Marco Rubio, el primer secretario de Estado de Estados Unidos de origen latinoamericano emprende este 1 de febrero una gira por Centroamérica y el Caribe, en momentos de alta tensión tras los pronunciamientos del nuevo presidente Donald Trump. Migración, deportaciones masivas y hasta la amenaza de retomar el control del Canal de Panamá están en la agenda de Washington y marcan los retos que Rubio deberá abordar, al tiempo que EE. UU. intenta contrarrestar la ya extensa influencia china en la región.
El Departamento de Estado estadounidense ratificó este viernes que Marco Rubio, recientemente estrenado como el máximo representante de la diplomacia estadounidense, emprende del 1 al 6 de febrero su primera gira en el cargo. ¿Su primer enfoque?: América Latina.
Su viaje por Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana tendrá lugar luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encendiera las alarmas en toda la región tras sus primeros días de vuelta en la Casa Blanca.
Trump no tardó en materializar sus promesas de campaña en cuanto a política migratoria de mano dura, con deportaciones masivas de migrantes que estaban indocumentados en suelo estadounidense y la anulación de la prórroga del Estatus de Protección Temporal (TPS) -un programa que ofrecía protección a cientos de miles de venezolanos en condición de tránsito migratorio-.
Al mismo tiempo, el viaje de Rubio es antecedido por el renovado interés de la Administración Trump en el Canal de Panamá y, en particular, por la influencia de China en la región.
A continuación, repasamos los principales frentes que definirán la agenda de este itinerario diplomático de seis días.
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La influencia de China en la región y el control del Canal de Panamá
La primera parada de Rubio será Panamá. El jueves 30 de enero, dos días antes de emprender su primera gira como secretario de Estado, Rubio aseguró que “dentro de cuatro años (…) Nuestro interés en el Canal de Panamá estará más seguro”.
No es casualidad que este país centroamericano sea el primer destino del funcionario.
Donald Trump ha amenazado con tomar el control del Canal, argumentando que este está siendo operado por China, algo que el Gobierno panameño ya ha negado rotundamente.
Al mismo tiempo, el mandatario estadounidense, sin pruebas, ha asegurado que Beijing tiene soldados en el cruce fluvial, en paralelo a sus afirmaciones de que a Estados Unidos se le está cobrando de más por el tránsito a través de este estratégico paso.
"No puedo negociar y mucho menos abrir un proceso de negociación sobre el canal"
“Están por todo Panamá”, aseguró Rubio a ‘SiriusXM’, en referencia a las empresas chinas en el país.
En ese sentido, las inversiones chinas en puertos y otras infraestructuras en el Pacífico y el Caribe son motivo de preocupación para Washington, que, según Rubio, dejan a Panamá y al Canal vulnerables frente a Beijing.
Sin embargo, el presidente panameño, José Raúl Mulino, ya descartó discutir el control del cruce marítimo durante la visita del funcionario estadounidense. "No puedo negociar y mucho menos abrir un proceso de negociación sobre el canal", subrayó Mulino.
"Eso está cerrado. El canal es de Panamá", remarcó el mandatario panameño.
Pero Rubio ha señalado que ese asunto de alta fricción sí estará sobre la mesa. “Vamos a abordar ese tema (…) El presidente ha sido bastante claro en que quiere volver a administrar el canal. Obviamente, los panameños no son muy partidarios de esa idea. Ese mensaje ha quedado muy claro”, indicó el nuevo jefe de la diplomacia estadounidense.
El Canal es una vía acuática artificial de 82 kilómetros que conecta los océanos Pacífico y Atlántico, clave para los flujos comerciales mundiales y operado por la Autoridad del Canal de Panamá -una agencia autónoma supervisada por el Gobierno panameño-.
A pesar de que Estados Unidos construyó el cruce marítimo a inicios del siglo XX, le entregó el control a Panamá en 1999, veinte años después de firmar un acuerdo que garantiza su naturalidad permanente.
Así pues, pese a que el paso fluvial está bajo el mando del Gobierno panameño, dos puertos en sus entradas de Atlántico y el Pacífico son operados por la empresa de Hong Kong CK Hutchinson 0001.HK, algo que inquieta cada vez más a Washington.
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Deportaciones masivas sacuden las relaciones EE. UU.-Latinoamérica
Otro tema que, a todas luces, no se quedará por fuera de la agenda de Rubio durante su gira es la migración en América. El funcionario representa al Gobierno de quien ha prometido frenar -a como dé lugar- la movilidad humana en el continente.
Sobre este punto, el primer secretario de Estado de origen latinoamericano ya ha afirmado que el Departamento que preside será fundamental para ayudar al mandatario estadounidense en su política de “frenar la migración masiva”.
"Nuestras relaciones diplomáticas con otros países, particularmente en el hemisferio occidental, priorizarán la seguridad de las fronteras de Estados Unidos, detener la migración ilegal (irregular) y desestabilizadora y negociar la repatriación de inmigrantes ilegales (irregulares)", explicó Rubio en una nota que establece sus prioridades.
Para cumplir ese propósito la Administración Trump ya se ha puesto en la tarea de convertir sus amenazas en hechos: detuvo a 956 personas en un solo día en redadas que buscaban migrantes indocumentados, declaró emergencia nacional en la frontera de Estados Unidos con México, prohibió el asilo para personas que huyen de los conflictos en sus países de origen y ha intentado eliminar el derecho a la ciudadanía por nacimiento.
El reto de Rubio durante sus próximos días será buscar socios y aliados, pese al discurso antiinmigrante contra las naciones que representan la partida o el punto de tránsito para muchas personas en las rutas migratorias desde Suramérica y Centroamérica hacia el territorio estadounidense.
El secretario de Estado podría aprovechar su gira para impulsar los llamados acuerdos de “terceros países”, en los cuales las naciones aceptan a ciudadanos de otras naciones deportados por EE. UU.
Frente a este asunto, Cuba y Venezuela han limitado enormemente el número de deportados que están dispuestos a aceptar, por lo que Washington tendrá que buscar otros países que acepten a los expulsados, incluyendo potencialmente a algunos de los territorios que forman parte de la agenda de Rubio para su gira de seis días.
Will Freeman, investigador de estudios sobre América Latina en el Consejo de Relaciones Exteriores, considera que las naciones que visitará Rubio “son los lugares donde Trump probablemente piensa que puede presionar" para que reciban a los deportados de otros países.
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Con Reuters, AP y EFE