Tras la embestida de un auto en contra de una manifestación sindical en Múnich, las autoridades alemanas identificaron al perpetrador como un solicitante de asilo rechazado. La situación migratoria del atacante, aunado a la repetición de sucesos similares en los últimos meses dentro de suelo alemán, ha atizado el debate político en torno a la migración en vísperas de unas cruciales elecciones anticipadas.

El terror inundó las calles de Múnich este 13 de febrero, después de que un Mini Cooper se estampara en contra de una manifestación organizada por el sindicato de servicios Verdi, dejando al menos 30 personas heridas, algunas "en peligro de muerte", según los bomberos.

Las autoridades locales detuvieron casi en el acto al conductor del auto. Se trata de un hombre de 24 años, de nacionalidad afgana, cuya solicitud de asilo había sido rechazada por el Gobierno alemán, aunque contaba con un permiso de trabajo y residencia debido a la compleja situación política en su país de origen.

Aunque aún no está clara la naturaleza del suceso, el ministro presidente del estado de Bávara, Markus Söder, afirmó que "probablemente" el hecho se trata de un "ataque". El sospechoso tenía un historial delictivo de crímenes relacionados con drogas y robo de tiendas, según reveló la Policía de Múnich.

En diciembre, seis personas fallecieron durante un suceso similar en un mercado navideño en Magdeburgo, en el noroeste alemán, mientras que en enero un ataque con cuchillo le arrebató la vida a dos personas, entre ellas un menor de edad, en el poblado de Aschaffenburg. Los atacantes, en ambos casos, eran inmigrantes de origen árabe.

El atropello en Múnich se une a una ola de ataques similares que han ocurrido en los últimos meses dentro de Alemania, país que ha encumbrado a la inmigración como uno de los temas de debate más importantes rumbo a las elecciones generales del próximo 23 de febrero, en una carrera electoral marcada por las críticas a la política migratoria del Gobierno del canciller y aspirante a la reelección, Olaf Scholz.

La polémica sobre una unión de las derechas contra la migración

La alerta tiene lugar luego de que, en diciembre, el presidente de Alemania disolviera el Parlamento, confirmando unas elecciones anticipadas el 23 de febrero. La coalición tripartita liderada por los socialdemócratas se derrumbó tras fuertes luchas internas sobre la mejor manera de volver a poner en pie la economía alemana. 

Tras el quiebre del Partido Libre Democrático (FDP) con el Gobierno de minoría en alianza con los Verdes y el Partido Socialdemócrata de Scholz, el ambiente electoral alemán ha estado envuelto por un intenso debate acerca de las políticas migratorias en el país, uno de los más flexibles dentro de Europa con los solicitantes de asilo provenientes de países inestables como Afganistán o Siria.

En medio del debate, Friedrich Merz, candidato democristiano (derecha conservadora) y favorito para los comicios, ha sido una de las voces más críticas con la política migratoria actual y ha prometido un intenso control de ser elegido canciller  el 23 de febrero, además de impulsar un programa estricto de deportaciones a gran escala.

"Haremos cumplir la ley y el orden. Todos deben sentirse seguros en nuestro país nuevamente. Algo tiene que cambiar en Alemania", expresó Mertz, en reacción al atropello en Múnich, en su perfil de X.

Por su parte, la lideresa del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, replicó ante la tragedia, haciendo un llamado para un "cambio de rumbo" en materia migratoria.

La AfD – que ha protagonizado escándalos por supuesta apología al nazismo – propone impulsar deportaciones masivas de todas las personas migrantes que "no tengan derecho" a estar en Alemania.

"Múnich, Aschaffenburg, Magdeburgo, Solingen, Mannheim y muchos otros escenarios del crimen demuestran que necesitamos un cambio en la migración, ¡y lo necesitamos de inmediato!", escribió Weidel, que también es candidata a canciller.

Después de los trágicos sucesos de diciembre y enero, las posturas del conservadurismo y la extrema derecha alemana parecen traslaparse, a pesar del tradicional rechazo de los democristianos a la AfD y su compromiso por participar en el 'cordón sanitario' que evite un Gobierno alemán encabezado por la ultraderecha.

La contradicción conservadora llegó a su máximo el 31 de enero, cuando Mertz impulsó una ley en el Bundestag (Parlamento alemán) para poner límites a la inmigración en territorio alemán. La polémica no devino de la propuesta en sí misma, sino que, en su búsqueda por la mayoría parlamentaria, el candidato a canciller democristiano aceptó los votos favorables de los parlamentarios ultras de la AfD.

Aunque la ley (no vinculante) finalmente se quedó corta, múltiples voces dentro y fuera del conservadurismo han criticado la movida de Mertz, quien había expresado públicamente en múltiples ocasiones que "nunca" aceptaría los votos de los ultras "ni por casualidad".

Angela Merkel, excanciller alemana por los democristianos, calificó la decisión de Mertz como "un error".

Mertz, que continúa negando rotundamente que gobernar con la ultra derecha sea una posibilidad, es el favorito de las encuestas para convertirse en el próximo canciller alemán. Los sondeos más recientes, citados por la agencia Efe, arrojan que los conservadores van a la cabeza de la preferencia popular, con el 30% de popularidad; seguidos por la AfD con el 20%, los socialdemócratas con el 15%, los Verdes con el 13% y la izquierda con el 6%.

El oficialismo cada vez más duro con la inmigración

Por su parte, el oficialismo socialdemócrata ha endurecido el discurso en torno a la inmigración. 

Tras el hecho en Múnich, Scholz condenó el ataque y confirmó que el detenido "no puede esperar indulgencia" por parte del Gobierno alemán, siendo tajante en mencionar que el presunto autor del atentado "será condenado y deportado antes de que termine de cumplir la condena". 

En un debate televisado, el canciller también resaltó la necesidad de efectuar "más deportaciones", aunque aseguró que, durante su mandato, las expulsiones al extranjero han aumentado en un 70%. Pero, reconoció que "no es suficiente".

Apenas el pasado 12 de febrero, el Gobierno de Scholz anunció la extensión de sus controles migratorios en sus fronteras con Francia, Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca, lo que, según el oficialismo, contribuye al decrecimiento de los números de cruces irregulares por sus fronteras. 

Según datos del oficialismo, Alemania detuvo el ingreso de 47.000 personas en sus fronteras entre 2023 y 2024, además de que recibió un tercio menos de solicitudes de asilo. 

Sin embargo, el actual canciller también ha mostrado su rechazó a la implementación de las deportaciones masivas, afirmando que un programa de esa naturaleza contravendría los postulados del derecho europeo. 

"Las devoluciones que podíamos hacer legalmente las hemos hecho, lo que usted propone contradice el derecho europeo y desde mi punto de vista la Constitución alemana", dijo Scholz a Mertz, que también propone rechazar a los solicitantes de asilo desde las fronteras alemanas. 

Con AP, EFE, Reuters y medios locales