Son al menos 15 oportunidades perdidas en las que el Estado pudo actuar contra Axel Rudakubana, el autor del asesinato de tres niñas, cuyo historial de obsesión por la violencia extrema y la posesión de cuchillos, eran suficiente evidencia. El Gobierno prometió trazar una línea para que estos hechos no se repitan.  

 

El lunes 29 de julio de 2023, minutos antes del mediodía, la historia de Southport, una ciudad pequeña en el norte de Inglaterra, cambiaría para siempre en apenas 15 minutos.  

Ese día, tres niñas inocentes: Alice da Silva Aguiar, nueve años; Bebe King, de seis años y Elsie Dot Stancombe de siete años, fueron asesinadas a sangre fría con un cuchillo de cocina de 20 centímetros mientras asistían a un club de vacaciones escolares dedicado a la mega estrella del pop, Taylor Swift.  

Otras ocho niñas y dos adultos, entre ellos, la instructora de la clase, y un vecino que acudió a salvar a las menores, fueron heridos con tanta sevicia que se delata con las cicatrices.   

El periodista Jamie López, editor de The Lancashire Lead, quien vive a cinco minutos del lugar de la tragedia, le dijo a France 24 que recuerda ese día como “surrealista”.  

“Cuando tienes una tormenta de periodistas, fotógrafos y cámaras, ya he estado en esa situación antes, pero de repente se siente muy diferente cuando es en tu casa, en tu comunidad y conoces a las personas involucradas. Fue una tragedia inimaginable, realmente. Fue horrible pensar en cómo pudo haber sucedido esto”.  

La tragedia de Southport empezó uno de los momentos más dolorosos y a la vez disruptivos en la historia nacional.   

Un día después y tras millones de mensajes en redes sociales especulando sobre el origen étnico del asesino, arrancaría también en Southport, una semana de disturbios, saqueos y violencia sin precedentes en el Reino Unido.  

Las calles ardieron especialmente en las ciudades del norte de Inglaterra donde la riqueza es una palabra desconocida. Estos disturbios dejaron 1.280 capturados y alrededor de 500 presos.  

El ambiente en todo el país estaba tan enrarecido y sumado a la especulación en el universo de las redes sociales, que la justicia reveló, forzada, la identidad del asesino, pese a que en ese momento era menor de edad.  

Axel Rudakubana, nacido en Gales, de padres asilados tras el genocidio de Ruanda, fue capturado mientras estaba al lado de uno de los cuerpos de las niñas en el salón donde se realizaba el taller.   

Este caso no solo es horrible por su dimensión, crudeza y premeditación sino porque evidencia los fallos y errores del Estado y sus instituciones, incluida la Policía, por haber ignorado las al menos 15 alarmas que se encendieron por el comportamiento extremadamente violento de Rudakubana y su propensión a atacar con cuchillos y que hubieran podido evitar esta tragedia. 

En el pasado, el asesino había sido condenado por tres delitos penales como agresión y porte de cuchillos.  

Un juez de la Corte de Liverpool lo condenó a al menos a 52 años de cárcel por el triple asesinato y el intento de homicidio a otras ocho menores y dos adultos. 

No fue condenado a cadena perpetua porque, en el momento de los crímenes, aún era menor de edad. Cumplió 18 años en la cárcel, en agosto.  

Determinado a causar el máximo sufrimiento posible  

Los detalles del triple asesinato son perturbadores. Una de las menores, recibió 122 heridas, especialmente en su cabeza y cuello, otra de las niñas fue atacada 85 veces.  

"Dos de las niñas sufrieron heridas particularmente horribles que son difíciles de explicar como algo que no sea de naturaleza sádica; y el acusado intentó matar a otras 10, infligiéndoles varias puñaladas, incluso en la espalda, mientras trataban de escapar”, dijo la fiscal del caso Deanna Heer.  

Se reveló que el asesino adquirió ese cuchillo del ataque en Amazon burlando los controles de seguridad para este tipo de compras.  

Según los medios británicos, el conductor de Amazon le habría entregado el paquete con el cuchillo de la masacre a uno de sus padres.  

Sin embargo, los antecedentes de Rudakubana en posesión o utilizando cuchillos eran conocimiento de las autoridades en el pasado. Fueron al menos 10 veces en las que fue descubierto portando uno.  

El 22 de julio, una semana antes de la masacre en Southport, su papá, Alphonse Rudakubana, habría evitado que cometiera una masacre con cuchillo en Range High School, el colegio del que había sido expulsado 5 años antes por su comportamiento violento.  

Según el Dailymail, Rudakubana estaba “planeando la primera masacre en una escuela secundaria del Reino Unido”.  

Las autoridades revelaron imágenes de cámaras de seguridad del momento en que su padre logra disuadirlo para que bajara del taxi que lo llevaría hasta ese colegio.  

Pese a la gravedad de ese episodio, la BBC ha establecido que el padre no llamó a la policía local para reportar este alarmante caso.  

No era la primera vez que llevaría a un cuchillo a ese centro educativo. Años atrás, en 2019, con 13 años, llevó ese tipo de arma para defenderse de acoso racista.  

Luego se conoció que preguntaría, en una llamada con Childline call centre, "¿Qué debo hacer si quiero matar a alguien?".  

Obsesionado con la violencia  

Entre 2019 y 2021, las escuelas por las que pasó lo remitieron al menos tres veces al programa de prevención de extremismo por su obsesión con la violencia, conflictos sangrientos y figuras como Adolf Hitler y Genghis Khan.   

Y también había estado en el radar de la Policía local que había acudido al menos cuatro veces a su casa por su comportamiento violento, entre octubre de 2019 y mayo de 2022, reporta la BBC.   

En una de ellas, bien alarmante, su mamá lo reportó como desaparecido y fue encontrado porque se negó a pagar el pasaje en un bus y reportado por el conductor a la policía. 

En ese momento, Rudakubana, reportan los medios locales, le dijo a la policía que tenía un cuchillo y que “quería apuñalar a alguien”.  

Aún así y ante la gravedad de esa revelación, no fue acusado ni procesado legalmente por el porte de un cuchillo de cocina pequeño.  

Años antes había sido diagnosticado con un trastorno del espectro autista y no asistía a una escuela formal por su tendencia violenta.  

Fue remetido a dos escuelas para jóvenes con necesidades especiales, pero su asistencia fue casi nula. Así que profesores, regularmente, acompañados por la policía, por temor a su comportamiento violento, le daban clases en su casa.  

Hallazgos inquietantes  

Tras el ataque en Southport, las autoridades inspeccionaron la casa en la que vivía con sus padres y hermano mayor, en Banks, Merseyside.  

En su habitación encontraron varias armas letales como machetes, cuchillos, flechas y un hallazgo alarmante en un tupperware de cocina: ricino, un toxico biológico, letal, para el que no hay antídoto y que fabricó en esa habitación.  

Los materiales para fabricar el ricino fueron comprados por Amazon y enviados a diferentes direcciones de vecinos.  

“Axel Rudakubana tenía la materia prima para matar a casi 13.000 personas escondida bajo su cama”, resalta el Dailymail.  

También se encontró un manual de Al Qaeda que detallaba cómo cometer crímenes con cuchillos, que había sido descargado en dos oportunidades.  

Durante la lectura de la sentencia de Rudakubana, el juez resaltó que el asesino siguió las instrucciones de ese manual en el ataque contra las niñas.   

En sus dispositivos electrónicos también se encontraron referencias e información sobre genocidios y las guerras en Gaza, Ucrania, Sudan y Corea.  

El Gobierno ordena una investigación formal para establecer la cadena de fallos 

“Ninguna palabra podrá jamás capturar la profundidad de su dolor”, dijo el primer ministro, Keir Starmer, y aseguró que el Reino Unido se enfrenta a nuevos tipos de amenazas, tras este ataque. No solo de grupos terroristas sino de individuos radicalizados.  

Starmer planteó, incluso un cambio en la ley para incluir este tipo de ataque como terrorismo.  

Sin embargo, expertos afirman que esa modificación legal abrumaría a las autoridades que tienen que investigar amenazas reales de terrorismo, porque en el caso del asesino de Southport, su motivación no habría sido ideológica, política ni religiosa.  

“Su único propósito era matar y apuntaba a los más jóvenes, más vulnerables, para difundir el mayor nivel de miedo e indignación, lo que logró”, dijo la fiscal Heer. 

El primer ministro también le salió al paso a las denuncias sobre un posible encubrimiento de él y su gobierno sobre la identidad y el historial delictivo del asesino de Southport.  

Afirmó que, para no entorpecer el proceso judicial, era necesario mantener todos estos detalles confidenciales.  

Esta investigación arrojará todos los fallos que cometieron el estado y sus autoridades para evitar una de las tragedias más dolorosas e impactantes en el Reino Unido.  

Una de las preguntas por responder es la responsabilidad de los padres de Rudakubana quienes también omitieron esas alertas.  

“La naturaleza impactante de lo que pasó ha dejado un trauma real no solo en las personas involucradas, sino también en la comunidad en general. Hay un verdadero legado de conmoción y horror. Y creo que muchas personas en Southport no quieren ser definidas por lo que sucedió, sino por la respuesta que vino después, la forma en que la comunidad se unió”, resalta López.  

“Estoy sobreviviendo por ustedes” 

Antes de que se anunciara la condena de 52 años para Rudakubana, se escucharon los testimonios desgarradores de víctimas, sobrevivientes y los padres de las niñas asesinadas que quebraron hasta las lágrimas a los asistentes.  

“No puedo darme compasión ni aceptar elogios, porque ¿cómo puedo vivir sabiendo que sobreviví cuando murieron niñas? Nos atacó porque éramos mujeres y niñas, vulnerables y presas fáciles”, dijo Leanne Lucas, la instructora del taller y quien resultó gravemente herida.  

“Nuestra vida se fue con ella. Él nos llevó a nosotros también. Seis meses de dolor continuo y una sentencia de por vida de dolor. Eso es lo que tuvimos entonces y la vida que vivimos ahora. Nos han arrebatado a la niña de nuestros sueños de una manera tan horrible e indigna que nos destrozó el alma”, dijeron Sergio y Alexandra, los padres de Alice da Silva Aguiar, de 9 años, quien murió horas después en el hospital.  

Por su parte, la mamá de Elsie Dot Stancombe, Jenni, dijo “él nos arrebató a nuestra hija, su vida, su futuro y todo lo que ella podría haber sido. No hay mayor pérdida ni mayor dolor”.   

Mientras que la mamá de una niña sobreviviente, de 7 años, cuya identidad no puede revelarse, narró que su hija “estaba tendida en el piso sangrando por los brazos y la espalda. Su hermoso cabello largo y rubio estaba cubierto con tanta sangre que parecía marrón y su padre no pudo reconocerla”.