Lo que parecía la transferencia más sensacional de la historia en la NBA ha derivado en una renuncia en el cuerpo técnico, diferencias en la gerencia, divorcio con los aficionados y, para colmo, escasos resultados en el trueque por Anthony Davis, que se lesionó el día de su debut. Esta es la historia. 

Luka Doncic y Anthony Davis protagonizaron a principios de mes un intercambio sin precedentes. Era la primera vez que dos jugadores incluidos en el Equipo Ideal vigente de la NBA eran canjeados entre sí a mitad de temporada.

El esloveno pasó de los Mavericks a los Lakers, en una operación en la que perdía parte de las expectativas de ingreso que tenía en caso de una renegociación con Dallas.

Para Davis, el trato no resultó tan desventajoso, porque su nuevo equipo debe absorber las obligaciones adquiridas por el quinteto de Los Ángeles en la extensión de contrato vigente hasta 2028, 196,2 millones de dólares que ahora deberán salir de las arcas de Dallas, aunque renunció a 5,9 millones de dólares incluidos en su cláusula de canje.

En lo que medios, expertos y fanáticos han coincidido en llamar el trato “más tonto” en la historia de la NBA, los Dallas Mavericks perdieron la estrella de 25 años que promediaba 28,6 puntos de por vida y 28,1 esta temporada por un veterano de 31 con números mucho menos espectaculares.

Para colmo, Davis sufrió una lesión en la ingle en el primer partido con su nuevo equipo, se perderá el Juego de las Estrellas y es probable que tenga que pasar varias semanas fuera de acción.

Doncic ha encajado sin problemas en los Lakers y se ha combinado con su ídolo LeBron James para ayudar al equipo a encadenar una racha de victorias que llegaba a siete hasta su partido del lunes 10 de febrero. Mientras tanto en Dallas, el ambiente no ha hecho sino empeorar desde su partida.

Un problema de peso

La salida de Doncic ha terminado por desencadenar una crisis interna en los Mavericks, tal vez no de resultados –porque hasta el miércoles, Dallas había dividido: dos victorias y dos derrotas desde el canje– pero sí de clima interno.

Todo comenzó con la renuncia del entrenador asistente del equipo, el también esloveno Marko Milic, que tres días después de la negociación explicó que no quería continuar en el equipo si Doncic ya no formaba parte de él.

Luego el técnico principal, Jason Kidd, confesaba en rueda de prensa que se enteró de la negociación cuando ya estaba concretada, aunque un día después matizó y afirmó que el cambio era “parte del viaje” en busca del objetivo de mejorar el subcampeonato del año pasado ante los Celtics.

Después se sumó el antiguo propietario del equipo, el polémico empresario del entretenimiento Mark Cuban, que todavía conserva una participación minoritaria en la divisa, y aclaró que no había estado involucrado en la negociación.

“Eso es lo que queremos, soy inquebrantable en esto. Toda la organización lo sabe. Así es como me desenvuelvo fuera del baloncesto. Esta es la única forma de ser competitivo. Si quieres tomarte unas vacaciones, no lo hagas con nosotros”

Eso desvió las miradas hacia Patrick Dumont, el yerno de la nueva dueña mayoritaria, la magnate de los casinos Miriam Adelson.

Dumont, que ejerce como máxima autoridad de los Mavericks, asumió la carga del traspaso, atribuyendo el canje a las “constantes preocupaciones de acondicionamiento”, y mencionando la “cultura y ética de trabajo” como una diferencia decisiva.

“Eso es lo que queremos, soy inquebrantable en esto. Toda la organización lo sabe. Así es como me desenvuelvo fuera del baloncesto. Esta es la única forma de ser competitivo. Si quieres tomarte unas vacaciones, no lo hagas con nosotros”, le dijo al periódico 'Dallas Morning News'.

Por supuesto, las “vacaciones” no eran otra cosa sino las ausencias de Doncic por lesión esta temporada, dolencias que Dumont atribuía a los más de 120 kilos de peso con los que el esloveno enfrentaba la campaña.

Doncic solo había jugado 22 partidos en la zafra 2024-2025, aquejado por una sucesión de lesiones, pero cuando ha estado en cancha, siempre ha resultado decisivo.

Además de la buena producción ofensiva, promediaba 8,3 rebotes y 7,8 asistencias por partido, y venía de la que era considerada como una de las mejores temporadas estadísticas de la historia: 33,9 puntos, 9,8 asistencias y 9,2 rebotes.

Una negociación directa y una afición descontenta

El hombre que había movido los hilos para el canje no tardó en quedar identificado a los ojos de la afición. Nico Harrison, el gerente general, confirmó su papel, explicando que se estaba anticipando a un “verano tumultuoso”, en el que Doncic pasaría a ser elegible para un megacontrato de 345 millones de dólares.

Luego agregaría en entrevista con 'ESPN' que los Mavericks necesitaban un centro defensivo porque estaba convencido de que “la defensa gana campeonatos”.

¿Pero quién es Harrison y por qué su accionar enfureció a los aficionados? Un exjugador que nunca llegó a la NBA, pero sí jugó en Japón, Bélgica y Líbano, Harrison desempeñó varias posiciones en el gigante de artículos deportivos Nike.

“Si (Doncic) puede ser cambiado, entonces cualquiera está en juego”

En esas funciones conoció a principios de 2000 a Rob Pelinka, vicepresidente de operaciones de baloncesto y gerente general de los Lakers. Harrison era gerente de mercadeo de Kobe Bryant y Pelinka era su agente y han conservado las buenas relaciones por más de 20 años desde entonces.

Esa asociación resultó clave para la negociación porque Harrison la gestionó directamente con Pelinka, confiando en su confidencialidad para que no se filtrara al resto de la liga que Doncic estaba en el mercado.

De acuerdo con 'ESPN', ni Doncic ni Davis se enteraron de las negociaciones hasta que hubo un acuerdo concretado, pero según fuentes familiarizadas con la operación, Pelinka se apresuró a comunicarse con Davis, con el entrenador JJ Redick y con LeBron James apenas se cerró el trato, mientras que Harrison confesó que se limitó a enviar un mensaje de texto a Doncic.

El canje parece haber sentado un precedente sombrío para otros jugadores. “Si (Doncic) puede ser cambiado, entonces cualquiera está en juego”, aseguró Kevin Durant, mientras que Devin Booker recordó a sus colegas que “no piensen nunca que están más seguros de los que están”.

Para los Mavericks ha sido una tormenta. Además de la inconveniencia de negociar a Doncic a puertas cerradas, y perderse una rebatiña de clubes interesados que probablemente les hubiera dejado un beneficio mucho mayor, ahora han tenido que comenzar a devolver el costo de los pases a abonados descontentos porque no les atrae ver a un Dallas sin el esloveno.

En el primer partido como locales desde el cambio hubo protestas de aficionados alrededor de la American Airlines Arena, y en el segundo las manifestaciones escalaron un poco más, porque guardias de seguridad terminaron desalojando a fanáticos que gritaban ‘Fire Nico’ (despidan a Nico).

Lesionados: la tormenta perfecta

Como si la situación extradeportiva no fuera lo suficientemente complicada, dentro de la cancha las cosas no marchan mucho mejor para el equipo texano.

Davis no es un jugador que ofrezca más garantías que Doncic en el plano de la salud. Desde que debutó en la NBA en la temporada 2012-2013, solo ha podido completar cinco campañas de más de 65 partidos.

A la lesión de Davis se sumó la de otro pívot regular del equipo, Daniel Gafford, que abandonó el partido del lunes ante los Kings con lo que se cree sea un esguince en la rodilla derecha, pero debe ser evaluado de nuevo en dos semanas para determinar la verdadera gravedad de su lesión.

Esto deja al equipo sin centros defensivos de experiencia, porque Dereck Lively III no juega desde el 14 de enero, afectado por una fractura por estrés en el tobillo derecho, y otro hombre alto como Dwight Powell sufre un problema en la cadera desde el 17 de enero.

Los Mavericks, además, están mucho más urgidos de resultados que los Lakers. Los de Los Ángeles marchan cuartos en la Conferencia Oeste, mientras que los de Dallas están octavos, con la lucha por los play-in todavía peligrosamente abierta.