Rumania vive una jornada electoral crucial para definir el futuro de su Parlamento, marcada por el auge de la derecha radical y acusaciones de interferencia rusa. Encuestas oficiales apuntan a que tres partidos ultranacionalistas podrían superar el 30% de los votos, desafiando la estabilidad de la democracia en un país clave para la OTAN y la Unión Europea.
En un contexto político marcado por la desconfianza y el descontento ciudadano, Rumania celebra este domingo primero de diciembre elecciones parlamentarias que podrían cambiar drásticamente su rumbo.
Con 19 millones de habitantes, este país del este de Europa es un aliado clave de la OTAN y la Unión Europea (UE), desempeñando un papel central en el apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa; sin embargo, las encuestas de AtlasIntel, realizadas entre el 26 y el 28 de noviembre, muestran un fuerte avance de la extrema derecha, que amenaza con alterar este panorama.
Tres partidos ultranacionalistas lideran la carrera por el parlamento según las estimaciones: la Alianza para la Unión de Rumanos (AUR), con un discurso abiertamente euroescéptico y nacionalista, encabeza las preferencias con más del 22% de intención de voto. A este partido se suman el recién fundado Partido de los Jóvenes (POT), que apoya al candidato presidencial de extrema derecha Calin Georgescu, y 'SOS Rumanía’, dirigido por Diana Sosoaca, conocida por su retórica inflamatoria y su postura contra la OTAN.
A esto se le suma el reciente éxito de Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, realizadas el 24 de noviembre, que ha sido interpretado como un signo del creciente descontento de los rumanos con los partidos tradicionales.
Georgescu, un político relativamente poco conocido, ha criticado abiertamente las políticas a favor de occidente de Rumania, abogando por una relación más cercana con Rusia.
Los analistas políticos advierten que el avance de la extrema derecha podría significar un cambio de rumbo para el país, afectando no solo su política exterior, sino también su apoyo a Ucrania, que ha sido una prioridad estratégica en los últimos años.
Confusión electoral y desconfianza ciudadana
La jornada electoral de este domingo se lleva a cabo bajo un clima de incertidumbre y controversia. La orden del Tribunal Constitucional de Rumania para un recuento de la primera vuelta presidencial -celebrada el 24 de noviembre- ha generado confusión y sospechas sobre la transparencia del proceso.
Septimius Parvu, del grupo de expertos Forum, describió la situación como "un golpe a la confianza en las instituciones democráticas", señalando que nunca antes se había ordenado el recuento de millones de votos en medio de elecciones parlamentarias.
La falta de acceso para observadores independientes al proceso de recuento ha sido otro motivo de preocupación. Organismos internacionales, como la embajada de Estados Unidos en Rumania, han instado a garantizar que el derecho al voto de los ciudadanos no sea comprometido y, Kathleen Kavalec, embajadora estadounidense, subrayó la importancia de proteger la credibilidad del proceso electoral en un momento tan crucial para el país.
Mientras tanto, en las calles de Bucarest, algunos ciudadanos expresan sentimientos de frustración y escepticismo. Gina Visan, una enfermera de 40 años, resumió a AFP el sentir de muchos votantes:
"Estamos decepcionados, pero estamos acostumbrados a este tipo de comportamiento. Lo que está pasando ahora no parece muy democrático".
Mientras que Marian Gheorghe, un taxista en Bucarest, mostró su descontento de manera contundente a la agencia Reuters:
"No voy a votar por ningún partido que haya estado antes en el Parlamento. Estoy cansado de decirles a mis hijos 'no' porque no puedo pagar lo que necesitan".
Y es que el impacto de estas elecciones parlamentarias va más allá de las fronteras de Rumania. Como miembro de la Alianza Militar del Atlántico Norte (OTAN) y la UE, el país ha sido un aliado clave para Ucrania, ayudando a exportar millones de toneladas de grano y proporcionando apoyo logístico y militar.
Sin embargo, la creciente influencia de los partidos ultranacionalistas podría cambiar esta dinámica, debilitando el compromiso de Rumania con la defensa europea frente a Rusia.
Otro de los temas centrales de la campaña electoral ha sido el aumento del costo de la vida y la inflación. El Instituto Nacional de Estadística de ese país muestra que en octubre los precios subieron a un ritmo del 4,7% interanual, que aunque es un nivel bajo comparado con los picos de hace dos años cuando el país sostenía una inflación del 15%, todavía queda un largo camino por recorrer para aplacar el costo de vida, mientras la población enfrenta otros desafíos económicos significativos, con una de las tasas más altas de riesgo de pobreza del bloque de los 27 países, según los registros de Eurostat.
Este contexto ha alimentado el descontento hacia los partidos tradicionales, que son percibidos como corruptos e ineficaces, un escenario que ha servido como excusa perfecta para que los partidos de extrema derecha capitalicen este malestar, presentándose como una alternativa al status quo y prometiendo priorizar los intereses nacionales sobre los compromisos internacionales.
El camino por delante
Con los primeros resultados esperados para la noche del domingo, luego de que los colegios electorales cierren a las 21h GMT, el país enfrenta un futuro incierto. Si los partidos de extrema derecha logran consolidar su posición en el Parlamento, podrían ejercer una influencia significativa en las políticas del próximo gobierno, incluyendo el presupuesto, la política exterior y las relaciones con la UE y la OTAN.
Además, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, programada para el 8 de diciembre, será otro momento crucial.
La contienda entre Calin Georgescu y la candidata centrista Elena Lasconi definirá no solo el liderazgo del país, sino también su orientación política a largo plazo.
El desenlace de esta jornada electoral tendrá implicaciones profundas no solo para los rumanos, sino también para Europa y el equilibrio geopolítico global.
Con Reuters y AP.