El presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó un decreto que permitirá a su país confiscar bienes de empresas o individuos de Estados Unidos, en caso de que Washington utilice fondos de Moscú congelados, como piden Ucrania y aliados occidentales para financiar la defensa de Kiev. La medida de Moscú se da a conocer justo cuando el asunto marca un punto central de la agenda en una reunión de los ministros de Finanzas del G7 este jueves 23 de mayo. Entretanto, las tropas rusas recrudecen su ofensiva en Járkiv, en el nororiente ucraniano, donde en las últimas semanas han abierto un nuevo frente de batalla. Los recuentos combates dejaron al menos siete personas muertas en las últimas horas.

El Gobierno ruso tomará represalias si Occidente utiliza los fondos que le ha congelado en el marco de la guerra en Ucrania.

Un decreto firmado por el presidente Vladimir Putin y dado a conocer este jueves 23 de mayo indica que Moscú identificará y confiscará propiedades de Estados Unidos, incluidos activos de individuos o empresas, como compensación por las pérdidas que sufra, en caso de que Washington emplee fondos congelados al Kremlin.

El texto establece que una entidad rusa puede solicitar a un tribunal de su país que determine si su propiedad ha sido confiscada injustificadamente y solicitar una compensación.

Posteriormente, la corte ordenaría que la indemnización se transfiera en forma de activos o propiedades estadounidenses en Rusia de una lista que sería elaborada por la comisión gubernamental sobre ventas de activos extranjeros.

La ordenanza enumera valores, participaciones en empresas rusas, bienes raíces y derechos de propiedad, entre los activos estadounidenses potencialmente sujetos a incautación.

Washington aprobó una legislación que permite a la Administración del presidente Joe Biden confiscar activos rusos en bancos estadounidenses y transferirlos a Ucrania, algo que Rusia ha calificado repetidamente de ilegal.

Sin embargo, el pasado mayo, el expresidente ruso, Dmtry Medvedev admitió que su nación posee una cantidad insignificante de propiedad estatal de EE. UU., por lo que cualquier retaliación en ese sentido sería asimétrica y se centraría principalmente en los activos de individuos.

Aun así, Moscú advierte que no se quedará de brazos cruzados si sus fondos -bloqueados tanto en EE. UU., como en Europa, en respuesta a la invasión que ordenó contra Ucrania hace más de dos años- sean empleados para financiar la ayuda militar de la nación atacada.

La disposición escrita del Gobierno ruso fue dada a conocer justo en una jornada en que los ministros de Finanzas del G7, del que forma parte EE. UU., discuten como tema central el posible uso de esos bienes de Moscú.

Durante semanas, los negociadores del Grupo de los Siete (G7) -Alemania, Canadá, EE. UU., Francia, Italia, Japón y Reino Unido- han debatido cómo podrían explotar alrededor de 300.000 millones de dólares en activos financieros rusos, como las principales monedas y bonos gubernamentales, que fueron congelados poco después de que Putin ordenara la guerra contra su vecino país.

Además, la advertencia del Kremlin llega luego de que el pasado 8 de mayo la Unión Europea acordara un pacto provisional para que alrededor de 3.000 millones de euros -provenientes de los intereses de los más de 210.000 millones de euros de activos rusos congelados por la UE– sean transferidos a Ucrania con el fin de financiar su “recuperación y defensa militar".

De esos fondos, el 90% podría ser empleado en municiones y otros equipos militares, remarcó Bruselas. Según lo anunciado por el bloque, la primera entrega de los fondos podría llegar a Kiev el próximo julio.

Los aliados occidentales han dado pasos en ese sentido, en momentos en que Ucrania encara una aguda escasez de tropas y armas, principalmente para fortalecer sus defensas aéreas, donde se ve en mayor desventaja frente a Rusia, con uno de los ejércitos más poderosos y numerosos del mundo.

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Al menos siete muertos tras ataques rusos en Járkiv; Kiev

Las fuerzas de Moscú golpean cada vez más Járkiv, la capital homónima de la región en el nororiente de Ucrania, donde abrieron un nuevo frente de batalla desde el pasado 10 de mayo. Se trata de la segunda principal ciudad del país, con 1,2 millones de habitantes.

Este jueves, las tropas rusas atacaron la región con misiles, lo que dejó al menos siete personas muertas. Las víctimas se encontraban al interior de una imprenta.

Los rusos dispararon alrededor de 15 proyectiles contra las ciudades de Járkiv y Liubotyn, con los que apuntaron principalmente contra infraestructura de transporte y la imprenta, donde permanecían unas 50 personas.

Al menos 24 de ellos resultaron heridos, según la fiscalía local, que añadió que los proyectiles fueron lanzados desde la vecina región rusa de Belgorod, justamente la localidad utilizada por las tropas de Moscú para lanzar su ofensiva por tierra hace cerca de dos semanas.

"No hay instalaciones militares ni aquí ni en las cercanías", remarcó el gobernador regional, Oleh Syniehubov, quien destacó que se trata de una zona "absolutamente civil".

Además, la compañía estatal ferroviaria de Ucrania informó que seis de sus trabajadores resultaron heridos en medio del aluvión de asaltos rusos contra varias de sus instalaciones en la región.

Sin embargo, el jefe del Ejército ucraniano, Oleksandr Sirski, afirmó este 23 de mayo que las fuerzas rusas se han “estancado por completo” en los combates que se libran en la localidad de Vovchansk, la más importante de la zona fronteriza.

“Después de los primeros logros menores en sus acciones ofensivas en el óblast de Járkov, el enemigo se ha estancado completamente en los combates urbanos por Vovchansk, y sufre bajas muy grandes de personal en sus unidades de asalto”, sostuvo Sirski, en un mensaje publicado en redes sociales desde el frente oriental.

Pese a verse superados en número de tropas por un Ejército, cuyo país triplica la población de Ucrania, las fuerzas de Kiev han repelido los ataques.

Esta debilidad no es nuestra debilidad, sino la del mundo

Por meses, la guerra en Ucrania ha experimentado desgaste y estancamiento de las dos partes del conflicto, cuyos combates se enfocaron esencialmente en el este y sur del país. Pero en las últimas semanas los rusos han intentado adentrarse por el noreste, en un intento por arrebatar nuevos territorios, mientras los ucranianos urgen a sus aliados por ayuda en armas y equipos de defensa aérea.

Pese a los nuevos paquetes de ayuda prometidos por Occidente, incluido un fondo por 61.000 millones de dólares aprobado recientemente en EE. UU. tras meses de estancamiento en el Congreso, los aliados han mostrado reticencias en proveer aeronaves y contundentes equipos de defensa aérea, ante temores de una ampliación del conflicto y las amenazas del Kremlin.

A través de sus redes sociales, Zelenski reprochó a los socios internacionales por no proporcionar suficientes sistemas de defensa aérea o permitir que las fuerzas de su país utilicen armas proporcionadas por Occidente para atacar lanzamisiles dentro de territorio ruso.

"Los terroristas rusos se están aprovechando de la falta de suficiente protección de defensa aérea y de capacidad confiable en Ucrania para destruir los lanzadores terroristas en sus ubicaciones exactas, que están cerca de nuestras fronteras. Y esta debilidad no es nuestra, sino del mundo, que no se ha atrevido a tratar con los terroristas como se merecen desde hace tres años", resaltó el mandatario ucraniano.

En una entrevista con Reuters esta semana, Zelenski pidió a los aliados de Kiev que intensifiquen su participación en la guerra, incluso derribando misiles rusos sobre Ucrania.

El Ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, se hizo eco de ese llamado, al remarcar que su país requiere urgentemente más baterías Patriot fabricadas en Estados Unidos.

"Desafortunadamente, las meras palabras de solidaridad no interceptan los misiles rusos", destacó Kuleba.

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Arrestado subjefe del Estado Mayor ruso tras creciente investigación sobre corrupción

El subjefe del Estado Mayor del Ejército ruso, el teniente general Vadim Shamarin, fue detenido tras ser acusado de presuntamente aceptar sobornos.

Shamarin habría aceptado sobornos entre 2016 y 2023 por parte de una fábrica en los Urales que produce equipos de comunicaciones, como recompensa por otorgarle contratos estatales más importantes, según el Comité de Investigación de Rusia.

Los investigadores señalan que el militar se había beneficiado de al menos 36 millones de rublos, alrededor de 400.000 dólares.

Se trata de la cuarta detención de una figura de alto rango en la institución castrense, en el marco de serie de casos por supuesta corrupción que sacude a las Fuerzas Armadas.

La primera detención bajo este paraguas se produjo el pasado 23 de abril contra el viceministro de Defensa, Timur Ivanov, puesto en prisión preventiva por sospecha de aceptación de sobornos.

Desde entonces, también han sido arrestados el teniente general Yuri Kuznetsov, jefe de personal del Ministerio de Defensa, y el general de división Ivan Popov, excomandante del frente 58 del Ejército ruso.

Estos arrestos representan el mayor escándalo que ha afectado al Ejército ruso en años y se producen bajo el liderazgo del nuevo ministro de Defensa, el economista Andrei Belousov. Todo en un momento en que las tropas del Kremlin reimpulsan sus alcances en el campo de batalla tras más de dos años de invasión.

"La lucha contra la corrupción es un trabajo coherente (…) No es una campaña, es un trabajo constante", señaló el portavoz del Ejecutivo ruso, Dmitry Peskov, en un intento por restar relevancia a estas operaciones al interior del Ejército.

Pero algunos expertos subrayan que se trata de una profunda reorganización entre los altos mandos militares.

"El arresto de Shamarin, jefe adjunto del Estado Mayor, no es solo un arresto, sino también una auditoría a gran escala del trabajo de la Dirección Principal de Comunicaciones (Señales) por parte de la Cámara de Auditoría", destacó Sergéi Markov, exasesor del Kremlin.

 

Con Reuters, AP y EFE