Mientras Robinson pide que Brasil vuelva a tener una vida digna y sin armas, Rossana quiere que el país no se convierta en Argentina o Venezuela. Dos puntos de vista que reflejan el pensamiento de millones de votantes que este domingo definen quien gobernará al gigante suramericano.
En los comicios más polarizados de la historia del país, más de 156 millones de brasileños fijarán su posición en la segunda vuelta que se celebra con calma.
Por un lado están los que quieren que la izquierda vuelva al poder con el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva y por el otro el deseo de que la derecha se mantenga bajo la guía de Jair Bolsonaro, que busca la reelección.
UNA JORNADA SIN FILAS
A diferencia de la primera vuelta cuando largas filas fueron el común denominador, este domingo la jornada ha transcurrido sin incansables esperas para acceder a las urnas.
La gente, sin embargo, fue precavida y prefirió llegar temprano y esperar por más de media hora a que abrieran las mesas que al igual que el pasado 2 de octubre quedaron habilitadas a las 8.00 hora local (11.00 GMT).
Hasta comienzos de la tarde, la situación era de calma en todo el país y a primera vista no se registraron peleas entre seguidores de ambos candidatos o acciones proselitistas que son prohibidas en esta fecha.
Entre la presión y la convicción
A pesar del que el país está dividido entre izquierda y derecha, pues según los últimos sondeos Lula solo aventaja por entre cuatro y ocho puntos porcentuales a Bolsonaro, muchos salieron a las urnas casi que obligados a tomar partido "porque no había de otra", como expresaron varios electores entrevistados por EFE que prefirieron mantenerse en el anonimato.
No fue el caso de Robinson, de 57 años, que trabaja como vendedor ambulante de helados en la plaza de Sao Salvador -un conocido reducto de la izquierda en la zona sur de Río de Janeiro- y que no dudó en hablar con EFE sobre su posición en la fila antes de entrar a votar.
Vestido con una camiseta verde, porque quería "confundir a la oposición" llevando consigo aunque fuera un "pedacito" de la bandera de Brasil de la que se han apropiado los de "la derecha", este trabajador autónomo pide que Brasil salga de la opresión y de la miseria".
"Quiero que el país vuelva a tener una vida digna, con libertad de expresión, sin violencia, sin apología a las armas y que las personas más necesitadas sean bien atendidas", aseguró.
Rossana, que vive en el icónico barrio de Copacabana, el preferido por Bolsonaro para las concentraciones de sus seguidores, también quiso dejar clara su posición y además llamar la atención pues se vistió de pies a cabeza con la bandera de Brasil.
"Yo creo que tenemos que continuar con el gobierno que está porque si entra un gobierno corrupto, un gobierno de mentira que se apropió del país durante 16 años, pues se acabó Brasil y ahí vamos a convertirnos en una Argentina o una Venezuela", aseguró esta viuda, de 66 años.
Contrario a Rossana, este domingo los brasileños, en general, optaron por ser discretos con sus ropas sin exhibir el rojo característico de la izquierda, que sigue a Lula, o el "verde-amarelo", que pinta al más importante símbolo patrio, y que es usado por la derecha.
Clamor por la Amazonía
Asuntos como la devastación de la Amazonía brasileña, que en poco más de nueve meses ya superó en un 12,9 % a la de todo 2021 y, sin terminar el año, supone un nuevo récord para el país, también fueron expresados por los votantes en Río.
Gilda, una pensionada de 76 años y que votó por Lula, sabe que si el líder progresista llega a ser elegido jefe de Estado va a tener una labor "difícil", que necesitará de "mucha unión" para ofrecer un mejor futuro al país y al mundo.
"Lo que esperamos no es solo para Brasil es para el mundo entero. principalmente en el tema de la Amazonía que está siendo totalmente destruida por los incendios que Bolsonaro viene facilitando para la venta de madera y para el agronegocio", enfatizó.
Pese a que la jornada transcurre con tranquilidad en todo Brasil, hay personas que temen algún tipo de conflicto en caso de que Bolsonaro pierda y no reconozca la decisión, como se vio en Estados Unidos cuando Donald Trump fue derrotado por Joe Biden.
"Me da un poco de miedo lo que pueda ocurrir por causa del otro partido, que puede generar una confusión por cuenta de los resultados", indicó.