Con un emotivo acto en memoria de "los defensores de la democracia", el gobierno chileno puso fin hoy a los actos en memoria del 50 aniversario del golpe de Estado del general Augusto Pinochet contra el Gobierno democrático del socialista Salvador Allende, que han mostrado un país muy dividido, con la ultraderecha negando y justificando el golpe y la derecha tradicional arrastrada por el carro de los radicales.
Una situación que "amenaza la democracia", como recordó la ministra de Interior, Carolina Tohá, en un acto que arrancó con la recreación de los tres últimos discursos de Allende en un Palacio de la Moneda ya en aquella fatídica mañana de 1973 rodeado por unidades militares golpistas.
Y con el sonido atronador de los aviones de combate que lo sobrevolaron y bombardearon aquel día, entre el sobrecogimiento de los invitados este lunes por el presidente Gabriel Boric, en especial para la actual ministra de Defensa, Maya Fernández, nieta de Allende, quien se suicidó a escasos metros de donde hoy estaba el escenario.
Al mismo se subió primero -tras la recreación del ataque en 1973- la pianista María Paz Santibáñez, que puso un preludio de paz y sosiego con dos hermosas piezas celebradas por invitados como el expresidente uruguayo Pepe Mújica o la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, que flanquearon a Boric.
Y después el grupo Illapu, uno de los más queridos de la música chilena, que tuvo que encaminarse al exilio y que no pudo regresar hasta el retorno de la democracia.
"No olvidemos que el único proyecto refundacional impuesto por la violencia en Chile fue el del general Pinochet", dijo entre aplausos la ministra de Interior, cuyo padre ejerció el mismo cargo en el Gobierno de Allende y que murió víctima de la represión posterior, antes de enumerar los avances en memoria logrados en los años de democracia y lamentar el retroceso en el que se ha sumido el país con la acción de la ultraderecha.
"En 2023 volvimos a escuchar voces que justifican el golpe de Estado, que lo reivindican, que lo minimizan. Si cada vez que en el pasado conmemoramos una década más del golpe de Estado sentíamos que avanzábamos, ahora sentimos el peligro de retroceder. Si antes parecía haber un mayor reconocimiento a la verdad histórica, ahora cada vez menos. No es una obsesión con el pasado, no es un afán de mirar atrás, si no adelante", argumentó antes de alertar contra los nuevos peligros contra la democracia.