Lituania, Estonia y Letonia, exrepúblicas soviéticas hoy miembros de la Unión Europea y la OTAN, llevaban dos décadas buscando independencia energética de Rusia. La invasión de Moscú a Ucrania en 2022 aceleró el proceso. El sábado anunciaron su desconexión de la red rusa y, este domingo, su integración sin incidentes a la red europea a través de Polonia.
Lituania, Letonia y Estonia, los tres países bálticos que comparten frontera con Rusia, confirmaron este domingo su integración total al sistema eléctrico de la Unión Europea (UE) tras su desconexión de la red rusa el sábado. La conexión a la red europea se realizó a través de Polonia.
“Es un acontecimiento clave… para toda la Unión Europea”, afirmó el presidente polaco Andrzej Duda, quien calificó este paso como “la etapa final de la emancipación de la esfera de dependencia postsoviética”.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presente en Vilna, la capital de Lituania, celebró la medida con un mensaje en su red social X.
"Hoy la historia avanza. Conectamos a los países bálticos a nuestra red eléctrica continental europea. Las líneas con Rusia y Bielorrusia están siendo desmanteladas. Esas conexiones con vecinos hostiles pronto serán cosa del pasado. Esto es libertad. Libertad frente a las amenazas. Libertad frente al chantaje”.
A pesar del temor a posibles sabotajes, la desconexión se llevó a cabo sin incidentes, y las autoridades bálticas confirmaron que Rusia cooperó en el proceso.
"Hace unos momentos recibí una gran noticia: la sincronización del sistema eléctrico de los países bálticos con el de Europa continental se ha completado con éxito”, declaró el presidente lituano, Gitanas Nausėda.
Desde Tallin, la capital de la República de Estonia, el comisario europeo de Energía, Dan Jorgensen, también destacó la importancia del momento: "Es un día histórico. Prefiero la luz cuando no hay electrones rusos involucrados", afirmó ante periodistas.
"Se trata de seguridad… Ningún país europeo debería depender de Rusia para nada", añadió.
"Guerra híbrida" e infraestructuras vulnerables
Lituania, Letonia y Estonia, que fueron repúblicas soviéticas y hoy forman parte de la UE y la OTAN, llevaban años trabajando para reducir su dependencia energética de Rusia, y la invasión a Ucrania en 2022 aceleró el proceso, motivado por razones de seguridad. Los tres países, firmes aliados de Kiev, temían ser objeto de chantajes por parte de Moscú a través del suministro eléctrico.
El presidente lituano instó a la Unión Europea a tomar medidas para reforzar las infraestructuras energéticas de los países bálticos.
"Es momento de asegurar nuestros logros. La guerra de Rusia contra Ucrania ha transformado radicalmente la percepción de las amenazas que pesan sobre las infraestructuras críticas en Europa", advirtió Nausėda.
También alertó sobre los recientes incidentes en infraestructuras submarinas del mar Báltico, calificándolos de "muy preocupantes y urgentes". En los últimos meses, varios cables de telecomunicaciones y energía han sufrido daños en la región, lo que ha despertado sospechas sobre posibles actos de sabotaje.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, se han reportado 11 incidentes en infraestructuras submarinas del mar Báltico. Uno de los más recientes ocurrió el 25 de diciembre de 2024, cuando un petrolero ruso arrastró su ancla por el lecho marino, dañando uno de los dos cables eléctricos que conectan Estonia con Finlandia.
Los países bálticos, respaldados por Occidente, acusan a Rusia de estar detrás de este tipo de incidentes, aunque Moscú lo niega.
A lo largo de los años, los países bálticos han ido eliminando progresivamente su dependencia energética de Rusia, primero con el petróleo y el gas, y ahora con la electricidad.
Gracias a esta estrategia, fueron los primeros en suspender por completo las importaciones de gas ruso al inicio de la guerra en Ucrania. También dejaron de importar electricidad rusa, pero aún dependían de Moscú para la sincronización de frecuencias de sus redes.
Para lograr la desconexión definitiva, fue necesario llevar a cabo una serie de complejas obras técnicas, con un coste total de 1.600 millones de euros, financiados en un 75 % por la UE.
Con AFP, Medios locales