El 14 de junio constituye una fecha de importante recordación histórica en nuestro país; para ese día en 1959 un grupo de jóvenes intentaron realizar la última invasión armada en contra de la tiranía trujillista. El conjunto de expedicionarios contaba con el patrocinio de Juancito Rodríguez, un terrateniente del Cibao que desde el exilio dispuso de su fortuna para terminar con la opresión a la que el régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina sometía al pueblo dominicano.
“Llegaron llenos de patriotismo, enamorados de un puro ideal…” un grupo de personas con la única intención de lograr la libertad de la nación de Duarte, vale acotar que en tal tarea libertaria logro aglutinar un grupo de jóvenes de diferentes nacionalidades de Latinoamérica, en su mayoría personas con formación académica y un estatus social acomodado, que dejaron sus pueblos, familias, profesiones y comodidades con el único objetivo de ofrendar sus vidas por la instauración de la democracia en un país vecino. Esa raza inmortal fue torturada y asesinada por los esbirros de la tiranía.
La intentona de incursión armada, los constantes actos de represión y las limitaciones a las cuales la tiranía trujillista sometía al pueblo sembró la semilla de libertad entre los estudiantes y obreros; es así, como en honor a dicha gesta se forma el movimiento 1J4, en una finca de Mao, Provincia Valverde de la familia de Pipe Faxas, contando con jóvenes brillantes como Manual A. Tavarez Justo (Manolo) y Minerva Mirabal Reyes.
Fruto de las acciones del 1J4 se da el punto de quiebre para la Era de Trujillo. En un primer orden al ser develado el movimiento se realiza una gran operación de apresamientos que lleva a la prisión a la mayoría de sus integrantes, los cuales resultaron ser jóvenes de la clase acomodada, universitarios, hijos y familiares de los funcionarios de la época. La conciencia colectiva había despertado para no dormir jamás. Es con el horrendo asesinato de las Hermanas Mirabal el 25 de noviembre de 1960 que se sella la ruta de no retorno, los días del tirano estaban contados.
La importancia del 14 de junio no culmina con el final del sátrapa, sino que se convierte el 1J4 en un movimiento político de neurálgica importancia en las acciones sucesivas para la instauración de la democracia en nuestro país, si bien es cierto como organización política se abstienen de participar en las elecciones de diciembre de 1962 (primeras elecciones democráticas luego de Trujillo) en las cual es electo el profesor Juan Bosch como presidente, no menos cierto es que ante el infame golpe de Estado de septiembre del 1963 es el 1J4 con Manolo Tavarez a la cabeza que inician un alzamiento guerrillero hacia las “escarpadas montañas de Quisqueya” en post de la lucha por democracia, teniendo como resultado la muerte de un grupo de jóvenes, formados moral y académicamente, que ofrendaron sus vidas por seguir su ideal de democracia.
En abril de 1965 en ocasión de la guerra civil, transformada en guerra patria ante la 2da intervención norteamericana, disfrazada con la FIP (Fuerza Interamericana de Paz) el 14 de Junio como movimiento jugo un papel trascendental en la defensa de la nación, siendo sus miembros participes de las acciones y denominados comandos.
Al hacer una visión rápida de nuestra juventud de hoy, vemos como la deserción escolar va en aumento, los embarazos en adolescentes se incrementan y los actos delincuenciales son perpetrados en un 75% por un grupo etareo entre 17 a 33 años de edad. La mal llamada “música urbana” incita a los jóvenes a la violencia, a tener posiciones materiales sin importar las acciones indecorosas que deban realizar para conseguir “la funda o paca”. Vivimos en una sociedad de consumismo y mercantilista donde los ideales han pasado a un 5to plano. Una sociedad donde los se han invertido los valores morales y el ser humano vale por lo que tiene.
Quien es capaz de decirle a un joven en nuestros días, que deje un “teteo” para irse a las montañas a ofrendar su vida por un ideal. No podemos olvidar que las libertades que disfrutamos en la actualidad es gracia al sacrificio de esos hombres y mujeres cuyos principios, jóvenes que su conciencia del bien común y su amor por la patria estaban por encima de sus intereses particulares, incluso por encima de sus propias vidas.
Es cierto que gracias a su sacrificio no es necesario hoy luchar con las armas, pero no menos cierto es que hoy tenemos otro tipo de lucha, una lucha que nos invita a rescatar los buenos valores, las normas de cortesía, la formación académica y la cultura nacional, porque el proceso de adopción de costumbres extranjeras, el pensar solo en el interés personal y no en el colectivo, está acabando con nuestra sociedad. Es hora de reaccionar.