En el mayor canje de prisioneros desde la Guerra Fría, Estados Unidos y varios países aliados intercambiaron con Rusia una veintena de presos en el aeropuerto de Ankara y bajo la coordinación de los servicios secretos turcos. Entre los liberados hay periodistas, opositores, agentes de los servicios secretos, varios condenados por espionaje y, por primera vez en la historia, activistas y defensores de los derechos humanos.

Los protagonistas del mayor canje de presos entre Rusia y Occidente desde 1985 son 24 personas, a los que se suman a dos menores de edad, hijos de una pareja rusa liberada por Eslovenia.

Según confirmó la Casa Blanca y el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), Moscú puso en libertad a 16 personas: tres ciudadanos estadounidenses y una persona con residencia legal en Estados Unidos, además de a cinco alemanes y siete rusos, mientras que Estados Unidos y sus aliados excarcelaron a otras ocho personas que fueron trasladadas a Rusia, junto con los dos menores.

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El agente codiciado por Putin

El presidente ruso, Vladímir Putin, había dejado claro hace muchos meses que el agente del Servicio Federal de Seguridad (FSB) Vadim Krásikov, condenado a cadena perpetua por asesinato en Alemania, era el mayor objeto de deseo del Kremlin en caso de un canje con Occidente.

En declaraciones a la prensa occidental, Putin defendió el asesinato aduciendo que Krásikov cumplió con su deber patriótico al eliminar a un criminal vinculado con la guerrilla separatista chechena.

Por ello, no fue casual que Krásikov fuera el primero en descender anoche por la escalerilla del avión y el primero con el que el jefe del Kremlin se fundió en un abrazo.

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Espías rusos, 'hackers' y un periodista español

Los otros siete rusos incluyen a tres acusados de espionaje en países europeos. Artem Dulcev y Ana Dulceva se declararon culpables de los cargos de espionaje y falsificación de documentos ante la Justicia de Eslovenia antes de ser liberados. Mijaíl Mikushin también fue condenado por el mismo motivo en Noruega.

El periodista español nacido en Rusia, Pablo González, también fue acusado de espionaje a favor de Rusia, motivo por el que llevaba encarcelado casi dos años y medio en Polonia.

El 'hacker' Román Selezniov cumplía 27 años de prisión en Estados Unidos; Vladislav Kliushin fue sentenciado en ese país a nueve años por delitos informáticos; mientras Vadim Konoschenok fue detenido en Estonia y extraditado a Estados Unidos por comprar equipamiento electrónico para la industria militar rusa.

Los cautivos estadounidenses

A petición de la defensa, los tribunales rusos habían acelerado en julio el juicio contra el periodista de The Wall Street Journal, Evan Gershkovich, que fue condenado a 16 años por espionaje por un reportaje sobre el suministro de armamento a las tropas rusas que combaten en Ucrania.

En el mismo paquete entró el exmarine Paul Whelan, que cumplía la misma condena también por supuestamente trabajar para la CIA. Les acompañó la periodista ruso-estadounidense Alsú Kurmashova, que trabaja para Radio Free Europe/Radio Liberty.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, los recibió, incluido Vladímir Kara-Murzá, el periodista ruso que cumplía 25 años de cárcel en Siberia y que colaboró durante muchos años con medios estadounidenses.

Alemania rescata a cinco de sus ciudadanos

Según la prensa alemana, la Justicia alemana dio de muy mala gana el brazo a torcer en el caso de Krásikov, algo que reconoció el propio Biden.

A cambio, cinco ciudadanos alemanes, algunos de los cuales también tenían pasaporte ruso, fueron liberados por Moscú. Putin indultó anoche a los dos condenados por espionaje: Kevin Lik, de 19 años, y Demuri Voronin.

En cuanto a los otros tres alemanes liberados, German Moyzhes y su compatriota Patrick Schoebel aún no habían recibido formalmente una condena en Rusia. Mientras, Rico Krieger había sido indultado hace días por el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, después de ser condenado a muerte por terrorismo.

Un puñado de opositores

Por primera vez, según los historiadores, Moscú aceptó canjear a opositores, activistas y defensores de los derechos humanos.

Es el caso de Oleg Orlov, el octogenario dirigente de la organización Memorial, premiada en 2022 con el Nobel de la Paz. Le acompañó otro conocido opositor, Iliá Yashin, quien fue condenado por criticar la campaña militar rusa en Ucrania; y también Andréi Pivovárov, quien trabajó para Rusia Abierta, organización fundada por Mijaíl Jodorkovski.

El canje incluyó a varios colaboradores del fallecido líder opositor, Alexéi Navalni: Lilia Chanisheva, Vadim Ostanin y Ksenia Fadéyeva, la última persona en ver a Navalni antes de su envenenamiento con Novichok en 2020.

La excepción a la regla fue la artista Alexandra Skolichenko, quien fue condenada por sustituir las etiquetas de los precios de un supermercado por mensajes sobre los supuestos crímenes de guerra cometidos por soldados rusos en Ucrania.

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Navalny, el gran ausente

Precisamente, el gran ausente en el canje fue el fallecido líder opositor ruso Alexéi Navalny. El opositor debió ser liberado en febrero pasado a cambio de Krásikov, pero Putin torpedeó en el último momento el canje, según denunciaron los colaboradores de Navalny.

El enemigo número uno de Putin murió en una prisión ártica, pero sus colaboradores han sido liberados, de lo que se congratuló su viuda, Yulia Naválnaya, a la que llamó el jueves por teléfono la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, para expresarle su apoyo.

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Con EFE