Pokrovsk, un bastión fundamental para Ucrania cuyo control está en disputa entre las fuerzas de Kiev y las de Moscú, atestigua desde hace más de cinco meses feroces batallas. Según la agencia de noticias 'Ukrinform', en las últimas horas se registraron 158 enfrentamientos, 43 ataques aéreos contra posiciones ucranianas ademas del lanzamiento de 2.120 drones con carga explosiva. ¿Está escrito el destino de Pokrovsk? 

Una de las estrategias que han llevado a cabo sistemáticamente las fuerzas de Moscú, desde el inicio de la invasión a gran escala en Ucrania, es el corte de suministros; bombardeos a infraestructuras eléctricas, de agua y bloqueos de carreteras esenciales para el movimiento militar.

Pokrovsk no es la excepción. En esta ciudad perteneciente al óblast de Donetsk, situada en el este del país, con poco más de 60.000 habitantes según el último censo del año 2022, es un bastión clave para el ejército de Kiev al encontrarse en la intersección de importantes líneas férreas, carreteras y acoger a la única mina de coque, un tipo de carbón necesario para la fabricación de acero.

Según EFE, las exportaciones de acero (72 % a la Unión Europea), son la segunda fuente de ingresos de la economía del país. Durante el 2024 la exportación de acero ingresó al gobierno de Volodímir Zelenski 4.400 millones de dólares.

El pasado 14 de enero, Metinvest, grupo internacional siderúrgico, anunció la suspensión de operaciones de la mina de Pokrovsk a causa del “deterioro de la situación de seguridad”. Fuentes locales afirman que es un intento para evitar que los rusos tomen y exploten las minas.

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Otro de los grandes intereses del Kremlin es tomar el control de la ruta que conecta Dnipro con la ciudad en disputa ya que es vital para el movimiento de tropas, suministros y blindados.

Actualmente Dnipropetrovsk es un centro económico e industrial de primer orden, además de un punto crucial de interconexión con diferentes regiones del país.

Los voluntarios trabajan a contrarreloj para la extracción de civiles

El cielo de la ciudad ya no es seguro, drones y cuervos sobrevuelan las calles. Ante la vorágine de evacuación de civiles es difícil identificarlos. Pero, ¿qué tienen en común las aves y los dispositivos electrónicos? Ambos son presagios de muerte.

La línea 0 de combate se encuentra a menos de 2 km de la ciudad y mientras el feroz pulso por controlar la zona aumenta, tres organizaciones sin ánimos de lucro se coordinan entre sí para realizar la titánica labor de extracción de personas que, por diferentes motivos, continúan viviendo allí.

Sergey Lyashko es arquitecto, comenzó a trabajar como voluntario en la ONG Children New Generation en el 2023 durante su tiempo libre, pero desde hace un año trabaja full time como conductor y coordinador de evacuaciones.

“Recuerdo una de las evacuaciones en Niu-York, un dron nos atacó y mató a uno de mis compañeros. Fue horrible”, dice mientras conduce un coche blindado hacia Pokrovsk.

Pese a que el portavoz del Grupo de Tropas Operativas y Estratégicas de Khortytsia afirmó en la emisión del teletón nacional que la situación en Pokrovsk sigue siendo estable porque no hay presencia de soldados del país agresor, la ciudad parece caer en un abismo lentamente.

Algunos ciclistas solitarios se apresuran a pedalear a través de calles desiertas. El viento y la lluvia se cuelan en casas y edificios acribillados por metralla de bombas y minas. Perros y gatos abandonados corren sin rumbo intentando sobrevivir.

“Muchos se han ido, pero algunos han decidido quedarse, o porque no tienen a dónde ir, o porque esperan a los rusos para la “liberación”, comparte un hombre que se acerca a conversar con los rescatistas.

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La mayoría de calles de la ciudad son de tierra y están plagadas de pozos a causa de las lluvias y del deshielo de la nieve. Las casas tienen colores pasteles que combinan perfectamente con el blanco del cielo y de la niebla. En los cables de electricidad decenas de palomas y de cuervos se posan observando desde la altura lo que sucede.

Por la carretera principal se llega hacia la plaza del ayuntamiento cuyo esqueleto y cartel con el tridente ucraniano aún sobreviven.

“Mira esa fila de gente, creo que hoy es el último día que abre Ukrposhta (empresa de transporte). Una señal muy mala, sin dudas”, dice Sergey mientras conduce hacia el segundo punto de extracción.

Actualmente, tres organizaciones trabajan en la zona y se coordinan entre sí para la extracción de civiles. La labor suele comenzar temprano en la mañana y finaliza antes de que el sol se ponga.

“A partir de las dos de la tarde es cuando comienzan a aumentar los bombardeos, no sé muy bien por qué, pero sucede cada día”, comparte Owen, otro de los evacuadores de la organización sin ánimos de lucro Children New Generation.

Cada día, los miembros de la ONG conducen desde Dnipro, donde se encuentra su base, hacia Pokrovsk para evacuar civiles. Algunos de los desplazados van a casas de familiares en diferentes ciudades del país, otros se quedan en los dos refugios que gestiona la organización; uno de ellos para familias con niños y el otro para personas solas.

Atrapado entre los bombardeos

 El último civil en ser evacuado durante la misión del 15 de enero fue Vasili*.

“Vinimos hace dos semanas, golpeamos su puerta y como nadie contestó, pensábamos que ya no habría nadie así que nos fuimos. Hoy la policía fue a su casa, rompió su puerta y lo encontraron. Afortunadamente sobrevivió”, apunta Sergey Lyashko, coordinador de evacuaciones de Children New Generation mientras conduce de retorno a Dnipro.

Vasili sufre de parálisis, su hija es adicta a las drogas y no puede proporcionarle los cuidados necesarios a su padre. El hombre de 75 años de edad encaró el acercamiento de las fuerzas rusas.

El caso del anciano no es aislado, muchos esperan al último momento para salir, ya sea porque se aferran a la esperanza de que la situación se estabilice o porque no tienen a dónde ir. La mayoría de los habitantes que quedan son personas de avanzada edad.

“Nosotros siempre estamos listos, no sabemos cuándo será la próxima misión, tal vez esta sea la última, todo dependerá de cuánto avance el punto de contacto de batalla, si llega más cerca ya no podemos entrar”, confía uno de los miembros de Children New Generation'.

El pulso por el control de la ciudad es acérrimo. Cada día que pasa, las fuerzas del Kremlin avanzan kilómetros y los drones proliferan atacando y complicando la labor de extracción de civiles. “Trabajaremos hasta que sea posible”, afirma Owen, miembro del equipo, mientras la furgoneta blindada con 6 desplazados deja la castigada ciudad.

Según ACNUR, se calcula que unas 83.000 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en la región de Donetsk desde el 1 de agosto de 2024 debido a la intensificación del conflicto.

Cada día, decenas de personas se apresuran a hacer las maletas, trancar la cerradura y huir de las ciudades del frente, sin saber si algún día volverán a su hogar. El mayor miedo: convertirse en refugiados para siempre.

 

* Nombre modificado para proteger la identidad