Los países que conforman la Unión Europea mantienen posiciones encontradas sobre si acoger o no una política migratoria similar a la puesta en marcha por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que consiste en la externalización de trámites migratorios y expulsión a Albania de migrantes que están a la espera de una resolución de una demanda de asilo.

 

El polémico modelo migratorio lanzado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, está trayendo debate y choque de opiniones en el seno de la Unión Europea. Una vía que muchos primeros ministros y presidentes del bloque han visto como una buena solución a lo que consideran el problema migratorio, pero que otros ven como una solución cortoplacista, ineficaz y peligrosa que compromete los Derechos Humanos de los migrantes y pisa sus valores solidarios. 

El desencadenante ha surgido tras el envío de los primeros 16 migrantes desde suelo italiano hacia un recién inaugurado centro de detención en Albania, que es gestionado por las autoridades italianas. Italia y Albania firmaron en 2023 un acuerdo de externalización de migrantes en el que Italia pagaría una cantidad no determinada de dinero a su vecino a cambio de que este acogiera a migrantes que estaban a la espera de que se resolviera su solicitud de asilo. Cabe recordar que Albania, aunque es un país europeo, no pertenece a la Unión Europea.  

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La polémica medida fue criticada por numerosas ONG debido a que podría significar una violación a los derechos de los migrantes, aunque desde Roma han defendido que se externalizará a migrantes hombres mayores de edad que no estén en una situación de vulnerabilidad. Sin embargo, el miércoles 16 de octubre, cuando inició el traslado de los primeros 16 migrantes, cuatro de ellos tuvieron que regresar a Italia debido a que dos eran menores y otros dos eran extremadamente vulnerables, haciendo saltar las alarmas de los defensores de los Derechos Humanos y las críticas entre los detractores.  

El debate se instala en el interior de la UE 

Sin embargo, a pesar de la polémica y los problemas que ya ha tenido el primer envío de migrantes, varios países de la Unión Europea han visto este modelo como un ejemplo efectivo a seguir para Bruselas, en la búsqueda de reducir el flujo migratorio hacia el continente, algo que para ellos es un problema.  

De hecho, liderados por Meloni, varios países del bloque han mantenido este 17 de octubre una reunión con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para negociar la externalización de migrantes a los llamados “terceros países seguros”. En la reunión han estado presentes líderes de Gobiernos ahora de la ultraderecha, como Hungría, Países Bajos, República Checa o la propia Italia, pero también de liderados por la derecha clásica -como Grecia o Polonia- e incluso por la socialdemocracia, como Dinamarca. En total 11 miembros.  

La propia Ursula von der Leyen, perteneciente al conservador Partido Popular Europeo, se ha mostrado abierta a la propuesta durante estos días, intentando mostrar posturas más moderadas que las de figuras como Giorgia Meloni o Viktor Orban, pero favorables a la expulsión a estos terceros países en algunos casos.  

Al otro lado de la disputa están las grandes potencias de Europa, sin contar con Italia, y varios países con posiciones más escépticas y contrarias a lo sucedido en Albania estos días. La pelea la lidera el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quizá la figura más relevante de la izquierda en Europa en estos momentos, y el primer ministro belga, Alexander De Croo. 

Pedro Sánchez mantiene que la deportación de migrantes no soluciona ningún problema, sino que “genera unos nuevos” y reivindicó “herramientas valiosas” como el Pacto de Migración y Asilo, pidiendo al resto de líderes que se adelante su aplicación al verano de 2025. De Croo, por su parte, esgrimió que no cree que los campos de expulsión sean una “solución mágica” a la cuestión migratoria.  

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En el escepticismo también están el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, quienes no ven esta propuesta con buenos ojos.  

"Soy muy favorable a que tengamos discusiones para hacer más eficaz el retorno a los países de origen, pero que tengamos discusiones con países terceros que se quedarían con la gente que nosotros no queramos aceptar o los expulsados que los países de origen no tomen, soy más escéptico", aseguró el jefe del Estado francés.  

Scholz, por su parte, rechazó que la medida adoptada por Italia pueda ser útil para “un país tan grande como Alemania”, ya que los centros quedarían rápidamente pequeños y se generarían múltiples problemas en ellos, sin nombrar los costes que tiene un plan así en materia económica. 

Ruanda, el otro criticado ejemplo que Reino Unido intentó realizar 

El caso de Albania recuerda al que el anterior gobierno conservador de Reino Unido intentó llevar a cabo y que el nuevo Gobierno laborista de Keir Starmer suspendió: el envío de migrantes ilegales y solicitantes de asilo a Ruanda para su procesamiento, reasilo y reasentamiento.  

El plan generó gran polémica entre los sectores más progresistas y la oposición de aquel entonces desde el momento en que se presentó en abril de 2022 debido a la situación humanitaria de los migrantes y las dificultades que entraña estudiar caso por caso las solicitudes, algo que puede dar pie a que se cometan errores y tratos injustos.

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En junio de 2022 se iba a producir un primer traslado hacia Ruanda, pero un tribunal la paralizó a última hora, iniciando una serie de pleitos legales. No obstante, la Ley de Seguridad de la nación africana anuló las sentencias de varias cortes que declararon como ilegal el plan.

Sin embargo, la victoria aplastante de Starmer en las elecciones poco tiempo después finalizó el plan.  

En total, solo cuatro migrantes fueron llevados a Ruanda y porque lo hicieron de forma voluntaria.  

El diálogo abierto ahora en la Unión Europea en torno a la expulsión de migrantes era uno de los caballos de batalla ideológicos de la extrema derecha en el continente, que, aunque en las pasadas elecciones europeas no consiguió obtener una mayoría que le permitiera acceder a cuotas de poder, el número de votos que consiguió sí que fue influyente. Esto hasta el punto de que algunas de sus tesis están penetrando en otras familias políticas como el conservador Partido Popular o incluso algunos socialdemócratas nórdicos.  

Con Reuters, EFE y medios locales