El prorruso, Mijaíl Kavelachvili, juramentó este domingo 29 de diciembre como presidente de Georgia, durante una breve ceremonia en el Parlamento, en Tiflis El mandatario sucede a la proeuropeísta Salomé Zurabishvili, quien había advertido que se mantendría en el cargo y, aunque finalmente decidió abandonar el palacio presidencial, remarcó que sigue cuestionando la legitimidad del nuevo jefe de Estado.

Mijaíl Kavelachvili se convirtió oficialmente en el nuevo presidente de Georgia este domingo 29 de diciembre, pero su legitimidad sigue siendo cuestionada por la oposición y miles de manifestantes.

El líder prorruso y crítico de línea dura de Occidente tomó posesión en una breve ceremonia celebrada en el Parlamento, en Tiflis, la capital del país. Un hecho con el que se consolida el control del partido gobernante, Sueño Georgiano, en lo que la oposición llama un golpe a las aspiraciones del país de ingresar a la Unión Europea y una victoria para Moscú.

Kavelachvili fue elegido mandatario del país, el pasado 14 de diciembre, por el Parlamento que salió de las elecciones legislativas de octubre, el cual no es reconocido por la ahora expresidenta, Salomé Zurabichvili, miembro de la oposición proeuropeísta, ya que asegura que esos comicios estuvieron marcados por "fraude". Los partidos políticos de la oposición respaldan esa afirmación.

El inicio del mandato del líder prorruso también tiene lugar en medio de la profundización de la crisis política después de que el Gobierno congelara las negociaciones para la adhesión a la Unión Europea, una medida que desató multitudinarias protestas.

Pese a las críticas y protestas que se extienden por la capital del país, durante su discurso de posesión Kavelachvili hizo un llamado a la unión.

“Nuestra historia demuestra claramente que, tras innumerables luchas por defender nuestra patria y nuestras tradiciones, la paz ha sido siempre uno de los principales objetivos y valores del pueblo georgiano”, declaró el nuevo presidente georgiano en su discurso, mientras el partido que lo apoya, el Sueño Georgiano, expresa claras opiniones antioccidentales.  

Kavelashvili ha acusado en varias ocasiones a las agencias de inteligencia occidentales de conspirar para llevar a Georgia a la guerra con la vecina Rusia, en el contexto del conflicto con Ucrania.

“El pueblo georgiano siempre ha entendido que la paz es el principal requisito para la supervivencia y el desarrollo”, insistió el nuevo presidente tras jurar su cargo.

Presidenta saliente y la oposición no reconocen al nuevo mandatario

En un discurso desafiante dirigido a sus partidarios, la ahora exmandataria, Salomé Zurabichvili, sostuvo que abandonaba la residencia, pero que Kavelashvili no tiene legitimidad como presidente.

Hasta horas antes de la ceremonia de posesión, Zurabichvili aseguraba que ella era la única mandataria legítima, por lo que advertía que no abandonaría el cargo, aunque finalmente abandonó el palacio presidencial.

 "Saldré de aquí y estaré con ustedes", subrayó la líder política.

Sigo siendo la única presidenta legítima de Georgia

“Saldré de aquí y estaré con ustedes. Me llevo la legitimidad conmigo, me llevo la bandera conmigo, me llevo su confianza conmigo (…) Sigo siendo la única presidenta legítima de Georgia”, declaró la ahora expresidenta antes de salir de la residencia presidencial.

El país del Cáucaso, antigua parte de la Unión Soviética, vive una aguda crisis política desde las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, ganadas con un 54% de los votos por el partido Sueño Georgiano, en el poder desde 2012.

La oposición proccidental, encabezada por la presidenta saliente Zurabishvili, denunció que esos comicios sufrieron violaciones que han podido afectar a los resultados y siguen pidiendo nuevas elecciones.

Sin embargo, Sueño Georgiano y la Comisión Electoral responden que las elecciones de octubre fueron libres y justas. El partido prorruso acusa a la oposición de querer provocar una revolución financiada por el extranjero.

A las puertas del Parlamento, los manifestantes sacaron tarjetas rojas, como forma de protesta y en referencia a la carrera deportiva de Kavelashvili, quien en el pasado se desempeñó como futbolista.

La ya convulsa situación política del país se agravó aún más el pasado 28 de noviembre, cuando el primer ministro, Irakli Kobakhidze, anunció la congelación hasta 2028 de las conversaciones sobre la candidatura de Georgia a la adhesión a la Unión Europea.

Esta decisión desencadenó manifestaciones diarias que no han cesado desde entonces, las cuales reúnen a miles de personas y en ocasiones son reprimidas con violencia por la Policía, denuncian los activistas.

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La oposición denuncia un giro prorruso impulsado por Sueño Georgiano

Con la salida de Salomé Zurabishvili, la última institución controlada por la oposición acaba de caer en las manos del Sueño Georgiano.

Kavelashvili es leal a Bidzina Ivanishvili, ex primer ministro multimillonario, considerado el líder de facto de Georgia.

Ahora la oposición afirma que el partido Sueño Georgiano e Ivanishvili tienen un control total sobre la política del país.

La oposición acusa a Sueño Georgiano de orquestar una deriva autoritaria y prorrusa, ya que ese partido aprobó polémicas leyes similares a las de Rusia, dirigidas contra la sociedad civil y los medios de comunicación independientes.

Más de 400 personas también fueron detenidas en medio de las manifestaciones, entre ellas líderes de la oposición. El comisario georgiano de Derechos Humanos, Levan Iosseliani, denunció casos de detenidos “torturados” por la Policía.

El pasado viernes, Estados Unidos impuso sanciones contra Ivanishvili por considerar que encabezaba el actual giro antioccidental y prorruso en Georgia.

Con AFP, EFE y Reuters