La socióloga, afiliada al Partido de los Trabajadores desde 1983, Rosângela da Silva, es la esposa del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. Una feminista y tiktoker, de 58 años, que hace sentir su poder dentro del gobierno, toma sus propias decisiones y está involucrada -para algunos, más de la cuenta- en las comunicaciones públicas de su marido. Sus imprudencias han generado repercusiones moderadas. 

"Elon Musk, fuck you", con esta frase salida de tono, Janja Lula da Silva, esposa del presidente de Brasil, puso en riesgo el esfuerzo diplomático de todo el equipo del Gobierno brasileño, enfocado en devolver un papel central al país tropical en el escenario internacional. El episodio ocurrió durante la clausura del G20, en Río de Janeiro. Janja estaba hablando de las dificultades que causaron las noticias falsas durante la campaña de apoyo a los afectados por las inundaciones en Rio Grande do Sul.

Durante su intervención, se escuchó la bocina de un barco que estaba pasando en la bahía de Río de Janeiro. Ella bromeó: "Debe ser Elon Musk", y añadió: "No te tengo miedo. Incluso que te jodan, Elon Musk". Los presentes se rieron de la gracia y la aplaudieron. Por su parte, el aludido, que ha sido nombrado por Donald Trump jefe del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental, no tardó en responderle desde su red social: “Van a perder las próximas elecciones”. El mensaje llegó con dos emoticones de risa. 

El incidente provocó un mar de críticas en las filas de la oposición e incluso la reacción de Luiz Inácio Lula da Silva, que no tardó en afirmar públicamente que "no se debe ofender a nadie". Algunos congresistas de la oposición no dejaron pasar la ocasión. Uno de ellos propuso una moción de repudio contra la primera dama por ofender al multimillonario propietario de la red social X (antes Twitter). Otros dos parlamentarios pidieron información al ministerio de Asuntos Exteriores sobre las "repercusiones negativas" para la diplomacia brasileña. También exigieron confirmación de la supuesta negativa de los diplomáticos chinos a que la primera dama estuviera presente en los encuentros bilaterales entre China y Brasil. 

"Está todo mal en el conflicto entre la primera dama de Brasil, Janja da Silva, y la futura 'primera dama de Estados Unidos', Elon Musk. En este caso particular, la de aquí dio la nota primero. Que quede claro desde el principio: Janja puede, si Lula lo decide, ocupar un ministerio o una secretaría. El pronunciamiento nº 13 del Supremo Tribunal Federal, que prohíbe el nepotismo, no se aplica a cargos de carácter político”, escribió el conocido columnista brasilero Reinaldo Azevedo.

“El presidente del Partido de los Trabajadores ciertamente lo sabe y, supongo, debe pensar que no es apropiado nombrar a su esposa. Si esto es así, es importante no repetir episodios en los que una figura tan cercana al jefe de Estado actúe como una eminencia sin autoridad formal. Da lugar a chismes e intrigas políticas”, añadió. 

Sin embargo, el lenguaje no verbal durante la cumbre del G20 revela que Lula la sigue apoyando de forma silenciosa. De pie, en la alfombra roja, el presidente del país más grande de América Latina recibió con un apretón de manos a los presidentes de los países que llegaban al Museo de Arte de Río, sede de la cumbre. Cada vez que un líder extranjero llegaba acompañado de su esposa, Janja se colocaba al lado de Lula para darles la bienvenida. Cuando venía solo, Janja se retiraba hacia un lado para que Lula pudiera saludarlo en solitario. Este gesto se repitió varias veces.  

En dos ocasiones Lula decidió romper el protocolo: cuando Joe Biden, presidente de Estados Unidos, llegó al evento, Lula hizo un gesto a su cónyuge para que se pusiera a su lado y lo saludara; y con la llegada de Emmanuel Macron, presidente de Francia. Lula llamó prontamente a la primera dama, que se encontraba fuera, para saludarlo y posar para las fotografías. 

¿Quién es Janja? 

Rosângela da Silva, de 58 años, es socióloga y está afiliada al Partido de los Trabajadores desde 1983. Es graduada de la Universidad Federal de Paraná, tiene una especialización en historia y un MBA en gestión social y sustentabilidad de la Universidad Positivo. Trabajó en la hidroeléctrica de Itaipu Binacional y también en Electrobras. 

Fue durante la detención de Lula en la sede de la Policía Federal en Curitiba que Brasil conoció su existencia. El actual presidente, que permaneció detenido durante 580 días, reveló en varias entrevistas que estaba enamorado. Janja participó activamente en las actividades del campamento pro Lula, instalado en frente a la sede la Policía donde el fundador del Partido de los Trabajadores estaba preso. Allí, cada día un grupo de voluntarios deseó durante un año y medio ‘buenos días’ y ‘buenas noches’ al expresidente, con el objetivo de inyectar positivismo y espíritu de resistencia en su líder. 

Janja tuvo que esperar meses para visitar a su futuro esposo en la cárcel. Según la prensa brasileña, se hizo pasar por abogada para conseguir un permiso de entrada, saltándose las normas que reservaban los jueves a las visitas de familiares y amigos.

Lula recuperó su libertad en noviembre de 2019 y cumplió su promesa de casarse con Janja el 18 de mayo de 2022. Fue una ceremonia a puertas cerradas, con la presencia de varias personalidades del mundo político y artístico, que fueron obligadas a dejar el celular guardado. Desde entonces, su esposa se presenta como Janja Lula da Silva.  

Quien la conoce, asegura que odia la expresión "primera dama", porque considera que la ubica en un segundo plano, que ella se niega a ocupar. Desde el inicio, Janja dejó claro que iba a cambiar este papel. Estuvo muy involucrada durante la campaña presidencial de su esposo, en 2022, y participó activamente en el trabajo de transición del Gobierno. El 1 de enero de 2023, subió la rampa del palacio presidencial, al lado de Lula -elegido por tercera vez-, de varios representantes del pueblo, y del perro Resistencia, adoptado en 2018 durante su estancia en el campamento frente a la cárcel de Lula. 

Hoy su protagonismo se percibe principalmente en los ámbitos de lucha contra la violencia contra las mujeres, el antirracismo, la sostenibilidad y el medio ambiente, temas que la primera dama considera prioritarios. Los bolsonaristas la atacan porque no es tan discreta como Michele Bolsonaro y sus otras predecesoras. También la critican por gastar en ropa de reconocidos estilistas – la apodan "madre de los pobres"- y por desempeñar un papel público sin tener un cargo oficial. 

El 'Musk-gate' no ha sido el único caso en que Janja se ha equivocado. Apenas cinco días después de que Lula asumió el cargo, la primera dama denunció en un canal cerrado de noticias que la familia Bolsonaro había dejado varios desperfectos en el Palacio del Planalto, la residencia oficial del presidente del país. También acusó a los anteriores inquilinos de haber hecho desaparecer algunos muebles, pertenecientes al patrimonio del Planalto. La entrevista fue concedida sin avisar al equipo de comunicación del Gobierno. Es decir, Janja actuó de forma independiente sin coordinarse con nadie, lo que causó cierto malestar en el Ejecutivo. 

En abril del año siguiente, el periódico A Folha de S. Paulo reveló que en realidad no había desaparecido ningún mueble. Michelle Bolsonaro, la esposa del exmandatario, los había guardado en un depósito para poder decorar la residencia oficial con su propio mobiliario. Lula fue condenado a pagar 15.000 reales (2.500 dólares) de indemnización a los Bolsonaro por daños morales. La secretaría de comunicación del Ejecutivo fue obligada a difundir una nota de prensa para confirmar que los muebles estaban en "diversas dependencias" del palacio. Mientras tanto, la pareja presidencial ya había gastado cerca de 200.000 reales (33.312 dólares) en la compra de nuevos muebles, entre ellos una cama y un sofá revestidos de cuero italiano. 

Este año, Janja resolvió tomar de nuevo la iniciativa en medio de un escándalo incómodo para el Gobierno. En septiembre, el ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, fue denunciado ante la organización Me Too Brasil por presuntos episodios de acoso sexual contra mujeres. Entre ellas estaba la también ministra de Igualdad Racial, Anielle Franco, hermana de la concejala Mariella Franco, asesinada en 2018. Antes de que Lula y su equipo se pronunciaran al respecto, Janja publicó en sus redes sociales una foto en la que ella aparecía besando la cabeza de Anielle Franco. 

El carácter protector de Janja es otra de sus características. A menudo se la ve cuidando en público de su esposo: le seca la cabeza durante los actos públicos, le ofrece agua, pasa las páginas de los discursos y se preocupa de que descanse lo suficiente, además de ser la responsable de su agenda.

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Las reporteras Fabíola Cidral e Adriana Negreiros, del portal UOL, que pertenece al mismo grupo de A Folha de S. Paulo, cuentan en un podcast que acaba de ser lanzado que Janja controla las redes sociales del actual presidente, que no tiene celular, e incluso parte de la estrategia de comunicación del Gobierno. Hoy el área digital del mandatario está a cargo de un grupo de confianza de Janja, liderado por Brunna Rosa, secretaria nacional de Estrategia y Redes, y considerada su brazo derecho en la comunicación.

Además, una fuente cercana al gobierno, de manera confidencial y anónima le dijo a FRANCE 24 que varios amigos y estrechos colaboradores de Lula tienen dificultad en aproximarse sin antes pasar por el filtro de Janja.

Sin embargo, no todas son críticas. Un asesor del equipo electoral de Lula cuenta off the record que Janja tiene el mérito de haber traído una bocanada de aire fresco al Partido de los Trabajadores, una formación integrada prioritariamente por hombres de generaciones pasadas, a pesar de ser liderado en la actualidad por una mujer, Gleisi Hoffmann. Janja sería responsable de que Lula priorice temas sociales, que incluyen juventud, mujeres, favelas y comunidad LGBTI. También ha acercado el presidente a los influenciadores y consiguió llevarlo a la favela del Alemão durante la campaña electoral de 2022. 

Janja, que también es tiktoker, goza del apoyo de los movimientos feministas de Brasil, que tildan de machista cualquier crítica a su conducta. Por su influencia y el poder adquirido en los últimos años, no se espera que el incidente con Elon Musk le pase factura. Ella parece intocable hasta el punto que, en plena crisis por las inundaciones de Río Grande do Sul, se atrevió a interrumpir una conferencia de prensa para compartir con su marido su felicidad por el rescate del caballo Caramelo, aislado encima del techo de una casa. La reacción del presidente reveló una mezcla de cariño, complicidad y apoyo, algo que enfurece a sus adversarios, que desearían verlo de nuevo en la cárcel. 

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