El 9 de noviembre, Qatar anunció la suspensión de su mediación entre Israel y Hamás, a pesar de estar en el centro de las negociaciones. Esto ocurrió pocos días después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. ¿Había una conexión? ¿Se trataba de una misión imposible? Karim Sader, consultor especializado en los Estados del Golfo, lo explica. 

El anuncio por Qatar de la suspensión de su mediación entre Israel y Hamás ha echado por tierra las últimas esperanzas de un acuerdo de tregua en la Franja de Gaza y la liberación de los rehenes israelíes retenidos en el territorio palestino.

El emirato rico en gas, que se ha erigido desde el inicio de la guerra en el mediador regional por excelencia, dado que alberga la oficina política del movimiento islamista palestino y la mayor base militar estadounidense en Medio Oriente, tiró la toalla tras un nuevo intento de negociaciones a finales de octubre.

"Qatar las reanudará cuando las partes muestren voluntad y seriedad" en las negociaciones para poner fin a las hostilidades, explicó el portavoz de Exteriores, Majed Al Ansari, en un comunicado.

Doha consiguió una breve tregua hace 11 meses, durante la cual se liberó a decenas de rehenes, pero las sucesivas rondas de negociaciones han acabado en fracaso debido a que ambas partes intentan superarse mutuamente.

Ni siquiera la muerte de Yahya Sinwar, máximo líder de Hamás abatido por el Ejército israelí el 16 de octubre en Gaza y calificado por el Gobierno de Joe Biden, como un obstáculo importante en las negociaciones, llevó nada a buen puerto.

El distanciamiento de Doha se produjo tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses.

El emirato guarda un amargo recuerdo del primer mandato del multimillonario republicano, durante el cual, en junio de 2017, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y el Reino de Bahrein rompieron sus lazos diplomáticos y cerraron sus fronteras con Qatar. Con la tácita luz verde estadounidense.

Para entender la decisión de Qatar y lo que está en juego, France 24 habló con Karim Sader, consultor especializado en los Estados del Golfo.

France 24: A pesar de sus esfuerzos, los mediadores qataríes solo han conseguido una semana de tregua, a finales de noviembre de 2023. ¿Se trata de un fracaso de la diplomacia?

Karim Sader: No hay que juzgar a Qatar, ya que hay muchas razones para el fracaso de su mediación. El emirato inició esta misión con factores muy desfavorables y con dos actores de línea dura que se acusan constantemente de frustrar las negociaciones. Por un lado, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su Gobierno belicista, que es imparable y pone condiciones que son cualquier cosa menos compromiso. Por otro lado, Hamás, que está dispuesto a todo para detener al Ejército israelí y que se mantiene firme en sus exigencias, como la retirada total de Israel de la Franja de Gaza.

Esta mediación era una propuesta perdedora, aun más cuando un tercer actor, la Administración Biden, que debía ayudar en la mediación, dio carta blanca al Gobierno de Netanyahu y se mostró más que complaciente, manteniendo su pleno apoyo militar y financiero. Por tanto, pedía demasiado a Qatar.

La tregua de noviembre, negociada con éxito por Doha, consiguió la liberación de un centenar de rehenes israelíes retenidos en Gaza, aunque en Israel se siga acusando a Netanyahu de despreocuparse por su suerte.

Qatar no ha conseguido influir en las posiciones de Hamás, ni siquiera tras la muerte de Yahya Sinwar, antiguo dirigente político de Hamás, asesinado en Gaza y considerado por Washington como el principal obstáculo para alcanzar un acuerdo. ¿Cómo se explica esto?

Qatar perdió toda influencia sobre Hamás hace tiempo. Antes de la guerra y con el beneplácito de los israelíes, el papel de Doha consistía en mantener a flote el movimiento palestino desde el punto de vista financiero, político y administrativo. Pero una vez que el Gobierno israelí decidió erradicar a Hamás después del 7 de octubre, los qataríes perdieron toda influencia sobre sus dirigentes, que fueron eliminados uno a uno.

¿Es concebible ahora una ruptura entre Doha y Hamás?

Dado el futuro que se perfila en la región con el regreso de Donald Trump al poder, a Qatar ya no le interesa mostrar ninguna cercanía con Hamás, que se ha convertido más en una carga que en otra cosa.

Para Doha, uno de los beneficios de la presencia de Hamás en Qatar era apoyar su papel de mediador regional. Excepto que esto ya no puede continuar: "ya no podemos negociar con Hamás, cuyo futuro político es más que incierto". La otra ventaja era ofrecer al Emirato la posibilidad de tener la carta palestina, la carta de una causa popular en el mundo árabe. Así que, en cierto modo, Doha se anticipa a los cambios que se avecinan y ya no quiere seguir soportando esta relación con Hamás, que se ha vuelto demasiado engorrosa, sobre todo en vista de una administración Trump extremadamente proisraelí. No quiere enemistarse con su principal aliado, Washington. 

Entonces, ¿no es insignificante que el anuncio de la suspensión de la mediación qatarí se produjera pocos días después de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos?

No, no es insignificante. Pero la suspensión no debe atribuirse simplemente a la situación. Ciertamente aceleró el proceso de toma de decisiones, pero entre la perspectiva de fracaso y la vuelta al poder de Donald Trump, que incluye nuevos parámetros y una agitación en la política regional, se hizo necesario detener esta mediación, que ya no tenía ningún interés en continuar. Aún más cuando entraña riesgos para Qatar a nivel regional.

Dicho esto, ya no estamos en 2017, cuando Donald Trump dio tácitamente carta blanca a Riad y a sus aliados del Golfo para poner a raya la diplomacia demasiado independiente de Qatar. Y ello a costa de romper relaciones y bloquear al emirato del gas. Primero, Qatar aprendió la lección y se reconcilió con sus vecinos.

Por su parte, Arabia Saudita ya no está dispuesta a enfrentarse a Irán y los Estados del Golfo están más unidos que antes en un mundo cada vez más multipolar reconfigurado por los conflictos regionales y la guerra de Ucrania. Los tradicionales aliados árabes de Trump y de Estados Unidos ya no están totalmente alineados con las posiciones estadounidenses como antes y se vuelcan, según el tema, hacia otras potencias como Rusia y China.

Durante la campaña presidencial estadounidense, varios críticos del bando republicano se opusieron al papel de Qatar en la guerra entre Israel y Hamás. ¿Debe temer Doha la vuelta al poder del multimillonario republicano?

Es demasiado pronto para hablar de las consecuencias del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca sobre las relaciones con Qatar, que sigue siendo un aliado tradicional de Estados Unidos y alberga la principal base estadounidense en la región. El emirato siempre ha sido objeto de críticas en Estados Unidos, por parte de las administraciones republicanas y en el campo occidental en general. Pero Qatar, en silencio, sigue siendo un mediador muy útil, al que muchos han recurrido y recurrido a sus servicios en diversas crisis. Washington, en particular, acudió a sus servicios para la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021.

En caso de alto el fuego en Gaza, ¿es concebible que Qatar acabe siendo presionado por Donald Trump para firmar un acuerdo idéntico a los Acuerdos de Abraham, que sellaron el acercamiento entre Israel y varios países árabes?

Donald Trump, que ya no quiere oír hablar de conflictos en Medio Oriente, sin duda lo desearía. Pero creo que, por el momento, Qatar será uno de los últimos países árabes en dar este paso.

Los acuerdos de Abraham fueron prematuros y no se ajustaban a la opinión árabe. Con la guerra en Medio Oriente y la destrucción de Gaza costando la vida a tantos civiles, los países susceptibles de firmar tales acuerdos van a imponer condiciones mucho más importantes sobre la cuestión palestina, como la creación de un Estado. Una cuestión que los Acuerdos de Abraham prácticamente habían barrido bajo la alfombra.

Los países que firmaron estos acuerdos se encontraron con el hecho consumado de la guerra de Gaza, que les sumió en una profunda vergüenza. Los candidatos posteriores han aprendido la lección y se lo pensarán 100 veces antes de sellar cualquier acercamiento.

Entonces, ¿qué podemos decir de Qatar, que entre los Estados del Golfo ha sido el que más ha apoyado la cuestión palestina?

Adaptado de su original en francés