En solo un lustro, el Partido Conservador, conocido como 'Tory' y que ha sido el gobernante por catorce años, pasó de obtener mayorías en el Parlamento británico a navegar contra el viento para evitar su extinción. Y, ahora, si las previsiones sobre las elecciones del 4 de julio se cumplen, el Partido Laborista regresará al gobierno, con una mayoría arrasadora, lo que, para los conservadores, en cabeza de la actual Administración de Rishi Sunak, sería su peor desempeño.

Las elecciones del 4 de julio en Reino Unido podrían ser el propio apocalipsis 'Tory'. 

El primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, convocó sorpresivamente el miércoles 22 de mayo elecciones anticipadas en Reino Unido. Inicialmente, estaban previstas para finales de 2024. El Partido Conservador cosechó una severa derrota en las elecciones locales de inicios de mayo, con sus peores resultados en los últimos 40 años frente al Partido Laborista, de Keir Starmer.

Rishi Sunak ha sido el premier británico por 20 meses. Más que político avezado y carismático, es un técnico con dificultades para mostrarse cercano, incluso con sus copartidarios.  

Sus críticos reclaman, constantemente, que el hecho de que él sea el primer millonario en llegar a Downing Street, establece una desconexión per se, en el contexto de la crisis actual del costo de vida que ahoga al Reino Unido y de servicios, como el de salud.  

Su carrera exitosa en finanzas, que lo arrastró a la política en 2015, con una silla por Richmond en el Parlamento, y que cinco años luego lo convertiría en ministro de finanzas, en la era Johnson, y su visión de una economía más ambiciosa y eficiente, no le garantizaron el éxito. Todo lo contrario. 

Según las proyecciones, Sunak dejará el gobierno con “el peor nivel de aprobación de un primer ministro saliente en la historia”, recuerda Rob Ford, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Manchester. 

“Sunak fue sobrepromocionado: fuera de su alcance como primer ministro, carente de sensibilidad para la opinión pública e incapaz de imponer su autoridad a su partido”, explica Tim Bale, autor de 'The Conservative Party After Brexit: Turmoil and Transformation' (’El Partido Conservador después del Brexit: agitación y transformación') y profesor de Política de Queen Mary University of London. 

“Si hubiera hecho más esfuerzos desde el primer día para desvincularse de los regímenes de Johnson y Truss, podría haberle dado al partido al menos una oportunidad de recuperación. Pero su apoyo dentro del partido era tan superficial que tuvo que gobernar con la ayuda de figuras demasiado familiares y se mostró reacio, hasta el punto de la cobardía, a criticar lo que había sucedido antes”, agrega Bale. 

Aun así, Sunak no es el único responsable. Heredó un partido ya en crisis que intenta bailar una coreografía perfecta a ritmos ideológicos diferentes. En el que cada uno se mueve apasionadamente acorde con lo que cree y, sobre todo, con lo que odia.    

Y es que esa popularidad y esa mayoría aplastante que ganaron los 'tories' en diciembre de 2019 se esfumó y cambiaron las fortunas. 

Mientras el laborismo se encamina a un regreso al poder tras 14 años en la sombra, los conservadores luchan para no desaparecer. 

“La gente siente que todo ha empeorado, ya sea el costo de vida, la inmigración o las listas de espera del NHS (Servicio Nacional de Salud). Las diversas promesas conservadoras para abordar estas cuestiones no se han cumplido y, como tal, los votantes ahora buscan un cambio” resalta el director de investigación de Charlesbye y experto en elecciones George Buchan. 

Leer tambiénElecciones generales en Reino Unido: ¿puede la política británica dar un vuelco?

El rastro de catorce años 

La debacle 'tory' tiene varias causas, saltando a la vista como la más profunda y dañina la falta de credibilidad en sus seguidores que, por supuesto, arrastra a todo el país a un estado de pesimismo generalizado. 

Y, es que el partido, no ha logrado cumplir con sus promesas de campaña de 2019 ni mostrar los que señala como efectos positivos del Brexit.

La economía no ha mejorado y, por ende, ha empeorado la calidad de vida para millones de personas en los territorios que conforman el Reino Unido. La inmigración está disparada y consultar un médico en el sistema de salud público requiere semanas o meses. 

“Los conservadores han estado en el poder no solo durante cinco, sino durante catorce largos años, y con muy poco que mostrar a cambio”, resalta Bale. 

Leer tambiénDos años después, el Brexit ha puesto a Reino Unido en una situación económica "de debilidad"

Boris Johnson, el carismático   

En el 2019, los conservadores ganaron 364 diputados en la Cámara de los Comunes, lo que significó la mayor victoria en el Parlamento desde el triunfo de Margaret Thatcher en 1987. Así fue de grande. 

Con semejante resultado, se abrió el horizonte para una década de los 'tories' con Boris Johnson en el poder. No duraría mucho. 

“Johnson fue lo mejor y luego lo peor que le pasó al partido después del referendo. Pudo vencer a Farage en su propio juego, concretar el Brexit y obtener una mayoría masiva”, afirma Bale.

Pronto, la pandemia del Covid-19 sacudió al mundo. La personalidad del entonces premier y su complicada relación con la verdad, empezaron a asomarse. 

En 2022, la prensa reveló el ’partygate': mientras el país estaba confinado, Johnson, su familia y su staff hacían fiestas secretas, rompiendo las reglas que él mismo creó pero que no aplicó. 

Leer tambiénBoris Johnson “engañó deliberadamente” al Parlamento en la investigación del ‘partygate’

 

El partido ignoró esas alertas justificando el comportamiento de Johnson porque “es muy bueno ganando elecciones”.  

Tras una investigación de la Policía, fue multado con una cifra más simbólica que significativa. También su esposa, Carrie, y el propio Sunak. 

El escándalo no terminó ahí. Casi diariamente, los debates en el Parlamento se centraron en exigir su renuncia. Lejos quedaron los asuntos de Estado y las necesidades del país. La personalidad del líder desbordó la realidad. 

“Algo completamente predecible para un hombre sin una orientación moral y sin ningún interés genuino en la gobernancia, luego destrozó lo que quedaba de la reputación de honestidad e integridad del partido, mientras que su manejo realmente terrible de la pandemia resultó literalmente fatal para demasiadas personas”, sostiene Bale. 

Un informe del propio Parlamento reveló lo que era un secreto a gritos: Johnson mintió en repetidas ocasiones sobre el 'partygate'. No solo era un delito sino un pecado político, que muchos en su partido eligieron no ver.   

La copa siguió llenándose de gotas enormes. La que la rebosó fue la menos esperada. Nombró a Chris Pintcher como subjefe de disciplina de los conservadores, a pesar de las acusaciones de acoso sexual en su contra, que negó conocer. 

Su electorado y en general, los británicos, en su mayoría, que no eligieron a Johnson primer ministro empezaron a vocalizar aún más claro que era hora de un cambio. 

“Este gobierno se ve como que no es capaz de manejar la economía, administrar el país y ha perdido la confianza y la percepción de integridad. Básicamente, nunca recuperaron los índices de popularidad en las encuestas”, explica la profesora y experta en opinión pública de LSE Sara Hobolt. 

Leer tambiénDel Brexit al 'Partygate': el controvertido legado de Boris Johnson

Los tres de la discordia y un récord 

Pareciera que los 'tories' no estaban preparados para la salida de Johnson, tampoco él. Había candidatos que tímidamente levantaban la mano con su intención, pero pocos que lograban la necesaria unidad para sumar las partes quebradas.  

Sin mayor sorpresa: fue elegida la entonces ministra de Exteriores, Liz Truss, quien estuvo 49 días en el poder. Un récord, sin duda. 

Lejos de asumir su responsabilidad en el limbo en el que estuvo el país por siete semanas, Truss dice que sectores de la izquierda no le permitieron gobernar. 

Poco recuerda que, tras dos semanas en el poder eclipsadas, para bien o para mal, por la muerte de la reina Isabel II, la economía británica, la sexta del mundo, tambaleó a niveles históricos, por su reforma financiera. 

La cotización de la libra cayó como nunca antes. Los mercados, que son dioses para las economías, expresaron su nerviosismo. 

La suerte de Truss estaba decidida. Ella entregó la confianza a su fiel alfil, el entonces ministro de finanzas, Kwasi Kwarteng. No fue suficiente. La calma llegó de inmediato con su renuncia. 

En días y bajo la mirada de malestar del país, llegó Sunak, a quien, semanas antes, Truss le arrebató de las manos las llaves de Downing Street. Estaba mejor preparado, dicen los expertos, pero su experiencia poco o nada servía ya. 

El daño estaba hecho. El país, aunque suena a lugar común, estaba agotado de los 'tories'. 

Leer tambiénLa batalla entre Rishi Sunak y Liz Truss por el 10 de Downing Street

El factor Brexit 

El Brexit les dio la gloria y las llaves de Downing Street hace cinco años. Las promesas incumplidas del divorcio y las que este eclipsó por años los están sacando del poder y al borde de una derrota histórica. 

“La economía lleva tiempo estancada, el costo de vida ha subido, los servicios públicos están en crisis y no han logrado demostrar que el Brexit haya producido algún beneficio, ni siquiera en lo que se refiere al control de la inmigración, que era uno de los principales incentivos para quienes votaron a favor”, dijo Bale.  

“Estamos perdiendo el 4% del PIB debido a esta decisión”, afirmó el director del centro de pensamiento UK in a Changing Europe, el profesor Anand Menon, citando documentos oficiales.  

El futuro para los 'tories' se ve más oscuro que nunca. Se prevé que, tras la derrota, elijan un nuevo líder que recoja las cenizas y les dé dirección hacia el centro o más a la derecha. Ya hay varios voluntarios.