Con apenas 4 años, Shigemitsu Tanaka jugaba en el jardín de su casa de Nagasaki cuando la segunda bomba atómica cayó sobre Japón un 9 de agosto de 1945. Ahora, 80 años después y con un premio Nobel de la Paz bajo el brazo, tiene claro que para evitar su extinción, la humanidad tendrá que destruir estas armas creadas únicamente para “aniquilar”.

Tanaka no solo es un superviviente del bombardeo atómico, sino copresidente de la ONG Nihon Hidankyo, galardonada con el premio Nobel de la Paz 2024. Un galardón del que se enteró con otros compañeros de la organización durante un vuelo entre Tokio y Nagasaki.

“Me puse muy feliz y chocamos todos las manos”, asegura en una entrevista con EFE en la que relata una vida dedicada a honrar la memoria de las víctimas y presionar por la abolición de las armas nucleares en el mundo.

“Hay 4.000 bombas nucleares listas para ser lanzadas con sólo pulsar un botón. Si se lanzaran, no habría más seres humanos en la Tierra. Estas armas nucleares nunca podrán coexistir con la humanidad, su único propósito es exterminarla. Creo que la única manera de evitar la extinción de la humanidad es eliminar las armas nucleares”, afirma.

A sus 84 años, Tanaka cree que ahora este armamento se usa de manera estratégica pero se banaliza con su uso: “Creo que si supieran lo que traen consigo se moverían para abolirlas”, recalca.

No obstante, se muestra incrédulo con la frialdad con la que Rusia o Israel hablan de la posibilidad de usarlas contra sus enemigos: “Se han modernizado y se pueden utilizar en tamaños más pequeños. Se avecina una crisis de este tipo. Con Rusia utilizándolas como armas tácticas en Ucrania e Israel en la Franja de Gaza”, avanza.

“Las potencias nucleares están obsesionadas con la teoría de la disuasión nuclear que dice que tener armas nucleares evitará la guerra, por eso existe ahora una carrera armamentística nuclear. En la actualidad, hay unas 12.300 armas nucleares en el mundo”, asegura.

Tanaka vive para perpetuar la memoria de los ‘hibakusha’, como se conoce en Japón a los supervivientes de las bombas atómicas. Él recuerda perfectamente un momento grabado en su memoria para siempre.

“Oímos el ruido ensordecedor del bombardero, así que giramos la cabeza en dirección a Nagasaki (a unos 6kms de su casa) y vimos un brillante destello blanco. Era la explosión de la bomba atómica. Unos segundos después se oyó la explosión y el estallido y, cuando la explosión golpeó la casa, todos los cristales se hicieron añicos y las puertas correderas volaron por los aires”, recuerda.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki, lanzadas por EEUU el 6 y 9 de agosto de 1945, pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial. En Hiroshima el ataque exterminó en el acto a unas 80.000 personas, mientras que en Nagasaki a unas 40.000, la gran mayoría civiles.

No obstante, el número de víctimas mortales se elevó a finales de 1945 a unas 140.000 personas por las heridas y enfermedades derivadas de la detonación y la alta radiación; y se cree que en los años posteriores superaron las 200.000 víctimas.

“El ser humano no puede convivir con armas nucleares, fueron creadas para matar y aniquilar”, asegura Tanaka.

Ahora su lucha prosigue para lograr que países como Japón o España se adhieran al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, vigente desde 2021 con la firma de más de 50 países y cuyo objetivo es evitar la amenaza de una nueva masacre nuclear.

Como parte de su viaje a España para promocionar el Nobel de la Paz, Tanaka visitará el Congreso de los Diputados en Madrid antes de acudir a Zaragoza y Barcelona para reunirse con autoridades y estudiantes, en una gira cuyo objetivo es el de concienciar sobre la necesidad de erradicar unas armas "con las que todos pierden" y no dejan "ni vencedores ni vencidos", concluye. (Javier Picazo Feliú)