La historiografía tradicional como parte de su misión distorsionadora de nuestro pasado histórico, ha logrado presentarnos el apresamiento y deportación de Duarte y sus compañeros tras la fundación de la República, como un conflicto de corte electoral entre Duarte y Santana. Todo con el propósito de desvirtuar la esencia de esos acontecimientos, que constituyeron la primera jornada de lucha anticolonialista en la recién creada República Dominicana. Eventos que alcanzaron su clímax en la asamblea popular del 26 de mayo de 1844 en la Plaza de Armas (mal llamada Parque Colón), donde Duarte encabezó la posición revolucionaria y anticolonialista que rechazó la cesión de Samaná a Francia con carácter de perpetuidad.

A finales de 1844 con la división interna de los haitianos entre negros y mulatos, se hacía factible una alianza coyuntural de trinitarios y afrancesados con el punto común de aprovechar la división de los haitianos para fundar la República Dominicana, aunque ambos sectores tenían metas estratégicas diferentes. Lamentablemente los afrancesados lograron el control del movimiento y extirparon el vocablo independencia, reemplazándolo por el de separación, que estaba más a tono con sus propósitos. Obviamente el independiente no puede unirse a nadie más.

Como parte fundamental de esa trama antinacional, impusieron en la Junta Central Gubernativa la nota secreta del 8 de marzo, que establecía el protectorado con Francia y la entrega a perpetuidad de la península de Samaná a esa potencia. Refrendado este asunto de modo deplorable por el representante de los trinitarios en la Junta Central Gubernativa, (Sánchez) quien no dominaba la conceptualidad de dicha resolución, que instituía un premio de “compensación” a Francia:

“El Gobierno de Santo Domingo, en recompensa, cederá a Francia a perpetuidad la península de Samaná en los límites fijados por la naturaleza, y que la hacen península. (Correspondencia del cónsul de Francia en Santo Domingo 1844-1846.  Emilio Rodríguez Demorizi, editor. Mu-Kien Adriana Sang, traducción. Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Santo Domingo, 1996. p. 62).

Neutralizados los haitianos con las batallas de marzo, ya no serían problemas en ese año para los criollos, estas derrotas se adicionaban a sus graves contradicciones internas.  Como se advierte, en el bando dominicano se suscribió a nivel burocrático la  famosa nota del 8 de marzo, con las intenciones de cercenar para siempre a Samaná. Duarte tras su regreso del exilio impugna esta decisión fementida y reclama que sea la población  quien decida la suerte de Samaná.

Se convoca la asamblea pública del 26 de mayo en la Plaza de Armas, Plaza de la Catedral o Parque Colón, para definir el polémico tema. Los afrancesados estaban tan seguros de su triunfo, que tenían en el país reporteros de periódicos franceses, para cubrir los pormenores del proceso de entrega de la bahía apetecida. El periódico parisino Journal Des Debats  sin pensar en el destino de la historia, recogió los pormenores de la asamblea:

“La sesión de la Junta el 26 de mayo, fue abierta por un discurso de Tomás Bobadilla, quien trató de hacer comprender la necesidad de aceptar la protección de Francia, que había sido ofrecida, decía, por el Cónsul de Francia Mr. Juchereau de Saint Denys. Los Generales Juan Duarte y Manuel Jimenes combatieron directamente esa medida, y declararon que ellos no aceptarían ninguna dominación extranjera, y en consecuencia la oferta de protección de Francia fue rechazada por la asamblea”. (Correspondencia del cónsul de Francia en Santo Domingo 1844-1846.   p. 128).

El señor Harrison J. Thompson, vicecónsul inglés en Puerto Rico, informó de estos sucesos a su Cancillería, señalando:

“El señor Tomàs Bobadilla, miembro de la mencionada Junta Gubernativa, abrió los debates expresando que por el estado de empobrecimiento de sus finanzas, la destrucción del comercio y la incapacidad para defenderse durante cierto tiempo contra las invasiones de su poderoso vecino, él creía que lo mejor sería aceptar la protección de Francia en las condiciones propuestas por el cónsul francés. A esta proposición se opusieron vigorosamente los Generales Juan Duarte y Manuel Jimenes, quienes declararon que nunca se someterían al predominio de ningún poder extranjero y siendo secundados por una fuerte mayoría la junta se disolvió inmediatamente”. (Emilio Rodríguez Demorizi. Documentos para la historia de la República Dominicana.    Archivo General de la Nación. C. T. (Santo Domingo) 1958. T. III pp. 59-60).

Duarte y el general Manuel Jimenes le mataron el pollo en la funda a los afrancesados y convencieron a la población para que rechazara el protectorado y la entrega de Samaná de modo perpetuo a Francia. Las diferencias de modo previo se debatían en los organismos burocráticos a puertas cerradas, hasta que el cisma se puso de manifiesto en la asamblea pública, donde se intentó que la población refrendara los acuerdos secretos para la anexión a Francia.

Periódicos de España, México y Francia también se hicieron eco de la histórica convención popular.  Las autoridades francesas en París comprendieron el gran mensaje de la asamblea del 26 de mayo, bautizada como día del patriotismo integérrimo y cesaron los intentos de protectorado para apoderarse de Samaná. Decisión  contraria a la opinión  del cónsul Saint Denys quien trató de persuadir a sus jefes en la metrópoli francesa, cuando les informaba que los enemigos constituían un grupo reducido:

“Una oposición dirigida por el Sr. Duarte y algunos otros “exclusivos” (que quieren la exclusión de los extranjeros) se manifestaron en seguida ante la asamblea. Se quería un simple reconocimiento de parte del gobierno francés. La doctrina predicaba por los “exclusivos” del oeste, tuvo algunos progresos. Sin embargo, la demanda del protectorado fue firmada por todos los miembros de la Junta”. (Correspondencia del cónsul de Francia en Santo Domingo 1844-1846.   T. I p. 162).

 Duarte quería la exclusión de los extranjeros perniciosos como Saint Denys, que pretendía cercenar parte del territorio nacional. Pese al desarrollo de los acontecimientos posteriores adversos para los trinitarios, esta decisión fue irreversible.  El propio Santana en su pérfido manifiesto del 28 de julio de 1844, acusando de traición a la patria a Duarte imputándole querer “vender el país a la Colombia”, se veía compelido a “aclarar” que no quería vender el país a Francia, cuando sentenciaba.

“El anarquista Duarte, siempre firme en su loca empresa, se hizo autorizar, sin saberse como, por la Junta Gubernativa, para marchar a La Vega con el especioso pretexto de restablecer la armonía… Propaga por todos aquellos pueblos el favorito sistema de la pretendida venta del país y del restablecimiento de la esclavitud!”. Documentos para la historia de la República Dominicana.  T. II p. 69).

Si hoy los dominicanos tenemos la posesión de Samaná se debe a la radical actitud de Duarte en la histórica asamblea de la Plaza de Armas. En Samaná debe levantarse una estatua gigantesca del Padre de la Patria.  El 26 de mayo fue declarado Día del patriotismo integérrimo, pero desde los gobiernos de Trujillo y Balaguer esta fecha poco a poco ha sido soslayada, porque representa el surgimiento de las ideas anticolonialistas en nuestro país.

Por eso, no es fortuito, que se escogiera la zona de Galindo, donde nunca accionaron los trinitarios para denominarla Plazoleta La Trinitaria, con esto aceptaban dos palos acechaos, primero no le otorgaban a esa plaza próxima a los puentes el nombre que merece: Plazoleta Héroes y Mártires de Abril, en honor a los centenares de dominicanos caídos en ese lugar en 1965 en defensa de la constitucionalidad burlada por los eternos enemigos de la nación dominicana, mientras en la antigua Plaza de Armas quedaba intacto el nombre de Cristóbal Colon, genocida que exterminó la raza aborigen en esta isla, área que debe llevar el nombre de: Plaza de los Trinitarios, en homenaje a la derrota que le infligió Duarte al bando traidor y parricida de Pedro Santana, en la magna asamblea de la población dominicana.

Los orcopolitas (como bautizó Duarte a los reaccionarios) contemporáneos nunca le perdonarán al Padre de la Patria que no tenemos un Guantánamo francés en Samaná por su actitud radical, anticolonialista del 26 de mayo de 1844.