Si miráramos de frente al presente año, todos pudiéramos notar que las tensiones geopolíticas, los desequilibrios clave entre oferta y demanda sin resolver y las altas tasas de interés son algunos de los retos que los líderes empresariales enfrentan en la actualidad, lo que nos lleva hacernos la siguiente pregunta: ¿Regresarán alguna vez las empresas a un mundo prepandémico o el reajuste permanente que experimentamos seguirá su curso junto a las incertidumbres y acertijos sin resolver?

 

Comencemos por entender la raíz del asunto, comprendiendo que, un macro escenario está compuesto por todos aquellos factores no controlables que afectan de forma directa a la empresa y sus entornos, pudiendo ser factores políticos, económicos, medioambientales, tecnológicos, entre otros.

 

Justamente, desde marzo de 2020 hasta noviembre de 2022 este escenario reflejó la inflación más alta de una generación, con precios al consumidor aumentados en casi un 16 % en Estados Unidos, un 15% en la eurozona y un 14,6 % en América Latina. Esto se debió directa o indirectamente a las perturbaciones de las cadenas de suministro y los productos básicos, así como al aumento y cambio en la composición de la demanda que superó la capacidad de producción de las empresas y los aumentos de salarios y precios que siguieron.

 

La actualidad y sus escenarios

 

Todavía hoy, tras casi tres años de cambios e incertidumbre, no podemos decir que todo está resuelto. De hecho, un conjunto complejo y variado de fuerzas está potencialmente introduciendo una nueva era, con múltiples fuentes de riesgo, oportunidades y potenciales transformaciones. Estos retos marcarán cómo el orden mundial, la tecnología, la demografía, la energía, los recursos, y el capital evolucionarán y afectarán sus negocios y con ellos a la maquinaria global. Con estas fuerzas en mente, hay dos dimensiones principales que podrían definir el nuevo marco de escenarios:

 

1-El estado del equilibrio estructural a largo plazo y la cooperación internacional, una dimensión que capturará qué tan bien el suministro de materiales y bienes manufacturados, los datos y el capital que requieren, podrán satisfacer la demanda global a precios asequibles. Este punto en especial estará fuertemente influenciado por las regulaciones locales que determinan las respuestas de la oferta, así como por las instituciones y marcos que rigen las relaciones diplomáticas y el intercambio internacional.

 

Y la segunda dimensión es el nivel de apoyo fiscal a corto plazo y el estado de la política monetaria, un renglón que analiza qué tan bien se enfocan el gasto público y los incentivos basados ​​en el mercado y de qué manera los bancos centrales afectan la disponibilidad de crédito y las condiciones financieras generales. Este punto puede estar fuertemente influenciado por la dinámica política nacional y la efectividad de los movimientos actuales de los bancos centrales para controlar las presiones inflacionarias.

 

De esta forma podemos analizar que, dependiendo de la forma en que estas dos dimensiones varían e interactúan, se determinan las decisiones que toman las personas, las empresas y las organizaciones sociales para gastar, invertir y buscar soluciones innovadoras que tengan un impacto positivo en los resultados macroeconómicos del escenario global.

 

Otro de los factores que podrían observar un crecimiento desde estos nuevos escenarios globales son la productividad, los salarios y las ganancias; cómo podría aumentar o disminuir la participación en la fuerza laboral; cuánto pueden gastar los consumidores e invertir las empresas; qué alturas puede alcanzar la inflación; y cuán asequible podría ser en sí la transición energética.

 

El compromiso con la cooperación global y las opciones efectivas de política económica juntas serán determinantes, pues crean incentivos a largo plazo para la inversión y la innovación y brindan un fuerte crecimiento de la productividad y expansión de la oferta, lo que podría ayudar a contrarrestar los obstáculos inflacionarios al tiempo que permitirían una transición energética asequible que podría empezar a observarse a partir del 2025.

 

Trabajar con estos escenarios podrá ayudar a los equipos ejecutivos en 2023 a construir una convicción compartida sobre su entorno operativo y competitivo y, en consecuencia, actuar con más decisión cuando sea el momento de comprometerse, ser audaz y acelerar la ejecución; o contenerse sin dejar de lado la agilidad.