo llorar bastante recordando aquel lugar de la infancia en donde alguna vez fui libre de ti, de ellos y de todos.
Esos recuerdos se van escabullendo, ya que se va transformando la consciencia en vías a prepararnos para la transición final. Un regreso al principio en donde no nos importara lo dejado porque “no era real”…
Les recuerdo que no me estoy despidiendo, solo agradeciendo. No tengo, que yo sepa, alguna dolencia o enfermedad, aunque muchos se van de repente…
Fue más la bondad que los desaciertos cometidos, lo cual no me garantiza el paraíso, pero si poder caminar por las calles sin esconder el rostro. Cada día aprendo algo nuevo. Si antes hablaba poco, ahora procuro hacerlo menos, aunque ahora escriba más pendejadas.
Tenemos un destino escrito y características diseñadas para actuar o ser de "x" forma. Por lo que hace tiempo deje de decirle a mis amigos que cambiaran su forma de ser… Algunos vinieron para jodernos y otros para ayudarnos… muy pocos…
Estoy cumpliendo los 60 y aunque eso no me da derecho a nada, me dio la gana de hablar un poquito de mí, no sé si será vanidad o por la rabia de saber que cada vez estoy menos en este mundo del carajo y se les va a extrañar. A pesar de los golpes que recibimos, recuerde que hay muchas razones para seguir adelante, en especial alcanzar los 60 años. Cuando uno va en caída libre siente que empiezan a salirle alas, ¡hasta por las nalgas! ¡Salud! Feliz cumpleaños Mínimo caminero.