Los biólogos esperan que este animal marino pueda salvarse. La realidad es que el ajolote, especie emblemática de México, está en peligro crítico de extinción debido a la pérdida de su hábitat. El turismo invasivo, las malas prácticas agrícolas y las especies no-nativas están acabando con la población de la famosa salamandra, y con ella la esperanza de encontrar en su genoma la cura para el cáncer.

Ni siquiera su ternura está logrando salvarlo. A pesar de su gran importancia cultural, ecológica y científica para México y el mundo, el ajolote está siendo poco a poco exterminado por las actividades humanas. Y ante esta embestida contra su especie, de nada le sirve saber regenerar sus huesos, órganos e incluso partes de su sistema nervioso; o ser resistente al cáncer: los gritos de alarma de sus defensores aún no han encontrado resonancia.

Su nombre viene del náhuatl axolotl, que significa "monstruo acuático". Pero de monstruo, no tiene mucho. Con sus seis branquias que parecen plumas y su sonrisa tranquila, el ajolote es un emblema de México. Peluches de todos los colores, llaveros, accesorios a su imagen abundan en cualquier mercado turístico del país. Y con razón; este animal es un producto 100% mexicano.

Pero pronto los peluches y llaveros podrían no ser más que reliquias de una especie extinta… Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, quedan menos de 100 ajolotes adultos en libertad.

"Son nativos de la cuenca de México. Muy desafortunadamente, ahora sólo se encuentran en el humedal de Xochimilco, en vida silvestre", cuenta a France 24 Francisco Juárez, biólogo y educador ambiental en Humedalia.

En Xochimilco, la contaminación está asfixiando al ajolote

Frente a él, Godzilla y Martha descansan pacíficamente en un acuario que sirve para su observación. Hacen parte de los nueve ajolotes que la organización cuida en semi-cautiverio, en un intento para salvar la especie.

Una tarea titánica cuando se sabe que en los últimos 25 años, el ajolote ha visto su población reducirse a menos del uno por ciento en Xochimilco.

"Es como cuando ves a una persona durante 30 años, y de repente desaparece. Se siente, ¿no? Así también el ajolote…", cuenta Martín Cabrera Lechuga, de la red de apoyo agroecológico de Humedalia. "Ya no lo vemos en los canales. Antes salía a las 6 de la mañana, andaba boqueando, salía a respirar", describe don Martín, imitando con sus manos el ajolote volviendo a la superficie para buscar oxígeno. "Y ahora, lo encuentras solo en cautiverio".

"Esto debido a múltiples factores. Uno es el turismo masivo", empieza Francisco Juárez. Efectivamente, Xochimilco es conocido entre los mexicanos y extranjeros por sus famosas trajineras. Esas "discotecas flotantes" llevan a turistas y familias por los canales, rompiendo el silencio con mariachis o reggaeton.

Son cerca de 1,2 millones los visitantes que llegan cada año a sus embarcaderos, y con ellos, su basura y contaminación sonora. De hecho, en 2023, el Gobierno de la Ciudad de México nombró a Xochimilco como "barrio mágico", y de inmediato, los pueblos originarios de la zona iniciaron un juicio de amparo para anular ese "reconocimiento", ante el riesgo de un turismo aún más invasivo.

Otra causa evidente de la desaparición progresiva del ajolote es la agricultura. O más bien, las malas prácticas agrícolas. En efecto, durante más de 1.500 años, la agricultura de Xochimilco se desarrolló en armonía con la naturaleza. Se edificaron chinampas, -unas balsas construidas con base en el limo donde se cultivaban flores y verduras-, y en sus raíces los ajolotes encontraban refugio. Se trata de una práctica agrícola sostenible, y la reconoce la UNESCO como patrimonio mundial. Los problemas empezaron a principios del siglo pasado, cuando llegaron al lago los pesticidas y sustancias químicas, aumentando los niveles de amonio y fósforo en el agua.

El ajolote pierde su casa por los asentamientos irregulares

En Humedalia llevan 10 años sin usar pesticidas en su chinampa. Y la mirada conocedora de don Martin nota la diferencia:

"Si usted se da cuenta, los girasoles están comidos por las aves, vienen mucho los pinzones a alimentarse en nuestra chinampa. Y muchas mariposas, que antes ya no se veían, están llegando de nuevo".

Y efectivamente, alrededor del chinampero revolotean alegremente mariposas amarillas y blancas. "Aquí todo es orgánico. Aunque la planta no crezca mucho, es más nutritiva, menos dañina para la salud. Porque si vamos a la chinampa de al lado, hay unas lechugas de este tamaño", describe don Martín, abriendo los brazos. "Pero están creciendo a la fuerza por tanto químico", lamenta.

De hecho, los productos agrícolas de Xochimilco ya tienen mala fama. Diversos estudios revelan un nivel preocupante de contaminación en la zona chinampera por el uso de químicos, pero también por una gran cantidad de materia fecal. "

Pese a que Xochimilco es denominado área natural protegida, no se han seguido los protocolos para la urbanización, y cada vez hay más colonias que invaden esta zona", lamenta la bióloga Diana Laura Vázquez Mendoza, en una visita de France 24 al laboratorio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Efectivamente, el terremoto de 1985 en Ciudad de México desplazó a miles de personas, que encontraron nuevos hogares en los alrededores del lago, y se multiplicaron los asentamientos irregulares, que vierten sus desechos al agua. Por lo mismo, varios agricultores de la zona lacustre encuentran dificultades para vender sus productos: "Si va uno a la central de abastos y lleva sus verduras, le preguntan de dónde vienen. Y cuando contesta uno "-de Xochimilco", te dicen "Híjole…", y te ponen "peros" para todo… Ya no compran con confianza, por la contaminación", relata don Martín.

Al tiempo que la agricultura se hacía cada vez más dañina para su hábitat, los humanos sumaron a las aguas de Xochimilco otra amenaza para el ajolote: dos especies acuáticas llamadas carpa y tilapia, que devoraron buena parte de los anfibios. Se introdujeron con el argumento de proveer a los chinamperos otra fuente de ingresos y mejorar su nutrición, pero hoy en día se volvió una plaga descontrolada.

En Humedalia, instauraron una solución a su escala. "Hoy veo difícil limpiar los canales de las carpas y tilapias… Pero por lo menos podemos proteger a nuestros especímenes", confia el biólogo Francisco Juárez. El equipo mantiene así a sus ajolotes en unas jaulas con aperturas suficientemente grandes para dejar entrar su alimento (pequeños crustáceos, larvas de insectos, gusanos, babosas, renacuajos); pero suficientemente pequeñas para protegerlos de sus depredadores. Mediante donaciones, se puede apoyar a Humedalia en su labor de restauración de los humedales de México, que combina conocimientos científicos y saberes tradicionales.

Víctimas de su ternura y de las creencias populares

Finalmente, un último flagelo viene a poner en peligro a los ajolotes que lograron sobrevivir a las amenazas citadas anteriormente: la caza. Ser considerado una especie sagrada trae consigo sus desventajas. En la época prehispánica, los aztecas creían que el ajolote era la encarnación del dios Xolotl, el gemelo malvado de Quetzalcóatl, y lo ofrecían como alimento a los emperadores Moctezuma, Nezahualcóyotl y Cuauhtémoc.

En la actualidad se le sigue atribuyendo efectos afrodisíacos, que aunque nunca se han demostrado científicamente, fueron y siguen siendo la causa de un destino funesto para los ajolotes.

"Lo que también les afecta es el mercado negro. Desafortunadamente, muchas personas los ven como mascotas exóticas y los adquieren de manera ilegal, pero no tienen los conocimientos para cuidarlos correctamente".

De hecho, los famosos ajolotes rosas son el resultado de anomalías genéticas raras en estado silvestre, y criados selectivamente para el comercio de mascotas. "Su coloración natural es un grisáceo oscuro muy bonito, que les permite camuflarse en su entorno natural", explica Diana Vázquez, mientras captura con precaución un ajolote en su red.

Desde el Laboratorio de Restauración Ecológica, la bióloga y sus colegas trabajan en la reintroducción de los especímenes que de momento ondulan en las peceras de la UNAM. Para eso, lanzaron una campaña de recaudación de fondos, AdoptAxolotl, que permite a los donantes adoptar virtualmente un ajolote y ayudar a la conservación de su hábitat en Xochimilco.

"Es muy importante que consideremos que es lo que puede llegar a pasar con la extinción del ajolote. Empezando con el nivel cultural; el ajolote es un símbolo muy fuerte de identidad para México. Lo podemos ver en el billete de 50 pesos, por ejemplo", recuerda Diana Vázquez. También, es el protagonista de un cuento escrito por el famoso escritor argentino Julio Cortázar.

"Pero por supuesto también a nivel biológico y científico, se sabe que el ajolote tiene ciertos genes que permiten la regeneración de sus tejidos, y en la investigación es muy apreciado; así que la ciencia también perdería mucho con la desaparición del ajolote", sentencia la bióloga. Efectivamente, la salamandra de máximo 30 centímetros cuenta con un genoma de 32 mil millones de pares de bases de ADN, 10 veces más grande que el del humano. Ciertos investigadores van hasta pensar que el estudio del ajolote podría emplearse para regenerar órganos humanos, tratar afecciones del cáncer, e incluso tratar el envejecimiento.

Pero ni estas promesas científicas, ni la amenaza de que sin un Xochimilco sano, -uno de los pulmones de la Ciudad de México-, la temperatura subiría dramáticamente, han logrado frenar la destrucción del hábitat del ajolote.