Las sanciones "ilegales" contra Rusia pueden ser interpretadas como un acto de agresión internacional, advirtió hoy Dmitri Medvédev, jefe adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia, quien advirtió de que Moscú tiene derecho a una "defensa individual y colectiva".
"En circunstancias determinadas, las sanciones ilegales pueden ser calificadas como un acto de agresión internacional por parte de algunos países o sus alianzas", escribió Medvédev en su canal de Telegram.
Ese sería el caso si las sanciones buscan, antes que nada, destruir la independencia económica y la soberanía estatal, y amenazan "la misma existencia del Estado", añadió el político, quien fue presidente de Rusia en 2008-2012.
Las restricciones adoptadas últimamente contra Rusia son ilegales y forman parte de una "guerra híbrida", denunció, por lo que suponen "una clara violación de los derechos de la Federación Rusia".
"En resumen, como dicen nuestros adversarios, esto es una declaración de guerra económica. En este caso, el Estado que sufrió la agresión, es decir Rusia, tiene el derecho a la defensa individual y colectiva en el marco de la legislación nacional y el derecho internacional", señaló.
Medvédev advirtió: "Que nadie dude de que Rusia usará ese derecho en las formas y márgenes que considere conveniente".
Insistió en que las sanciones adoptadas al margen del artículo 41 de la ONU son, en realidad, "represalias" no reconocidas por el derecho internacional.
El expresidente ruso pronosticó que las sanciones, que no tienen precedentes "por su magnitud y cinismo", provocarán "el colapso de todas las instituciones internacionales, incluido, antes que nada, de la ONU".
Recalcó que su objetivo es "debilitar profundamente el Estado (ruso) y causar descontento hacia las autoridades con el fin de que aquel sea consecuentemente derrocado".
"El resultado de esa presión habitualmente es el contrario: tiene lugar la consolidación de la sociedad civil en torno al poder y se fortalece el régimen político vigente", comentó.
Alertó de que los rusos concentrarán sus "emociones negativas" contra los países que introdujeron las sanciones, a los que verán como "enemigos de Rusia".
"Las sanciones ilegales, como todo en este mundo, son provisionales y en algún momento se terminarán. Su resultado será un orden internacional destruido y consecuencias muy graves para la economía mundial y la vida de algunos países", aseveró.
El primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, estimó en más de 6.000 las sanciones impuestas a su país, al que han puesto en la situación más complicada desde la caída de la URSS en 1991.