Donald Trump justifica sus ambiciones expansionistas con respecto al Canal de Panamá en la "influencia" que China tiene supuestamente sobre esta ruta marítima esencial para Estados Unidos. Dos puertos en particular parecen estar en el centro de esta polémica. 

Donald Trump lo repitió durante su discurso de investidura el lunes 20 de enero. El presidente número 47 de Estados Unidos quiere "recuperar" el control del Canal de Panamá. Durante esta alocución, que parecía de política general, Trump no volvió sobre sus otros caprichos territoriales, como la compra de Groenlandia o la conversión de Canadá en el estado 51 de Estados Unidos. Se enfocó en Panamá.

De momento, la cuestión del Canal de Panamá parece haber primado sobre las demás ambiciones expansionistas de Donald Trump.

Para justificar su deseo de devolver lo que Estados Unidos puso en manos panameñas en 1999, el nuevo anfitrión de la Casa Blanca ha acusado a China de ejercer una influencia sobre el Canal de Panamá peligrosa para los intereses estadounidenses.

Cerca del 75% de la carga comercial que pasa por esta vía marítima – por la que circula más del 5% del comercio mundial – es estadounidense.

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Auditoría de dos puertos "chinos"

Es sobre este punto de la "influencia" china sobre el que las autoridades panameñas, no dispuestas a ceder a las presiones estadounidenses, han reaccionado.

Han anunciado la apertura de una auditoría a Hutchison Port, la filial portuaria del conglomerado hongkonés CK Hutchison Holdings, que gestiona los dos puertos situados en los extremos del Canal. Con este procedimiento se pretende "garantizar la transparencia y eficiencia de las operaciones" en estos dos puertos, sostuvo la Contraloría General de Panamá en X.

"Es la única iniciativa que puede tomar el Gobierno y el mejor medio de que dispone para intentar contrarrestar las acusaciones estadounidenses", admite Tabita Rosendal, especialista en política exterior china de la Universidad de Lund (Suecia) y que ha trabajado en el aspecto marítimo de las Nuevas Rutas de la Seda de China.

"Es una jugada inteligente por parte de las autoridades panameñas porque saben que Hutchison Port cooperará [la empresa anunció el miércoles que esa era su intención, nota de la redacción] y que la auditoría muy probablemente no revelará nada sospechoso", añade Benjamin Creutzfeldt, especialista en relaciones entre China y los países latinoamericanos en la Universidad de Leipzig (Alemania) y director del Instituto Confucio de Leipzig.

Los responsables hongkoneses del puerto de Hutchison ya se han sometido a varias auditorías en los últimos años y siempre han cumplido sin rechistar, subrayan los expertos entrevistados por France 24.

Hacer sospechosos a estos puertos de la influencia china en la gestión del canal puede resultar sorprendente. Están gestionados por el grupo de Hong Kong desde 1997 y el acuerdo se renovó por 25 años en 2021 sin plantear ningún problema particular.

Hutchison Port no es una estructura pequeña y discreta que las autoridades chinas puedan explotar fácilmente entre bastidores. "Es uno de los mayores inversores en puertos del mundo", afirma Tabita Rosendal. La empresa gestiona 53 puertos en 24 países. En concreto, explota el puerto de Estocolmo (Suecia), cinco puertos en los Países Bajos y una docena más en Oriente Medio. Sin duda, este gigante tendría los pies de barro si estallara un escándalo de connivencia con los intereses políticos de Beijing.

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El legado del hombre más rico de Hong Kong

CK Hutchison Holdings, la empresa matriz de Hutchison Port, también tiene su sede en Hong Kong, un territorio chino donde las empresas aún gozan de cierta independencia de Beijing, a pesar de que las autoridades chinas han tomado el control de la ciudad. Así pues, ¿hasta qué punto es difícil convertirla en el brazo portuario de Beijing? Intentarlo "encaja perfectamente con la retórica de Donald Trump de presentar Hong Kong como totalmente a sueldo de Beijing", apunta Rodrigo Martín, que ha trabajado en temas sobre las relaciones entre Panamá, China y Estados Unidos para la Universidad de Salamanca (España).

Por encima de todo, el fundador de CK Hutchison Holdings, Li Ka-shing, es desde hace tiempo el hombre más rico de Asia. Desde principios de los años ochenta, es sin duda una de las personalidades más poderosas de la isla, y un rumor local afirma que su imperio -CK Hutchison Holdings- es tan extenso que "por cada dólar gastado en Hong Kong, cinco céntimos acaban en los bolsillos de Li Ka-shing", según declaró el banquero de inversiones Charles-Henri Larreur al diario económico La Tribune en 2014.

Una fortuna que le ha permitido a él y a su familia -que gestionan los intereses del grupo desde que el patriarca se retiró en 2018- "tener un cierto grado de libertad frente a la influencia que Beijing puede ejercer sobre los líderes empresariales en China", explica Tabita Rosendal.

No obstante, Benjamin Creutzfeldt cree que "las numerosas operaciones que el grupo de Li Ka-shing ha podido desarrollar en China continental hacen que el Gobierno central tenga un grado de influencia de facto sobre este conglomerado e, indirectamente, sobre la forma en que gestiona su red de puertos".

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Fuerte aumento de la inversión china

Pero, ¿es suficiente para que se conviertan en los amos del Canal de Panamá? Donald Trump ha criticado a las autoridades que gestionan este paso por cobrar demasiado a Estados Unidos en comparación con China. En su opinión, esta desigualdad se debe a las presiones de Beijing. En realidad, Hutchison Port "no tiene nada que decir en la gestión del Canal", afirma Benjamin Creutzfeldt.

"Es la Autoridad del Canal de Panamá, que depende del Gobierno panameño, la que fija las tarifas según unos acuerdos que no han cambiado desde hace décadas y que establecen un principio de neutralidad", explica Tabita Rosendal.

Según estas normas, todos los buques que transitan por el Canal están sujetos a la misma tarifa, independientemente de su origen. Pero como el 75% de esos barcos son estadounidenses y solo el 21% chinos (los chinos son el segundo cliente del canal de Panamá), Estados Unidos paga mucho más…

Pero esa supuesta influencia china en Panamá no se detiene en el puerto de Hutchison. El interés chino por este pequeño país centroamericano no ha hecho más que crecer en los últimos años. "Aunque Panamá siempre ha sido uno de los aliados más fiables de Estados Unidos en la región, en 2016 la diplomacia económica china logró que el país dejara de apoyar a Taiwán", señala Rodrigo Martín.

Desde entonces, Beijing ha aumentado sus inversiones en Panamá. En 2018, el país se convirtió en el primer país latinoamericano en unirse al programa de las Nuevas Rutas de la Seda. China ha gastado miles de millones de dólares en el desarrollo de infraestructuras alrededor del Canal y en otros lugares de Panamá. En 2016, el grupo chino Landbridge se adjudicó un contrato de 900 millones de dólares para gestionar el puerto de Margarita, el más grande de Panamá, situado no lejos de la entrada atlántica del Canal.

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¿Vuelve Trump a la Doctrina Monroe?

Esta avalancha de dinero demuestra que "Panamá se ha convertido en uno de los países más importantes para la estrategia de China en América Latina", afirma Rodrigo Martín. "Es una puerta de entrada al continente para China, tanto económica como diplomáticamente", añade Tabita Rosendal.

Ya en 2016, "las autoridades estadounidenses vieron con muy malos ojos la decisión de Panamá de desprenderse de Taiwán", recuerda Benjamin Creutzfeldt, que entonces estaba en Washington. Y las cosas no han mejorado con el tiempo. "El problema es el doble papel de ciertas tecnologías que las empresas chinas están desplegando en Panamá", explica Tabita Rosendal.

Por ejemplo, Huawei ha suministrado a Panamá un gran número de cámaras de vigilancia que, si Beijing lo desea, podrían utilizarse para recabar información de inteligencia. "No hay pruebas de que China las esté utilizando para vigilancia, pero la cuestión del riesgo para la seguridad nacional de este tipo de tecnología debe plantearse para muchos países", añade la especialista de la Universidad de Lund.

Para Rodrigo Martín, la presión que Donald Trump está ejerciendo sobre el Canal de Panamá es quizás una forma del presidente de "volver a la Doctrina Monroe, que incluye a América Latina en la esfera de influencia norteamericana, y señalar que hay que evitar que China interfiera". Pero el riesgo de la agresividad de Trump es que puede volverse en contra de Estados Unidos.

"Si Washington sigue amenazando a Panamá y China se mantiene neutral, las autoridades panameñas pueden verse tentadas a acercarse aún más a Beijing", advierte Rodrigo Martín.

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Adaptado de su original en francés