El regreso del Frente Amplio a la Presidencia de Uruguay marca un cambio político tras cinco años de gobierno del centroderechista Partido Nacional. Con un liderazgo que combina cercanía con la ciudadanía y experiencia en el gobierno, Yamandú Orsi asume el desafío de responder a las demandas sociales más urgentes, mientras busca construir consensos en un escenario parlamentario fragmentado.
El domingo 24 de noviembre, Uruguay eligió como presidente al izquierdista Yamandú Orsi, quien obtuvo el 49,8% de los votos en el balotaje, devolviendo al Frente Amplio (FA) al poder tras cinco años de gobierno del Partido Nacional.
Este triunfo marca un nuevo capítulo para la coalición progresista, que anteriormente tuvo en el poder a figuras emblemáticas, como José "Pepe" Mujica o Tabaré Vázquez, y se consolida nuevamente como una fuerza central en la política uruguaya.
La jornada electoral, que registró una participación del 89,4% según datos de la Corte Electoral, culminó con la derrota de Álvaro Delgado, candidato del oficialista Partido Nacional, quien obtuvo el 45,8% de los votos.
¿Qué implica el regreso del Frente Amplio?
Ante una multitud de seguidores que ondeaban las banderas tricolores del Frente Amplio en el comando de campaña, Yamandú Orsi destacó en su discurso de consagración su compromiso con el diálogo como herramienta clave de su futuro gobierno.
“Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo para encontrar las mejores soluciones, por supuesto con nuestros planteos, pero también escuchando muy bien lo que nos dicen los demás”, afirmó el político.
Junto a Carolina Cosse, su compañera de fórmula, Orsi expresó su alegría por el resultado, pero también recordó la importancia de la unidad nacional. “
Hay otra parte de nuestro país que hoy están con otro sentimiento (…) a ellos también los precisamos”, señaló, destacando su intención de gobernar para todos los uruguayos.
Para Camila Zeballos, politóloga de la Universidad de la República, uno de los factores del triunfo del Frente Amplio se debe a la intensa campaña desde las internas de junio de 2024, que fortaleció su presencia en todo el territorio.
Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó tras la primera vuelta: “Orsi mostró sus mejores perspectivas: desplegó su capacidad de negociación, se mostró cercano a la ciudadanía y recorrió los departamentos más alejados de la capital en varias oportunidades. Eso fue muy importante para la arremetida final”, explicó Zeballos a France 24.
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La centroderecha se pone "a las órdenes" de Orsi
El presidente saliente, Luis Lacalle Pou, reconoció la victoria del candidato opositor poco después de que las principales consultoras proyectaran el triunfo de Orsi, mientras el conteo de votos avanzaba lentamente.
Por su parte, tras conocerse los resultados, Álvaro Delgado se dirigió al público que lo acompañaba:
“Los uruguayos decidieron quién ejercerá la Presidencia de la República. Quiero enviar un fuerte abrazo y mis felicitaciones a Yamandú Orsi y al Frente Amplio”.
Además, destacó la importancia del diálogo y los consensos para el futuro del país: “Hoy Orsi tiene la llave, la posibilidad de buscar y encontrar los acuerdos nacionales. Pero sepan que esta coalición, formada por múltiples partidos, llegó para quedarse. Sus verdaderos dueños son la gente, quienes la vivieron y la militaron en todo el país. Si necesita una mano en pos del país, le ofrecemos ambas”, concluyó el candidato oficialista.
En la primera vuelta, celebrada el pasado 27 de octubre, Orsi había logrado un 44% de los votos frente al 26,8% obtenido por Delgado y para el balotaje se preveía un resultado ajustado.
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Hijo de comerciantes y profesor de Historia, ¿quién es Yamandú Orsi?
Yamandú Orsi, de 57 años, nació en Santa Ana, en el departamento de Canelones, en un hogar humilde donde vivió hasta los seis años ayudando a sus padres en tareas en el campo.
Cuando su padre, apodado "Bebe", enfermó, la familia se trasladó a la capital del departamento y abrió un pequeño comercio de barrio, donde Orsi combinaba sus estudios con la atención al negocio familiar. En 1986, se mudó a Montevideo para formarse como profesor de Historia, un paso casi inevitable en una época en que la educación superior y los grandes movimientos políticos, como el Frente Amplio, tenían su epicentro en la capital.
Fue en Montevideo donde se vinculó al Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por José Mujica. Desde allí, regresó a Canelones y se consolidó dentro del Frente Amplio, alcanzando la intendencia (alcaldía).
Orsi se convirtió en el primer presidente en democracia nacido fuera de Montevideo. En palabras de Mujica, es “un candidato híbrido que entiende tanto al área metropolitana como al interior profundo del país”.
Su camino hacia la Presidencia no estuvo exento de controversias. En marzo, enfrentó una denuncia falsa sobre un supuesto acto de violencia en 2014, desmentida en tribunales tras la confesión de las denunciantes. Este episodio, en lugar de debilitarlo, reforzó su reputación de honestidad.
Padre de mellizos y apegado a sus raíces, Orsi mantiene un estilo de vida sencillo, lo que para muchos lo acerca aún más al electorado.
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Economía, demandas sociales e inseguridad: los desafíos de Orsi
Yamandú Orsi asumirá el 1 de marzo de 2025 la Presidencia de Uruguay, para liderar al país durante los próximos cinco años. Su mandato concluirá cuando se celebre el bicentenario de la República, en 2030. Gobernará en una de las democracias más sólidas y estables de América Latina.
Sin embargo, el nuevo presidente tendrá que atender desde el inicio las demandas más urgentes de la sociedad, centradas principalmente en el costo de vida y la seguridad pública. Para responder a estas necesidades, Orsi deberá apostar por una mayor eficiencia del Estado, buscando fortalecer los servicios públicos y mejorar la competitividad económica del país.
Las prioridades del equipo económico del Frente Amplio, según las declaraciones del que será posiblemente el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, se centran en lograr un mayor crecimiento económico, reducir la pobreza y “redefinir la matriz de protección social”.
Estas metas, según Oddone, estarán acompañadas por un compromiso de mantener la estabilidad macroeconómica y la confianza en las instituciones que caracterizan a Uruguay.
Oddone dejó clara su postura en un evento en octubre, donde afirmó:
“No hay un quiebre ni un parteaguas, eso es grieta y eso forma parte de lo que pasa en América Latina que, por lo menos yo, no lo quiero para Uruguay”.
En diálogo con France 24, el investigador del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR), Joe Sammut, resalta que “la recuperación de Uruguay tras la pandemia fue más lenta que en otros países de la región”, lo que dejó índices de pobreza más elevados que los niveles prepandemia.
Sin embargo, el especialista subraya que la economía uruguaya tiene bases sólidas y está en una posición mucho mejor que en 2005, cuando el Frente Amplio asumió el poder por primera vez. Esto, según Sammut, ofrece margen para políticas progresistas capaces de generar un crecimiento económico más inclusivo.
Un estudio del CEPR, destaca que durante los tres periodos que el Frente Amplio gobernó (2005-2020) se implementaron una serie de reformas y programas sociales que transformaron el panorama de la asistencia social en Uruguay, especialmente enfocados en combatir la pobreza estructural.
En 2004, antes de que esta coalición izquierdista asumiera el poder, cerca del 40% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza, una realidad que se convirtió en la prioridad de la administración frenteamplista. Entre las políticas más destacadas se encuentra la creación de programas de transferencias monetarias dirigidos a diversos grupos vulnerables.
Entre los temas centrales que Uruguay debería abordar, Sammut destaca la importancia de revitalizar programas sociales como el Plan de Equidad, que demostró ser efectivos en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Estas políticas no solo benefician directamente a la población más vulnerable, sino que también estimulan el poder adquisitivo y el crecimiento económico.
Además, el experto señala que una mayor igualdad social genera impactos positivos en áreas como salud, educación y cohesión social, fortaleciendo la estabilidad económica a largo plazo. “Estos planes, reducen la desigualdad de ingresos, y las investigaciones muestran que una mayor igualdad tiene diversos efectos beneficiosos para la sociedad”, señala Sammut.
El otro gran desafio será la seguridad. Este fue uno de los ejes centrales de la campaña electoral, que reflejó la creciente preocupación de los uruguayos por el impacto de la delincuencia y el narcotráfico.
Según las principales encuestas, la inseguridad fue uno de los temas que más inquietó a los votantes, quienes consideran que las bandas de narcotraficantes y el crimen organizado impulsaron un aumento significativo en los robos y asesinatos.
“Mis enemigos son el narcotráfico, la delincuencia y la corrupción”, dijo Orsi al referirse a sus propuestas en materia de seguridad en un debate presidencial.
Durante el Gobierno de Lacalle Pou, este problema representó un desafío importante, particularmente en 2023, cuando la tasa de homicidios llegó a 11,2 por cada 100.000 habitantes, según datos de InSight Crime, en un país con una población de 3,4 millones de personas.
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¿Podrá Orsi llevar adelante su plan de gobierno sin mayoría en Diputados?
En Uruguay, el Parlamento juega un rol central. En este ámbito, Orsi enfrentará el reto de negociar con un Congreso fragmentado. Aunque en el Senado tiene mayoría, el principal reto estará en la Cámara de Diputados, donde el Frente Amplio cuenta con 48 bancas de un total de 99.
Según Zeballos, la principal fortaleza del frenteamplista es el respaldo de la bancada del Movimiento de Participación Popular (MPP), integrada por figuras de peso con experiencia parlamentaria dentro del FA.
Esto le permitirá buscar consensos con sectores más heterogéneos, como Identidad Soberana, Cabildo Abierto y el Partido Colorado.
“Para afuera del Congreso, los políticos hacen un juego de confrontación, pero a la interna es el reino de la negociación y el intercambio político”, explica Zeballos.
La Coalición Republicana ¿ruptura o continuidad?
La Coalición Republicana, que lideró el Gobierno de Uruguay desde 2019 bajo la Presidencia de Luis Lacalle Pou, está conformada por el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente.
Este bloque político, formado como una alianza multipartidaria, permitió a Lacalle Pou construir una mayoría parlamentaria para impulsar su agenda de gobierno.
Zeballos señala que la Coalición enfrenta el desafío de mantenerse unida tras la derrota electoral del domingo 24 de noviembre. “Cabildo Abierto ya había advertido que no tenía sentido seguir formando parte de la Coalición si esta perdía las elecciones”, indica la experta.
Además, señala que los partidos que integran la coalición podrían buscar beneficios individuales en lugar de consolidarse como un bloque. Este contexto será crucial cuando se discutan proyectos clave, donde se verá la capacidad de cada partido para articular sus posturas frente al nuevo gobierno.
“La primera ley sustantiva que debe pasar el gobierno, es la Ley de Presupuesto. Allí veremos cómo funcionará cada uno de los partidos que integran la coalición”, finaliza la politóloga.