Los moldavos se enfrentan este domingo a una doble decisión. Primero, elegirán a su próximo presidente o presidenta entre la actual mandataria proeuropea Maia Sandu y una decena de candidatos con mayor o menor afinidad hacia Moscú. Segundo, participarán en un referendo clave para decidir si el país debe unirse a la Unión Europea. La campaña electoral ha estado marcada por polémicas sobre la imparcialidad del proceso y, según las autoridades, por una campaña de desinformación orquestada desde Rusia.

¿Debemos seguir el camino hacia Europa emprendido hace cuatro años? Esa es la pregunta central para los 2,6 millones de moldavos que, este domingo 20 de octubre,  depositan sus votos para decidir tanto su presidencia como su futuro en Europa. 

Maia Sandu, presidenta saliente, ha impulsado firmemente a Moldavia, una exrepública soviética fronteriza con Ucrania, hacia la integración europea. Aunque las encuestas la sitúan como favorita para un nuevo mandato, se espera una segunda vuelta el 3 de noviembre para definir el resultado final.

Junto a las elecciones presidenciales, se celebra un referendo que ha atraído más atención: ¿Apoyarán los votantes la inclusión del objetivo europeo en la Constitución, presentado como la única protección frente a Moscú? Los sondeos predicen una victoria del "sí" con el 55% de los votos Moldavia ya ha avanzado hacia la Unión Europea con el inicio oficial de las negociaciones de adhesión en junio de 2024. 

Sin embargo, la sociedad está dividida, con dos visiones sobre el futuro de este país del este de Europa.

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"He venido a votar por la prosperidad, la paz y el bienestar de nuestro país", dijo a la agencia de noticias AFP Olga Cernega, una economista de 60 años, tras depositar su voto en Chisináu en medio de un clima helado.

Otros, como Ghenadie, un jurista de 60 años que prefirió no dar su apellido, expresan preocupación por el giro "occidental" de Moldavia y creen que el gobierno actual "ha empeorado la situación", especialmente tras una inflación récord que ha empobrecido a gran parte de la población.

La gran incógnita es la tasa de participación, que debe superar el 33% para que el referendo sea válido. Los partidos prorrusos han llamado a boicotearlo con la esperanza de invalidar la votación.

Acusaciones de interferencia rusa en las elecciones

Las autoridades moldavas acusan a Rusia de intentar influir en las elecciones. En los últimos meses, la policía ha realizado 350 redadas y ha detenido a cientos de personas sospechosas de querer alterar el proceso en favor de Moscú.

Los investigadores de la policía han descubierto un sistema inédito de compra de votos que involucra a 150.000 personas pagadas para votar contra Sandu y contra la Unión Europea.

"Este voto definirá nuestro destino para las próximas décadas", declaró Maia Sandu al votar a media mañana, haciendo un llamado a todos los ciudadanos, incluida la diáspora (200,000 personas), para que acudan a las urnas.

"Es la voluntad del pueblo moldavo la que debe expresarse, no la de otros ni el dinero sucio", insistió la presidenta, que tiene un 36% de intención de voto según las encuestas.

Elegida en 2020, Maia Sandu se convirtió en la primera mujer en presidir Moldavia. Desde entonces, esta economista de 52 años ha ganado protagonismo en la política europea.

Entre la Unión Europea y Rusia, Moldavia busca su identidad

Los candidatos que compiten contra Sandu no son grandes figuras políticas, son una decena con diversos grados de cercanía a Moscú. Algunos de ellos hablan ruso además de rumano, idioma oficial del país. Alexandr Stoianoglo, un exfiscal de 57 años respaldado por los socialistas prorrusos, se perfila con un 9% de apoyo. Stoianoglo promete "restaurar la justicia" y critica a un gobierno que, según la oposición, restringe derechos. Aboga por una política exterior equilibrada y la reanudación de relaciones con Rusia. No participó en el referendo al considerar que favorecía a Sandu.

Otro candidato es Renato Usatii, exalcalde de la segunda ciudad más grande de Moldavia. Con 45 años, se presenta como el único candidato libre de influencias, ni de Europa ni de Moscú.

En 2022, tras la invasión de Ucrania, Rusia redujo en dos tercios el suministro de gas a Moldavia, lo que obligó al país a buscar alternativas urgentes a precios elevados, provocando una inflación del 30%. El poder adquisitivo de los moldavos aún no se ha recuperado, lo que ha impactado la popularidad de Sandu en las encuestas.

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Moldavia, junto a Armenia y Georgia, forma parte de un pequeño grupo de países en Europa oriental, que siguen navegando entre la influencia rusa y sin hacer parte del  modelo europeo, pero con acercamientos. 

Con AFP y Reuters