La presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, llegó hoy a Corea del Sur para continuar con su gira asiática, tras su visita relámpago a Taiwán que desató fuertes críticas desde Pekín y represalias contra la isla.

El avión de las fuerzas de EEUU en el que viaja Pelosi aterrizó hoy en la base aérea de Osan (al sur de Seúl) a las 21:26 hora local (12:26 GMT) procedente de Taipéi, donde la presidenta de la Cámara de Representantes se reunió este mismo miércoles con la mandataria taiwanesa, Tsai Ing-wen.

La política estadounidense tiene previsto reunirse este jueves en Seúl con su homólogo surcoreano, Kim Jin-pyo, antes de desplazarse ese mismo día a Japón, que será la última parada de su gira asiática.

Pelosi, quien pasó menos de 24 horas en una visita no anunciada oficialmente a la isla, prometió durante su estancia que Estados Unidos "no abandonará a Taiwán", mientras que China anunció medidas "contundentes y efectivas" que incluyen sanciones al territorio insular y un amplio despliegue militar en torno al mismo.

La de hoy ha sido la primera visita de un presidente de la Cámara de Representante de EE.UU. a Taiwán desde 1997, cuando el republicano Newt Gingrich viajó a la isla.

Taiwán, con quien EE.UU. no mantiene relaciones oficiales, es uno de los mayores motivos de conflicto entre China y EE.UU., debido sobre todo a que Washington es el principal suministrador de armas de la isla y sería su mayor aliado militar en caso de conflicto bélico con el gigante asiático.

China insiste en "reunificar" la República Popular con la isla, que se gobierna de manera autónoma desde que los nacionalistas del Kuomintang (KMT) se replegaran allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas y continuaran con el régimen de la República de China, que culminó con la transición a la democracia en la década de 1990.

Pero desde entonces han tomado fuerza las voces que reclaman declarar la independencia de Taiwán como Estado soberano.

Respuesta china a la "farsa"

El profundo malestar de Pekín por esta visita se puso nuevamente de manifiesto tanto en palabras como en hechos: la retórica encendida del Gobierno chino estuvo un día más acompañada por sanciones comerciales mientras prosigue el amplio despliegue militar en todo el Estrecho de Taiwán.

El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi tachó la visita de "completa farsa" y advirtió de que "quien ofenda a China será castigado", mientras la portavoz de ese departamento Hua Chunying advirtió de que las medidas de su país serán ""contundentes y efectivas".

Si ayer martes Pekín prohibía la importación de cientos de productos alimenticios y agrícolas de Taiwán alegando que violaban "regulaciones importantes" sobre registro de empresas, esta mañana le tocó el turno a los cítricos, brotes de bambú congelados y dos tipos de pescado procedentes de ese territorio, que han quedado vetados por la Administración de Aduanas del gigante asiático.

El Ministerio de Comercio también proscribió las exportaciones a Taiwán de arena de la China continental.

A los afectivos militares desplegados para maniobras en torno a la isla se les sumaron la pasada madrugada 21 aviones chinos que entraron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de Taiwán, según denunció el Ministerio taiwanés de Defensa.

Ese departamento acusó hoy a China de "violar gravemente" sus "derechos y soberanía territorial" con las maniobras militares, que calificó de "bloqueo marítimo y aéreo" e incluyen prácticas con fuego real y el cierre del espacio marítimo y aéreo en las zonas donde se efectúen.

La visita de Pelosi, tercera autoridad de EE.UU. y segunda en la línea de sucesión a la Casa Blanca, es la primera de un presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. a Taiwán desde 1997, cuando el republicano Newt Gingrich visitó la isla.

También es la visita de mayor nivel por parte de un representante estadounidense desde esa fecha, si bien varias delegaciones de congresistas han pasado por allí en los últimos meses.

Su presencia ha constituido para Pekín una muestra de respaldo a la independencia de Taiwán, territorio sobre el que Pekín reclama la soberanía al considerarla una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí en 1949, tras perder la guerra civil contra los comunistas.