Estimados dirigentes agropecuarios, distinguidos invitados y profesionales del sector, así como colegas del ámbito gubernamental:
Es un honor dirigirme a ustedes en este prestigioso evento para abordar un tema de suma importancia que a menudo se relega en los planes de desarrollo agroindustrial y en las estrategias industriales de nuestro país. A través de varios artículos publicados en los medios digitales El Dinero y Acento, he destacado la necesidad de incorporar el concepto sistémico de la calidad, conocido como Infraestructura Nacional de la Calidad (IC), en todos los segmentos productivos clave para nuestro desarrollo nacional, siendo la agroindustria uno de los más relevantes debido a su estrecha relación con la seguridad alimentaria.
¿Qué comprende la Infraestructura de la Calidad?
La IC juega un papel fundamental en garantizar la excelencia y seguridad de los productos en el sector agroindustrial y más allá. Al igual que necesitamos infraestructuras físicas como carreteras y servicios básicos en educación y salud, también requerimos una infraestructura institucional que asegure la calidad de los productos y servicios.
Esta infraestructura abarca un conjunto integral de procesos y organismos que trabajan en conjunto para garantizar que los productos y servicios cumplan con estándares específicos de calidad, inocuidad y seguridad, es decir, cumplan con sus promesas. En términos simples, se trata de medir, normalizar y ensayar a lo largo de las cadenas productivas, funciones que, al actuar de manera interrelacionada, aseguran la calidad, seguridad, interoperabilidad e intercambiabilidad de los productos industriales. Estos aspectos son fundamentales para el comercio, la competitividad, la innovación, la protección del consumidor, la salud y el medio ambiente.
Los servicios característicos de una IC aseguran que productos tan diversos como tornillos, celulares, tarjetas de crédito, productos lácteos y medicamentos cumplan con las expectativas de calidad y seguridad. En un contexto globalizado, estos elementos adquieren aún mayor importancia para facilitar el desarrollo industrial y respaldar los objetivos legítimos del Estado.
¿Cuáles son los componentes de la Infraestructura de la Calidad?
Los elementos clave del sistema incluyen la normalización, la metrología, las pruebas y ensayos, la certificación, las inspecciones y la acreditación.
La normalización permite la compatibilidad entre productos y reduce costos, fomentando la innovación y el acceso a mercados globales.
La certificación y la acreditación confirman que un producto, servicio o sistema de gestión cumple con los estándares establecidos, proporcionando una base de confianza entre productores y consumidores.
Finalmente, la metrología es el elemento que vuelve confiables los procesos de medición que intervienen en todos los componentes de la evaluación de la conformidad de productos, procesos, sistemas e instalaciones.
El desarrollo y mantenimiento de la IC requiere la participación de múltiples actores, tanto públicos como privados. En esta misma línea, es crucial comprender que la IC está diseñada para atender a una gran variedad de grupos meta, como empresas y productores agrícolas, sectores industriales completos, pequeñas y medianas empresas, comercio interno y externo, reguladores del Estado, centros de investigación y desarrollo, comunidad científica y académica, instituciones financieras, empresas aseguradoras y organismos de arbitraje de disputas comerciales, entre otros.
¿Cómo puede la IC ayudar al desarrollo agroindustrial?
La infraestructura de la calidad es un pilar esencial para el sector agroindustrial, proporcionando las herramientas y procesos necesarios para asegurar la calidad, seguridad y sustentabilidad de sus productos.
De hecho, su importancia se extiende más allá del aseguramiento de la calidad, siendo realmente imprescindible para acceder a mercados y cadenas de valor organizados, así como para competir en su propio terreno. Cumplir con estándares internacionales, apoyar el rol de las normas y regulaciones técnicas y lograr la reducción de costos para fomentar economías de escala, son temas aún pendientes en el caso del sector agroindustrial dominicano.
Quisiera hacer hincapié en el sector lácteo dominicano, que considero posee un potencial significativo. Este potencial nos abre la posibilidad de integrarnos en cadenas regionales o globales de valor, como lo han hecho países como Colombia y Uruguay.
Sin embargo, para lograr este objetivo, necesitamos amplios consensos, un firme respaldo político, iniciativas innovadoras de gestión, adopción de nuevas tecnologías, planes subsectoriales sobre la base de genuinos consensos, desarrollo de competencias y asistencias técnicas, y apoyo financiero focalizado. Además, es crucial aprovechar de manera planificada todos los servicios técnicos que ofrece nuestra infraestructura nacional para la calidad, concebida como un sistema dinámico orientado hacia las evaluaciones y resultados.
El subsector tiene un fuerte impacto socioeconómico y ambiental, y los encadenamientos del eslabón primario hacia la industria, aunque débiles, están en pleno desarrollo. Su importancia es básicamente de carácter nacional debido fundamentalmente a sus características estructurales, los problemas asociados directamente con la calidad y las buenas prácticas empresariales, y la ausencia del necesario grado de cohesión estratégica entre los actores participantes.
En medida considerable, son realmente los factores asociados a la calidad los que impiden una mayor efectividad de los encadenamientos del sector primario lechero hacia adelante, es decir, hacia las plantas de procesamiento existentes, lo cual impulsaría a su vez una mayor presencia de leche fresca o de productos lácteos elaborados en base a ella en los mercados nacionales.
Para lograr el mayor grado de efectividad de la IC en sus relacionamientos con la industria láctea es necesario construir un consenso en torno a los temas que puedan considerarse de alta prioridad en materia de calidad. Una vez alcanzado un acuerdo formal sólido de este tipo es preciso definir la motivación principal del interés por la calidad, es decir, cuáles son los objetivos estratégicos que pueden ser alcanzados garantizando un producto de calidad en todas las etapas de la cadena de valor.
Tales objetivos pueden referirse al interés de las industrias de incursionar en mercados altamente regulados de manera independiente o participar en cadenas de valor global; pueden responder a la necesidad de imprimir un mayor grado de organización y competitividad a la producción primaria con miras a fortalecer sus encadenamientos hacia adelante, aportando así a los objetivos estratégicos de las industrias, o finalmente, tales objetivos podrían ser el reflejo de un enfoque sistémico del mejoramiento de la calidad a lo largo de la cadena láctea, entre otros escenarios posibles.
En los planteamientos estratégicos no pueden faltar los objetivos meramente económicos que se plantean a todo lo largo de la cadena de valor, como: lograr una mayor eficiencia y eficacia de los procesos, incrementos de la productividad y otros asociados a la rentabilidad y competitividad.
Partiendo de lo expuesto, podríamos proponer la siguiente cadena lógica de eventos, a título de simple ejemplo:
A.Los intereses involucrados en la cadena se ponen de acuerdo en cuanto a la necesidad de emprender acciones conjuntas, deliberadamente planificadas y deseadas por todos (etapa del consenso).
B. Se concretan los requerimientos de calidad e inocuidad a lo largo de toda la cadena de valor. Esta tarea implica la definición de parámetros o requisitos normativos de calidad para facilitar la evaluación de la conformidad y garantizar la reproducibilidad, comparabilidad y rastreabilidad (etapa de la calidad).
C. Se responde a la pregunta de ¿calidad para qué? La respuesta a esta pregunta determina la especificación y justificación de los objetivos estratégicos (etapa de la visión).
D. Se definen e implementan estrategias para caminar hacia los objetivos consensuados (etapa de los medios).
E. Se ejecuta el programa partiendo de un enfoque sistémico y dinámico de sus componentes (etapa de la ejecución).
F. Se monitorea la ejecución (etapa de la regulación, inspección, auditorías).
G. Se miden los progresos, se certifican resultados y se introducen las mejoras o cambios necesarios (etapa de la medición de los avances e impactos, de medidas correctivas y de certificación de la conformidad).
La calidad es medible a través de determinados parámetros. Éstos son establecidos por el sistema de normalización técnica nacional, el cual establece, mediante el consenso y la más amplia participación, los parámetros medibles, comparables y reproducibles en cualquier tiempo y lugar.
La calidad medible es implementable y certificable. Esta es la que requiere la industria para competir en cualquier terreno. Además, es la única que facilita el trabajo de los reguladores estatales o privados premiando a quienes cumplen voluntariamente las normas o imponiendo sanciones cuando se trate de violaciones a los reglamentos técnicos vigentes (ámbito obligatorio).
Para maximizar los beneficios y minimizar los desafíos, es crucial invertir en las líneas básicas del fortalecimiento de la IC, proporcionar apoyo y recursos de manera focalizada a las pequeñas y medianas empresas del subsector, aplicar las normas y reglamentos en sus versiones simplificadas en una primera etapa, incorporar sistemas confiables de mediciones a lo largo de toda la cadena, certificar el cumplimiento por organismos competentes y asegurar la implementación de un plan de modernización del subsector logrando el más alto consenso intra e intersectorial.
Modelos exitosos sobre el particular nos muestran una lección invaluable sobre la importancia de una colaboración armónica entre el gobierno, las instituciones de infraestructura de calidad y el sector privado, incluidos tanto la industria como los productores rurales. Esta sinergia permite establecer una cadena productiva láctea de envidiable eficiencia y calidad, cumpliendo con los más altos estándares internacionales "desde la granja hasta el tenedor". Es este enfoque sistémico hacia la calidad lo que debemos aspirar a replicar en nuestra nación.
Tales modelos exitosos, también nos enseñan que mediante políticas públicas enfocadas y el desarrollo de sistemas de pago por calidad, es posible transformar el sector primario de manera significativa. La aplicación de políticas para mejorar la calidad de la leche, implicando directamente a los productores en el proceso de mejora continuada, es un paso decisivo. A través de decretos u otras normativas y la posible implementación de un Sistema Nacional de Calidad de Leche, puede lograrse que la industria láctea clasifique la leche según parámetros objetivos y realice pagos justos y acordes a la calidad.
Más allá de los sistemas de pago, la inversión en laboratorios para controlar y clasificar la leche según su calidad es un elemento crucial. Este paso no solo ha beneficiado a la industria por la reducción de la incertidumbre en las mediciones, sino que también ha permitido la introducción de métodos más eficientes y precisos para evaluar los componentes esenciales de la leche, como la grasa y las proteínas.
Los modelos exitosos demuestran la importancia de una colaboración entre el gobierno, instituciones de calidad y el sector privado, incluyendo la industria y los productores rurales. Esta sinergia establece una cadena láctea eficiente y de alta calidad, cumpliendo con estándares nacionales e internacionales. Tales modelos muestran que, mediante políticas enfocadas y sistemas de pago por calidad, se puede transformar el sector primario.
La inversión en laboratorios para controlar la calidad de la leche y la implementación de sistemas de gestión en empresas lecheras son cruciales. Los resultados incluyen una mejora en la calidad y productividad, así como un aumento en los ingresos de los productores. Tales iniciat1ivas son fundamentales para el desarrollo agroindustrial y deben adaptarse a nuestras realidades, mostrando determinación política, colaboración entre actores clave y compromiso con la calidad concebida de manera integral.Top of Form
Estas humildes reflexiones no son nuevas, van a cumplir 18 años, desde el inicio de mi gestión al frente de la antigua Dirección de Normas y Sistemas de Calidad.
¡Muchas gracias!