El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, está en camino de ganar un séptimo mandato de cinco años con el 87,6% de los votos en las elecciones del domingo 26 de enero, según una encuesta a boca de urna transmitida por la televisión estatal. Cuando Lukashenko salió victorioso en 2020, miles manifestantes salieron a las calles para acusar al mandatario de fraude electoral y pedir su dimisión. Ahora, es casi seguro que ganará.

Con un gorro negro y gafas, el ingeniero bielorruso Vladimir Labanov dijo que votaría este fin de semana por el hombre que ha dirigido su país, aliado de Moscú, desde mucho antes de que él naciera: Alexander Lukashenko.

Labanov, de 24 años, atribuye al autócrata -en el poder desde 1994- el mérito de mantener el “orden” en el solitario Estado, y cree que si las protestas masivas de 2020 hubieran derrocado a Lukashenko, Belarús habría corrido la misma suerte que Ucrania. 

Además, no tiene muchas opciones: los otros candidatos, poco conocidos, han sido elegidos para actuar como mera oposición de papel a Lukashenko, y la votación en sí es una mera formalidad para prolongar su mandato de 30 años. 

“Ha mantenido el orden en el país”, declaró Labanov a la AFP en el centro de Minsk, la capital del país.

La votación presidencial del domingo es la primera en Belarús desde 2020, cuando decenas de miles de personas protestaron contra Lukashenko, exigiendo su dimisión y señalándole de manipular los votos. 

La respuesta del Gobierno de Lukashenko: detener a cientos de personas y obligar a miles a exiliarse. 

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“En 2020, la gente no lo entendía tanto… Nuestro presidente mostró qué camino debíamos tomar”, aseguró Labanov. 

“Y poco a poco, la gente empezó a entenderlo”.

“Y ahora, no tenemos guerra, como en Ucrania”, señaló el jóven. “Creo que habríamos tenido lo mismo que en Ucrania” si las protestas hubieran tenido éxito, añadió. 

Se trata de una narrativa muy utilizada por Lukashenko, que en 2022 permitió a su aliado ruso, el presidente Vladimir Putin, utilizar territorio bielorruso para invadir Ucrania. 

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Todos los oponentes de Lukashenko están en la cárcel o en el exilio.  

En las calles de Minsk, los imponentes edificios de la época soviética -cubiertos de carteles electorales con el rostro de Lukashenko- no dejan lugar a dudas sobre quién ganará. 

Cualquier forma de crítica contra Lukashenko está prohibida en Belarús.

La mayoría de las personas con las que habló AFP en las calles de la capital le expresaron su apoyo, pero se negaron a dar sus apellidos por razones de seguridad. 

“Nuestro pilar”

“Ha sido nuestro pilar durante muchos años”, dijo Alina, de 19 años, gerente de una sede del gigante de comida rápida, KFC, que ha permanecido en Belarús y que ha abandonado el mercado de la vecina Rusia. 

Occidente castigó a Belarús con sanciones tras la represión de los manifestantes en 2020, y volvió a aumentarlas tras la invasión de Ucrania. 

Como muchos, Alina admitió “no conocer” a los otros cuatro candidatos. Sus rostros están casi totalmente ausentes de las calles, mientras que los retratos de Lukashenko adornan muchos espacios públicos de Bielorrusia. 

Quienes intentaron desafiarle en las urnas en 2020 están en prisión, a menudo incomunicados, o en el exilio, como la líder de la oposición Svetlana Tikhanovskaya. 

En un día gris de invierno en Minsk, los residentes parecían en su mayoría indiferentes a las elecciones, y muchos eran incapaces de imaginar su país sin Lukashenko. 

“Crecí bajo su mandato y vi toda la historia. Creo en él", dijo Dmitry, un profesor de 39 años. 

“Mientras tenga fuerzas, Alexander Grigórievich gobernará el país”, afirmó el maestro, utilizando el nombre y el patronímico de Lukashenko.  

Sanciones y represión

Pero Dmitry admitió que las sanciones occidentales “afectan a las familias de un modo u otro” y afirmó conocer a personas que huyeron del país por temor a la represión de la agencia de seguridad KGB, que ha conservado su temido nombre de la era soviética. 

La economía bielorrusa está en gran medida planificada por el Estado, y Lukashenko, antiguo jefe de granjas colectivas, ha evitado reformar gran parte del legado soviético.

Muchos bielorrusos no tienen acceso a los productos europeos, mientras que también se han cortado las conexiones ferroviarias y aéreas, lo que hace que Minsk dependa aún más de Rusia.

Otros restaron importancia a las dificultades económicas. 

“No es importante”, dijo Sergei Kuznetsov, de 74 años, afirmando que Minsk ha encontrado una alternativa: “todas nuestras ventas van a China”. 

Antonina, también en sus 70, dijo que apoyaba a Lukashenko, que firmó un decreto para subir las pensiones unos días antes de la votación. 

“¡Es muy bueno!”, dijo, afirmando que recibe unos 300 euros (315 dólares) al mes. 

La máxima diplomática de la Unión Europea Unión Europea (UE) afirmó que Lukashenko “no tiene ninguna legitimidad”.

“Lukashenko se ha aferrado al poder durante 30 años. Mañana volverá a ser reelegido en otras elecciones farsas. Es una flagrante afrenta a la democracia”, declaró el sábado Kaja Kallas, representante de Asuntos Exteriores de la UE, en un mensaje en X.

Para muchos en Minsk, las elecciones serán un fin de semana más, sin sorpresas a la vista. 

“Ha sido así durante siglos”, dice Alina sonriendo. 

Desde 1994, para ser exactos.

Artículo adaptado de su versión original en inglés