México camina hacia las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2024, que "sí o sí" definirán a la primera presidenta del país porque las dos principales candidaturas, la oficialista Sigamos Haciendo Historia y la opositora Fuerza y Corazón por México, están encabezadas por mujeres: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, respectivamente.

Entre las dos precandidatas está el atril vacío de Movimiento Ciudadano (MC), que perdió a su candidato, el gobernador del estado norteño de Nuevo León, Samuel García, después de que decidió mantener su puesto para evitar que la oposición, mayoritaria en el Congreso estatal, controlara el Ejecutivo del estado norteño.

“Sí o sí, en el 2024 ganará una mujer la presidencia de México y es un hecho histórico en nuestro país”, sintetiza Ana Lucía Medina, politóloga y miembro de la organización Sociedad Civil México, en una entrevista con EFE.

Medina añade un debate más a este asunto: ¿México está listo para ser gobernado por una mujer?

“Desde hace mucho tiempo, estamos preparados para esto”, asegura, pero puntualiza que “las condiciones interiores de los partidos políticos” no propiciaban la promoción de las mujeres.

A lo largo de la historia, la política mexicana ha visto cómo ocho mujeres se postulaban para ser presidentas de la República. La primera fue Rosario Ibarra de Piedra, con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en 1982, aunque ninguna llegó a entrar al Palacio Presidencial.

El “cambio histórico” traspasará fronteras, puesto que quien gane la Presidencia de México será la primera mandataria de Norteamérica, algo que pondría a la nación y a la región “al nivel de otros países de América Latina”, en opinión de la politóloga Palmira Tapia.

“En el Centro y en Suramérica ha habido varias presidentas y nos han puesto la pauta”, enfatiza Medina.

¿Cómo gobiernan las mujeres?

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) respaldó en 2020 que las mujeres tienden a gobernar con “liderazgo, firmeza, elocuencia y empatía por los más vulnerables”.

Esto se demostró, según la ONU, durante la pandemia de covid-19, cuando las mandatarias, aunque no llegaban al 10 % de las presidencias mundiales, impulsaron políticas con “sensibilidad y capacidad de respuesta”.

“Claudia y Xóchitl, de llegar, podrían mostrar una serie de políticas públicas más cercanas a las preocupaciones de las mujeres”, opina Tapia.

En este sentido, el politólogo y miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores Édgar Ortiz Arellano asegura a EFE que “las condiciones de adversidad” en las que tienen que crecer las mujeres tienden a sensibilizarlas y a comprometerlas más con las problemáticas sociales.

“La sensibilidad respecto a las necesidades de la población y la capacidad de ejecución de políticas públicas para atender a los más necesitados sí lo tenemos mucho más comprometido las mujeres”, confirma la representante de Sociedad Civil México, afín a la candidatura de Gálvez.

Dos precandidatas, dos estilos

Donde no hay unanimidad entre los expertos es en la catalogación de los estilos de gobierno de Sheinbaum, muy marcada por su condición de continuista, y Gálvez, encuadrada en una plataforma de cariz liberal.

Tapia sostiene que la precandidata de Sigamos Haciendo Historia, con su "visión interesante de mujer científica, académica y activista", aportaría un abordaje de los problemas "desde lo estructural" y unas propuestas para las mujeres "más promisorias".

En cambio, Medina sitúa la disyuntiva entre apostar por Sheinbaum, que significa "continuar con el régimen" del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, y su "rechazo" hacia la lucha de las mujeres, o por las "posturas firmes" de Gálvez y la "esperanza de cambio" que encarna.

Ortiz Arellano define la forma de gobernar de Sheinbaum como "más estructurada" que la de Gálvez, aunque con un discurso "muy apegado" al oficialismo, y destaca de la precandidata opositora que tiene "más empatía popular" y un manejo del poder "más adaptativo".

Donde sí hay unanimidad es en avisar de que, aunque llegue una mujer a la Presidencia, "no significa que llegue una agenda feminista", en palabras de Tapia. (Enric Sitjà Rusiñol)