El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, candidato a la reelección, marchó este sábado con miles de fieles evangélicos en Río de Janeiro, a 50 días de los comicios, para los que el gran favorito sigue siendo el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
El líder ultraderechista participó en una nueva "Marcha para Jesús", como ya hizo semanas atrás en otras ciudades brasileñas, en un intento por garantizarse el apoyo del influyente electorado evangélico con vistas a las presidenciales del 2 de octubre.
Acompañado de la primera dama, Michelle Bolsonaro, el jefe de Estado pidió que el país no experimente "los dolores del comunismo" y volvió a posicionarse contra "el aborto, la ideología de género y la liberación de las drogas".
"Hoy todos pueden decir que tenemos un presidente de la República que cree en Dios, respeta a sus policías y militares, a la familia brasileña y que debe lealtad al pueblo", expresó.
Asimismo, volvió a convocar a sus simpatizantes a "dar un grito muy fuerte" en las manifestaciones del próximo 7 de septiembre, cuando el país celebrará los 200 años de su Independencia, que sirva para decir "a quién pertenece esta nación".
"Nosotros queremos transparencia y libertad" y "vamos a continuar siendo un país libre", garantizó, en alusión a su ofensiva contra el sistema electrónico de votación, que considera, sin pruebas, una fuente de "fraudes" y que está intentando cambiar con el apoyo de algunos sectores de las Fuerzas Armadas.
Según todos los sondeos publicados hasta la fecha, Bolsonaro aparece en segundo lugar en las intenciones de voto por detrás de Lula, que obtendría entre un 40 y 45 % de los apoyos, frente al 30 % que obtendría el líder ultraderechista.
No obstante, entre los brasileños que se declaran evangélicos, las encuestas le atribuyen a Bolsonaro un 40 % de respaldo, mientras que a Lula le dan un 30 %.
Muchas iglesias evangélicas son dirigidas por pastores alineados con el bolsonarismo y promueven los mismos valores conservadores defendidos por la ultraderecha que respalda al gobernante.