El emocionante acto de reapertura de Notre-Dame dio este sábado 7 de diciembre un respiro al presidente francés, Emmanuel Macron, en medio de una turbulenta semana política. El renacimiento de un símbolo nacional ante franceses expectantes y líderes internacionales, en el que aprovechó para mediar en la guerra en Ucrania, le devuelve a Macron algo de paz en medio de su encrucijada.

La palabra "Merci" fue proyectada en el frente de la catedral de Notre-Dame de París cuando reabrió sus puertas el sábado, en agradecimiento por su salvación después de un devastador incendio que llevó al edificio de 860 años al borde del colapso hace cinco años.

El emocionante acto de reapertura de Notre-Dame dio este sábado 7 de diciembre un aire a Emmanuel Macron, que ha sufrido una semana turbulenta por el derrocamiento del Gobierno de Michel Barnier.

"Estoy ante ustedes para expresar la gratitud de la nación francesa, nuestra gratitud a todos aquellos que salvaron, ayudaron y reconstruyeron la catedral ", dijo el presidente Emmanuel Macron, añadiendo que con la rápida renovación, Francia había "logrado lo imposible".

El presidente francés, que hace solo tres días vio cómo el Gobierno caía por la primera moción de censura exitosa en 62 años, volvió a un papel más agradecido;: el de jugador en el escenario internacional y anfitrión distinguido en un acontecimiento de alcance mundial, como  el que  representó en los recientes Juegos Olímpicos de París.

Macron aprovechó la presencia del presidente electo de EE. UU., Donald Trump, para sentarlo en un lugar de privilegio, entre él y su esposa Brigitte, en una especie de 'diplomacia de los monumentos'.

Entre la cuarentena de líderes internacionales estaba además el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien recibió una nutrida ovación de una buena parte de los 1.500 invitados al oficio religioso que marcó el histórico evento.

Precisamente, Macron se reunió previamente con Trump y Zelenski en el Elíseo para discutir la guerra de Ucrania, entre otros asuntos, por lo que llegó con retraso a dar la bienvenida a la mayoría de los demás jefes de Estado y Gobierno, tarea que cumplió parcialmente el primer ministro en funciones, Michel Barnier.

Leer tambiénTrump y Zelenski en París: la sombra de la guerra en Ucrania sobrevuela Notre-Dame

Aunque Macron acababa de separarse de Trump y Zelenski, se abrazó con cada uno de ellos cuando llegaron por separado a las puertas de la catedral.

También se sumó al evento a última hora el multimillonario empresario Elon Musk, uno de los hombres de confianza de Trump y participante habitual en foros de inversión y de tecnología en París en los últimos años.

Y no faltó una nutrida representación de la élite política francesa, que hizo de la reapertura de la catedral, que simboliza a París y a Francia, un acto de unidad en medio de la crisis política interna que vive el país.

"Esta noche, juntos, podemos compartir el júbilo y el orgullo", proclamó Macron en un breve discurso.

Macron manifestó también la "gratitud" a los bomberos que salvaron la catedral del gravísimo incendio de abril 2019, que hizo temer la ruina completa del templo, y a todos los que han trabajado en su reconstrucción, antes de "devolverla a los católicos, a París, a Francia y al mundo entero".

Emoción y orgullo en la primera ceremonia

La simbólica apertura de las puertas y el oficio religioso posterior marcaron el retorno de Notre-Dame al culto, en una ceremonia dominada por la emoción de su recuperación, el asombro por su recobrada belleza y el orgullo de Francia por mostrar su espléndido patrimonio y su capacidad para concluir el reto de su restauración.

Cinco años y medio después del incendió que destruyó parcialmente la catedral símbolo de París -y uno de los monumentos más conocidos en todo el mundo-, el tañer de las campanas, el retorno de los ritos religiosos, el sonido del órgano, los cánticos del coro y los fieles y el olor del incienso demostraron que Notre Dame vuelve a ser una realidad.

La blancura de la piedra que da forma a sus bóvedas y muros góticos, libre tanto de la carbonilla como de la suciedad acumulada durante siglos, y el colorido de sus vidrieras y pinturas, recuperado tras el incendio, destacan de forma deslumbrante ayudados por la nueva iluminación.

El resultado es "una catedral que estalla de luz", como dijo el arzobispo de París, Laurent Ulrich, al dirigirse a los congregados.

Además de invitados oficiales, a este primer oficio asistieron representantes de todas las parroquias de París y de asociaciones católicas de la capital francesa.

La reconstrucción de la catedral, recuperada del olvido e inmortalizada por Víctor Hugo en su novela 'Nuestra Señora de París', ha devuelto al templo a su estado original gracias a trabajadores que aún mantienen en Francia las tradiciones artesanales y artísticas de la Edad Media.

Canteros, escultores, carpinteros, vidrieros, herreros o especialistas en fundición de plomo o cobre han tenido un papel fundamental, combinado con técnicas contemporáneas como el diseño por 3D, los drones o el láser.

Con EFE y Reuters