Muchos de nuestros amables lectores se preguntarán qué relevancia histórica tiene la fecha con la que se titula este artículo. Para los anales de la historia, esta fecha tiene un gran significado para las relaciones internacionales de la República Dominicana, en especial con su principal socio comercial: los Estados Unidos de América. El 10 de abril de 1984, el presidente constitucional de la República, en ese entonces, Dr. Salvador Jorge Blanco, se convirtió en el primero y hasta ahora en el único jefe de Estado dominicano que ha tenido el honor de realizar una visita de Estado al coloso del Norte, invitado por el presidente de entonces, el republicano Ronald Reagan.

Algunas personas y hacedores de opinión pública entienden que no existe tal diferencia entre una visita de Estado de un mandatario cuando visita otro país. Sin embargo, en el caso especifico de los Estados Unidos, cada tipo de visita tiene su particularidad. Por ejemplo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos califica en cinco, el tipo de visitas diplomáticas a ese país, que son las siguientes: Estado, Oficial, Oficial de Trabajo, de Trabajo y Privadas.

La visita de Estado es la visita de mayor jerarquía y solo puede ser ofrecida a un jefe de Estado, como al presidente de un país o a un monarca como la Reina Isabel II de Reino Unido. Dada esta definición, muchos podrían argumentar que otros presidentes dominicanos que fueron recibidos por presidentes estadounidenses también hicieron una visita de Estado, por el simple hecho de ser jefes de Estado. La respuesta ha dicha interrogante, es que no, ningún otro presidente dominicano ha tenido dicho honor, ya que las visitas de Estado incluyen algunos atributos especiales que no tienen las visitas oficiales, y, por ende, otros presidentes dominicanos no recibieron tal distinción.

Durante una visita de Estado, el mandatario invitado recibe una habitación por al menos cuatro días y tres noches en la Casa Blair (Blair House), que es la residencia oficial de invitados del presidente de los Estados Unidos, que se encuentra a pocos metros de la Casa Blanca. En ese mismo orden, otros de los atributos particulares de las visitas de Estado son los siguientes: además de sostener una reunión con el presidente estadounidense y realizar discursos en el jardín de las rosas de la Casa Blanca. Una visita de Estado también incluye: una cena de Estado en la Casa Blanca, una ceremonia de llegada y salida en los terrenos del sur de la Casa Blanca con una salva de 21 cañonazos. De igual manera, pueden intercambiar regalos y los cónyuges de los jefes de Estado pueden asistir a las ceremonias y cenas. Además, se le permite el acceso a la prensa para la ocasión. Y, por último, otro elemento importante de las visitas de Estado es que la bandera del país visitante es colocada a la par con la estadounidense por las calles principales de Washington, DC. Un hecho que presenciamos con la última visita de Estado de Emmanuel Macron, presidente de Francia en 2018.

Por otra parte, las visitas oficiales en esencia tienen mucha similitud con las visitas de Estado, pero las diferencias están en los siguientes aspectos: en las visitas oficiales, los jefes de Gobierno o de Estado solo reciben una salva de 19 cañonazos en sus ceremonias de llegada y salida, las cenas en su honor se denominan cenas oficiales, y finalmente las banderas de sus países no ondean por las principales calles de la ciudad de Washington, DC.

En cuanto a las visitas oficiales de trabajo, de acuerdo con el Departamento de Estado, estas se pueden ofrecer tanto a un jefe de Estado como de Gobierno. Para estas visitas la Casa Blair está disponible pero solo para dos noches y tres días, incluye una reunión con el presidente de los Estados Unidos, seguido por un almuerzo de trabajo en la Casa Blanca. Una cena o recepción es posible en este tipo de visitas, pero es muy poco probable que ocurra, y más bien depende de la importancia del jefe de Estado o de Gobierno en cuestión. En ese mismo tenor, el secretario de Estado participa en dicho almuerzo de trabajo, el acceso a la prensa es limitado, los cónyuges no participan de dicho encuentro ni tampoco se realiza el acostumbrado intercambio de regalos.

Las visitas de Trabajo por lo general se le extiende a un jefe de Estado o de Gobierno a través de una invitación por parte del presidente de los Estados Unidos. Este tipo de visita consiste regularmente en una reunión con el presidente estadounidense, sin incluir almuerzo, cena o presencia de los medios de comunicación. Tampoco los cónyuges pueden asistir ni tampoco se permite intercambios de regalos.

Las visitas privadas son la última categoría de visitas catalogadas por el Departamento de Estado, este tipo de visita puede ser a cualquier funcionario oficial del Estado o del Gobierno sin contar la invitación previa del presidente de los Estados Unidos. Dicho funcionario pudiera solicitar una reunión con el presidente estadounidense en caso de ser aprobada.

Como podemos apreciar, los Estados Unidos posee cinco categorías de visitas a su jefe de Estado, cada una de ellas con sus particularidades como señalamos anteriormente. Sin embargo, la interrogante que surge en estos momentos es la siguiente: ¿Por qué Salvador Jorge Blanco tuvo el honor de tener una visita de Estado y otros presidentes dominicanos no han tenido ese privilegio? La respuesta más idónea a dicha interrogante es que el presidente Jorge Blanco tuvo ese honor por coincidir con el momento histórico que se vivía en esa época, más que por la importancia geopolítica del país en esos momentos. Hacían pocos días, el 26 de marzo de 1984, se había conmemorado el primer centenario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, siendo esta la razón principal de dicho honor, más que por razones geopolíticas, geoestratégicas o geoeconómicas.

Si los Estados Unidos valora en su justa dimensión la importancia geopolítica y geoestratégica que está jugando la República Dominicana en estos momentos en América Latina y el Caribe, a través de la Alianza para el Desarrollo en Democracia, que lidera junto a Panamá y Costa Rica, en defensa de los valores que pregonan los Estados Unidos, debería el presidente estadounidense, Joe Biden, extenderle una invitación al presidente, Luis Abinader, para que realice una visita de Estado a los Estados Unidos, no solo por el rol geopolítico activo que ejerce en estos momentos en la región, sino para el beneplácito de los dos millones de dominicanos residentes en el gigante del Norte.