¡No, gracias!

No sé si es por estar viejo y por lo tanto fuera del contexto real en el que vivimos, o lo que me está sucediendo es pura casualidad, pero en corto espacio de diez días me han rechazado dos veces el dinero dado como propina. La primera vez ya la relaté en un escrito anterior con el desdén y los insultos escatológicos del ¨propinado¨ por solo recibir diez pesos en el parqueo público de una ciudad del interior, y la segunda me acaba de suceder esta mañana con un joven de los llamados ¨empacadores¨ de un supermercado aquí en la capital. Hice una pequeña compra que ocupaba apenas cinco bolsas con muy poco peso y que tenía la intención de cargarlas yo mismo hasta el vehículo, pero el muchacho se empeñó de manera ¨amable¨ en llevarlas y accedí más por ayudarlo que por otra cosa , recorrimos los diez escasos metros hasta el vehículo y una vez desmontadas, operación que duró de diez o doce segundos procedí a darle la propina de 15 pesos que era la devuelta del importe y el único menudo que llevaba encima. Al verlos, ni siquiera los tomó y con un tono de suficiencia dijo ¡No, gracias! Se dio la vuelta con cierto desdén y se retiró con la cabeza erguida posiblemente muy herido en su amor propio que no debía ser otro que el poco o mucho tesoro que obtenga al día por un ¨trabajo¨ al que pudiéramos catalogar de servicio residual. ¿Qué es lo que está pasando con el dinero? Parece que además de devaluado está despreciado o menospreciado ¿Es que estos ¨propinistas, sean de parqueos, de supermercado, o de despellejar tusas marcianas, se sienten profesionales del limosneo ya van camino a agruparse en un SINDEPROPEX Sindicato de Propinistas Exigentes? ¿Están pensando en imponer tarifas máximas por labores mínimas? Lo que señalaba la inicio, es posible que yo esté viejo y más obsoleto con la economía que un sombrero de Jipijapa, de esos que llevaban nuestros abuelos, o que a estos disimulados pedigüeños les falta además de una mínima educación de agradecimiento, el desempeño de un trabajo de verdad y que sepan lo que es ganarse un dinero bien sudado produciendo verdadera riqueza para el país. O al menos eso pienso yo que soy un viejo anacrónico y muy pronto, despropinado..

Yo los vendo ligados

También hoy he tenido un cierto rifirrafe con un vendedor callejero, vendía mangos y aunque aún no es temporada ni están en plena sazón me apetecía llevarme tres de ellos para tres nietos a quienes les gusta mucho este tipo de fruta. Lo se siempre ¿A cómo van? A uno por cuarenta pesos y tres por cien. Bien, deme tres. Escoja. Y así lo hice, elegí dos mangos que se veían bien, con buen tamaño y color, y al tomar el tercero, me lo quitó de la mano y me puso otro que tenía ¨en parte atrás del carrito¨ mucho más pequeño y que no lucía igual de sano que los otros dos anteriores. Yo protesté pues los quería todos iguales y el ¨manguero¨ me dijo que él los compraba ligados (dos buenos y uno malo) y los vendía así también, ligados. A mí me salió de inmediato el mal humor de anciano harto mil veces de ser engañado de mil maneras y le respondí que los cien pesos que le iba a dar a él eran todos buenos e iguales, que no había ni la tercera parte, ni uno solo, de ligado. Como podrán imaginarse la venta no se produjo, me fui y el vendedor siguió en voz bien alta con su rosario de reproches. Ustedes tal vez dirán que soy tacaño o como decimos por aquí, malgenioso por añadidura, pero por haber tanto permisivo es que hay tanto abusador, ya sea en cosas grandes como contratos de minas y carreteras o en minúsculas como unos simples mangos.