Las órdenes religiosas de diversas iglesias que trabajan en Haití han pedido a la comunidad internacional que intervenga directamente para "abortar el reino del terror" de las bandas armadas que describen como "diabólico, aterrador e inaceptable", escribió el National Catholic Reporter.

Los integrantes de la llamada Coalición de Religiosos por la Justicia de la que dio cuenta el medio de prensa católico reprodujeron testimonios de sus sacerdotes y pastores sobre esa intervención en Haití que anhelan y destacaron uno de ellos que aseguró que "el 99% de la gente en la calle quiere que una fuerza militar extranjera los salve".

En una carta abierta que la semana pasada dirigieron a Najat Maalla M’jid, relatora especial de la ONU sobre la violencia contra los niños, la Coalición de Religiosos por la Justicia, compuesta por 20 órdenes religiosas, instó a la comunidad internacional a responder de manera "rápida y eficaz a las atrocidades que ocurren en Haití" con el accionar de las bandas armadas..

Estas son responsables de los casi cuatro secuestros diarios  que e reportan como promedio este año 2022 y de toda la ola de violencia desatada que solo el pasado mes de julio dejó un saldo de más de 200 muertos y obligó a 3 mil familias a huir de sus hogares.

En un documento de testimonios publicado por la coalición, identificó al médico Rick Frechette como el autor de la comparación de lo que está sucediendo en Puerto Príncipe y, tras describir la situación de las calles de  la capital haitiana con las "batallas al estilo de Somalia", reiteró: "el 99% de la gente en la calle quiere que una fuerza militar extranjera los salve". .

La carta de la Coalición señaló que simplemente "el Estado haitiano ha fallado en su obligación soberana de proteger a la población" y ya no queda más que apelar a la acción internacional.

Más allá de la Conferencia de Obispos

El National Catholic Reporter advierte que con ello, la Coalición religiosa fue más allá de la declaración que el 29 de julio emitió la Conferencia de Obispos haitianos, que reclamó la restauración de la autoridad estatal y que el gobierno desarmara de forma inmediata a las pandillas, en un mensaje que "no llegó a llamar a la acción a la comunidad internacional".

Los llamados de los obispos y los religiosos se produjeron después de un mes de violencia en Puerto Príncipe en el que una batalla de 10 días entre dos bandas armadas en el populoso barrio marginal de Cité Soleil mató a 209 personas y obligó a 3.000 a huir de sus hogares.

El 24 de julio, un inspector de policía fue asesinado frente a la congregación durante un servicio dominical en una iglesia protestante en Croix-des-Bouquets, elevando el número de agentes asesinados en 2022 a más de 30.

El 27 de julio, la catedral católica de Puerto Príncipe fue incendiada durante un combate de la guerra territorial entre bandas y los bomberos pudieron extinguir las llamas antes de que el fuego causara daños mayores.

Las pandillas también fueron responsables de incendios provocados en los juzgados que han quemado archivos y pruebas de delitos y sus responsables y no son poco los sacerdotes y los pastores que coinciden en que "es obvio que no hay Estado" y que lo que Haití está viviendo no es más que "una guerra civil disfrazada de guerra de pandillas" financiadas "por políticos, el gobierno y otros actores".

Consejo de Seguridad de la ONU

La Coalición de Religiosos por la Justicia describió el voto unánime que el 16 de julio emitió el Consejo de Seguridad de la ONU para extender el mandato de su misión política y vetar la llegada de armas a Haití como un saludo a la bandera, un simple gesto "nada cercano a lo que Haití necesita de la ONU para mejorar la protección de las vidas y los derechos humanos de los haitianos".

Por lo mismo, calificó de "insuficiente" el veto a la venta de armas a Haití y más bien la Coalición religiosa secundó el editorial del 6 de agosto publicado por The Washington Post que pidió una "intervención internacional fuerte" y condenó cualquier acción inferior a ella como una quimera.

La situación ha afectado las actividades de las órdenes religiosas en Haití. Las Hermanas de la Caridad de Santa Isabel, que trabajan cerca de Croix-des-Bouquets, informaron que, debido a la violencia, perdieron US$ 250 mil en fondos para nuevos proyectos que habrían protegido a mujeres y niños y reducido el tráfico de menores. Los inversores simplemente consideraron la situación demasiado arriesgada como para invertir.

“Cuando sales de tu casa, tomas tu vida en tus manos y llevas un ataúd al hombro”, dijo un miembro de la congregación religiosa al describir el constante temor a perder la vida o al menos la libertad, ya que Croix-des-Bouquets es el área donde 17 misioneros norteamericanos fueron secuestrados en 2021 y retenidos durante dos meses por la pandilla Mawozo.

Las Hermanas de la Caridad de Santa Isabel informaron a su vez que el pastor César, director de la escuela dirigida por la orden, fue secuestrado  allí recientemente por una pandilla y liberado gracias a que uno de los secuestradores, exalumno de la escuela, lo reconoció y les dijo a los demás  integrantes de la banda que el pastor hacía mucho por la comunidad. El pastor de Croix-des-Bouquets teme que lo vuelvan a secuestrar.

La misma escuela tiene una clínica médica que da asistencia también a los vecinos, aunque el médico ya no atiende en persona porque teme ser secuestrado y retenido para pedir rescate. Atiende a los pacientes de manera virtual y eso cuando hay electricidad… La enfermera residente en la escuela está encargada de distribuir los medicamentos recetados por el médico.

¿Por qué la comunidad internacional no acude?

“Casi todos los haitianos preguntan por qué la comunidad internacional no acude en su ayuda”, remató la Coalición de Religiosos por la Justicia su carta abierta.

“Les imploramos que escuchen el grito del pueblo de Haití”, expresan los testimonios de los religiosos que trabajan en ese país.