En las elecciones generales de este 29 de noviembre, las dos fuerzas de la coalición gobernante se enfrentan al Sinn Féin, partido unionista de izquierda, en un virtual empate. En un país rico, pero con pocos beneficios tangibles para su población -que se queja sobre todo de la crisis de vivienda-, los comicios se presentan tan inciertos como determinantes.

El 29 de noviembre, los ciudadanos irlandeses acudirán a las urnas para renovar el Dáil, la Cámara de Diputados. Mientras que varios sondeos prevén un importante retroceso para el Fine Gael, el partido de centroderecha del actual primer ministro Simon Harris, estas elecciones prometen ser muy reñidas tras una breve campaña de solo tres semanas.  

Según una encuesta publicada por el Irish Times, el Fine Gael caería un 6%, quedando en tercer lugar con un 19% de intención de voto, detrás del Fianna Fáil (21%), otro partido de centroderecha, y del Sinn Féin (20%), el partido nacionalista de izquierda que defiende la reunificación de las dos Irlandas. Otro sondeo realizado el fin de semana pronostica una caída del 4% para el Fine Gael.  

Simon Harris, que asumió como primer ministro en abril, revitalizó su partido, que en 2020 formó una coalición gubernamental con el Fianna Fáil de Michael Martin y los Verdes. Sin embargo, este año, la campaña del Fine Gael se ha visto empañada por varios errores. El más reciente fue un video difundido en redes sociales en el que Harris aparece dando la espalda a un trabajador social.  

Las imágenes, que acumularon más de 2,5 millones de visualizaciones, obligaron al primer ministro a disculparse públicamente al día siguiente.  

“La contienda parece ser muy ajustada entre los tres partidos principales. Están empatados en los sondeos, y el Fine Gael no ha tenido la mejor campaña, lo que explica su leve descenso. Todos están en torno al 21-22%, dentro del margen de error”, explicó Gail McElroy, profesora de ciencias políticas en el Trinity College de Dublín, a la agencia de noticias AFP. “En cierto modo, todo está por decidirse, pero parece que será una distribución del poder entre tres partidos”, añadió.  

El Sinn Féin, antiguo brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA), está liderado por Mary Lou McDonald y fue el partido más votado en las elecciones de 2020. En caso de victoria, su líder se ha comprometido a presionar para la celebración de un referéndum sobre la reunificación de Irlanda antes de 2030.  

Sin embargo, McElroy advierte que, aunque el Sinn Féin logre buenos resultados, no obtendría la mayoría debido a su limitado número de candidatos. Además, su éxito suele darse a expensas de otros partidos de izquierda, lo que dificultaría la formación de una coalición.  

Un país rico con servicios obsoletos y una grave crisis de vivienda

La República de Irlanda, independiente desde 1922 tras su pasado como colonia británica, fue durante mucho tiempo un país pobre y rural. Sin embargo, su ingreso en la Unión Europea en 1973 marcó el inicio de un auge económico impulsado por grandes inversiones extranjeras. Aunque la crisis financiera de 2008 frenó este crecimiento, en los últimos años Irlanda ha retomado su dinamismo económico. Según la OCDE, se prevé un aumento de su crecimiento para 2025.  

Hoy, con 5,2 millones de habitantes, Irlanda es uno de los países más ricos del mundo en términos de PIB per cápita. Su presupuesto para 2025, presentado el 1 de octubre, mostró un superávit por tercer año consecutivo, estimado en 9.000 millones de euros. Además, se suman 13.000 millones de euros en impuestos atrasados que Apple deberá pagar tras un fallo de la Corte de Justicia de la Unión Europea.  

Sin embargo, los irlandeses sienten que estas riquezas no se traducen en beneficios tangibles. Muchos critican que, pese a ser tan rica como Suiza, Irlanda cuenta con infraestructuras y servicios sociales propios de un país en desarrollo. En este contexto, las prioridades de los votantes son principalmente sociales: salud, infraestructuras deterioradas y, sobre todo, la crisis de vivienda.  

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, la construcción se detuvo abruptamente en Irlanda mientras la población seguía creciendo. La planificación urbana tampoco se ajustó al aumento demográfico. Tradicionalmente, el Fine Gael y el Fianna Fáil, alternativos en el poder durante casi un siglo, no priorizaron el problema, dado que su base electoral se centra en agricultores y pequeños propietarios.  

Ahora, el Fine Gael propone subvencionar la construcción de nuevas viviendas en cinco años. Sin embargo, la escasez de mano de obra en el sector complicaría esta iniciativa, ya que el mercado laboral irlandés opera al máximo de su capacidad. Según declaraciones de Tom McDonnell, del Instituto de Investigación Económica Nevin, al diario francés Le Monde, atraer trabajadores mediante la migración sería “políticamente complicado”. Por su parte, el Sinn Féin también propone inversiones masivas en el sector de la vivienda.  

Irlanda había escapado históricamente de la influencia de partidos xenófobos, pero esta tendencia está cambiando. Actualmente, hay unos 100.000 refugiados ucranianos en el país, y las solicitudes de asilo de África y Oriente Medio han aumentado drásticamente, lo que llega de la mano de una ola de xenofobia. 

 

Con AFP, Reuters y medios locales