No era un partido cualquiera. Armenia y Turquía se enfrentaron por la Eurocopa en medio de algunos acercamientos entre ambos países. Las relaciones entre las dos naciones son tensas desde hace cerca de un siglo debido al genocidio armenio, que comenzó en 1915, cuando los turcos otomanos arrestaron y decapitaron a cientos de intelectuales y políticos. Unas cicatrices acentuadas por el apoyo de Turquía a Azerbaiyán durante la guerra de Nagorno Karabaj de 2020.

Un partido con carga onerosa, una historia de crueldad y un presente que oscila entre la reconciliación y el desprecio. En este entorno se enfrentaron Armenia y Turquía, el 25 de marzo en el estadio Vazgen Sargsyan de Ereván, en la fase eliminatoria de la Eurocopa 2024.

La etiqueta de sold out en las plataformas virtuales de venta de entradas fue el presagio de un estadio colmado y teñido de la tricolor del equipo local. En la conferencia de prensa previa al partido, el entrenador de la selección armenia, Oleksandr Petrakov, había enfatizado en la satisfactoria preparación, sus jugadores y en las oportunidades equitativas para los equipos contrincantes.

Ya en la cancha, la pelota rodó con fluidez bajo la mirada expectante de los fanáticos armenios, que se entusiasmaron al minuto 10, cuando su selección convirtió el primer gol. Una sensación diferente a la que quedó al terminarse el partido con el resultado final dos a uno a favor de Turquía.

Unas semanas atrás, la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA) anunció la decisión de impedir el acceso a aficionados turcos para "evitar tensiones innecesarias". Por esta misma razón, los fanáticos armenios no podrán presenciar el partido que tendrá lugar en Turquía en septiembre.

La antipatía entre estos países se reactivó a partir del apoyo explícito del Gobierno de Turquía a Azerbaiyán durante la guerra de Nagorno Karabaj de 2020 —un conflicto que se prolongó por más de 40 días en 2020 y que enfrentó a ambos países por dicho territorio—. Su alianza ostenta un nivel tan fraternal, que los mandatarios Recep Tayyip Erdogan e Ilham Aliyev, el mandatario azerí, se refieren a sus estados como "dos países, una misma nación".

El fútbol, un puente

En otras circunstancias, el fútbol había sido seleccionado como el deporte que estrecharía los lazos entre Ereván y Ankara. Los antecedentes se registran en 2008 y 2009, con dos partidos, uno en la capital armenia y otro en la ciudad turca de Bursa, en el marco de las eliminatorias para la Copa del Mundo de 2010.

En esos tiempos, los Protocolos de Zúrich, destinados a reestablecer las relaciones entre Armenia y Turquía, se habían puesto sobre la mesa. Su hoja de ruta planteaba la reapertura de las fronteras y la formación de una comisión de expertos encargada de estudiar el genocidio armenio. Para sellar las intenciones de limar asperezas, los presidentes, Serzh Sargsyan y Abdullah Gül, vieron los partidos juntos desde el palco.

Se inauguraba la era de la "diplomacia del fútbol" y los países vecinos iban tras la restauración de sus vínculos, interrumpidos desde 1993, cuando Turquía decidió suspender unilateralmente sus relaciones con Armenia en el contexto de la primera guerra de Nagorno Karabaj.

Más adelante, el periodo de la cortesía bilateral dio un cierre cuando el presidente Sargsyan suspendió el proceso de ratificación de los protocolos. Así, el proceso de restablecimiento de las relaciones se esfumó y, desde entonces, las selecciones de Armenia y Turquía tampoco se encontraron en la cancha.

Luego de más de 10 años, los países cercanos geográficamente y lejanos en su diplomacia volvieron a cruzarse en una jornada atlética. En esta oportunidad, el presidente de Armenia, Vahagn Khachaturyan, por medio de una publicación en su cuenta de Twitter expresó: “Gracias a los equipos de Armenia y Turquía por un partido impresionante y lleno de emociones. El deporte debe unir a las personas, reconciliar naciones y servir como una causa de paz”. Por su parte, el primer ministro, Nikol Pashinyan, se limitó a compartir la formación de la selección armenia en su cuenta de Facebook, sin referirse al proceso de normalización de lazos entre estos países.

Terremoto y amistad

A partir de enero de 2022, Armenia y Turquía decidieron dar un segundo chance a su diplomacia. Los países nombraron representantes encargados de llevar adelante el proceso de normalización de sus relaciones. Los asignados fueron Serdar Kilic, exembajador de Turquía en Estados Unidos, y el vicepresidente de la Asamblea Nacional de Armenia.

Este proceso incluye varios puntos, entre los que prevalece la apertura de la frontera para ciudadanos de terceros países y titulares de pasaportes diplomáticos armenios y turcos. Según información reciente publicada en medios armenios, esta frontera comenzará a operar antes del comienzo de la temporada turística de 2023.

Recientemente, se abrió este acceso terrestre tras décadas de bloqueo, cuando Armenia envió ayuda humanitaria a Turquía para asistir a las víctimas del desastroso terremoto. Además, colaboró con 27 rescatistas que cumplieron misiones de auxilio en la ciudad turca Adiyaman. Estas decisiones fueron tomadas por el primer ministro, quien no dudó en llamar al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para expresar sus condolencias.

Con la apertura excepcional del puente fronterizo de Margara, el ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, Ararat Mirzoyan, viajó a Turquía y se reunió con su homólogo Mevlüt Çavuşoğlu. En una conferencia de prensa conjunta, Mirzoyan manifestó que "ninguna sociedad debe quedar sola durante los desastres naturales". Por su parte, Çavuşoğlu afirmó que la asistencia brindada por Armenia a las víctimas del terremoto podría facilitar el proceso de normalización.

En consecuencia, ambas partes afirmaron que el diálogo en curso ha registrado avances y, entre otros puntos, se ha decidido levantar la prohibición de carga aérea.

En este contexto, Ereván y Ankara consolidan sus esfuerzos para reforzar sus vínculos diplomáticos formales. A pesar de que sus disputas se centran principalmente en la negativa de Turquía a reconocer el genocidio armenio y en su incondicionalidad hacia Azerbaiyán, en materia discursiva, los líderes hacen referencia a un compromiso para asegurar una región pacífica, cooperativa y estable.